Julio Millán Medina: Igualdad y dignidad en la sociedad y en la Iglesia

08 mar 2023 / 10:26 H.
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TRIBUNA

Queda mucho por andar, queda mucho por hacer en el terreno de la igualdad y nos pasará como en otras muchas cosas y situaciones: cuando nos veamos superados por un lado y por otro no quedará mas remedio que asumir y aceptar que ellas, las mujeres, son compañeras de camino, no son propiedad del varón y están ahí por méritos propios porque nadie les ha regalado nada, que son muy valiosas y que al contrario les cuesta todo el doble de esfuerzo para hacerse hueco con dignidad en esta sociedad todavía machista. En la Universidad ya son mayoría absoluta en las aulas y hasta en el profesorado, pero no en puestos de alta responsabilidad. En el trabajo sanitario o asistencial en residencias tenemos la misma realidad: son mayoría absoluta. Además, son portadoras de algo que saben hacer muy bien y que lo llevan en su ADN: reparten ternura, capacidad, entrega, trabajo, esfuerzo, abrazo...

En la Iglesia también son mayoría absoluta, pero para la catequesis, limpieza, cuidado, coro parroquial... Pero todavía apartadas de puestos de responsabilidad, en consejos, en comisiones, en cofradías... Ahí todavía son minoría. Empieza a vislumbrarse a ritmo lento y con esfuerzo las mujeres tan valiosas que hay al interior de la Iglesia y que si ellas no estuvieran habría que poner un cartel que dijera: “Se traspasa por falta de personal”. Siempre me digo: “¿Qué seria de las parroquias si las mujeres se pusieran en huelga?”. ¿Quién iba a dar la catequesis, o leer en las celebraciones, o cuidar de todo y estar para todo...? Gracias a Dios ya son algunas las parroquias las que van en esta onda y ojalá sirvan de ejemplo para otras muchas. Ojalá la Sinodalidad que tanto sueña el Papa fuera una realidad: todos juntos caminando.

Por eso, reivindicar en este día la dignidad e igualdad de la mujer no es cuestión de regalarle una flor, tener un detalle y convertirlo en un día comercial y romántico. ¡Para eso ya está San Valentín!

Esta fecha es para dar un paso más en la concienciación de que somos iguales y de la misma dignidad, que hasta Dios nos pensó así, aunque los hombres para relatar los comienzos de la creación y hacerlo asequible al entendimiento nos contaron el mito de Adán y Eva y se inventaron la separación, la costilla, la serpiente... y hasta la manzana, todo ello género literario, para decirnos las excusas y justificaciones que tenemos los humanos para ser mas, subir mas, mandar más... que cuando nos crecemos nos sentimos “lo mejor de lo mejor”, y la culpa la tiene siempre el otro. Pero Dios nos hizo del mismo barro, hijos de la tierra, e iguales y nos llamó “humanidad”, hijos y hermanos para todo. El problema viene cuando nos sentimos superiores, mejores, más guapos, más capaces y pensamos que la mujer es propiedad nuestra, para acabar diciendo “todas son iguales”. Así que lo de “la costilla” ya es hora de leerlo en clave de igualdad y no de distintividad, desigualdad o dependencia y para decirnos que Dios nos hizo iguales en carne, hueso y dignidad.

Por eso la Iglesia tiene que dar ejemplo la primera, que es la que tiene el encargo de cuidar la Palabra y el mensaje de vida con el que Dios se comunica con la humanidad y que Jesús nos transmitió tan fielmente. La mujer es sujeto de pleno derecho con voz y voto y valoradas por su talento. La igualdad no es un favor que les hacemos, es un derecho que les hemos arrebatado. Así lo quiso Dios, así lo transmitió Jesús.

(*) Julio Millán Medina es sacerdote y presidente de Edad Dorada Mensajeros de la Paz en Andalucía

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