Jaén mantiene la prudencia ante la nueva medida de mascarillas en interiores

A pesar de decaer la obligatoriedad del “cubrebocas”, hay quien todavía la lleva

21 abr 2022 / 13:59 H.
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Si alguien pensaba que el anuncio del fin de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores era la conclusión de una película de miedo —que ha durado exactamente 700 días (desde que se impuso su uso)—, ayer se dio de bruces con la cruda realidad, en la que imperó, por encima de cualquier terrorífica película, la prudencia de la población en general y concretamente de los jiennenses, que optaron en su mayoría por mantener el uso de la mascarilla a pesar de que la norma exime ya de su uso.

Entrar al mercado, a la universidad o al súper no dejaron estampas muy distintas a las de días anteriores. De hecho, en el Campus Científico Tecnológico de la Universidad de Jaén (UJA) en Linares, la mascarilla seguía siendo una compañera más. Comentaban un par de alumnos que los profesores les dieron total libertad sobre su uso, pero que prácticamente el 95% de sus compañeros optaron por llevarla. La seguridad imperaba y fue otra alumna del Campus la que comentó a este periódico que el Gobierno “podía haber aguantado el uso de la mascarilla un poco más”, sobre todo por los últimos días festivos de Semana Santa, en los que familiares y amigos se han reunido sin descanso. Otros, sin embargo, aludían a este mismo motivo para justificar que Sánchez y su equipo de Gobierno debieron haber tomado la decisión de eliminar la mascarilla en interiores mucho antes.

En las cafeterías hubo de todo. En algunas sí notaron que prácticamente todos los clientes acudían sin mascarilla, pero en otras no. Los empleados, en función de las directrices de sus jefes, mayormente laxos. No obstante, fueron muchos los que decidieron continuar con la mascarilla un poquito más.

Fue en los gimnasios, quizás, donde se produjeron las sensaciones más raras. La práctica deportiva en interiores estaba aún sujeta al uso de mascarilla y para nadie es un secreto que respirar adecuadamente se hace casi imposible con la boca tapada, por lo que en los centros deportivos hubo más de uno, de dos y de tres que decidieron quitarse el barbijo, sobre todo para no ahogarse.

En peluquerías y otros lugares públicos, la decisión sobre las mascarillas recaía en los jefes y ocurrió más o menos como en las cafeterías, el empleado que la mantuvo lo hizo por prudencia, pues fueron pocos los casos, aunque los hubo, en los que el responsable obligó a sus trabajadores a continuar utilizando la mascarilla. Hay que recordar, en este punto, que debe ser la empresa la que suministre de mascarillas al empleado al no carecer de obligatoriedad su uso en interiores, así lo apuntan desde el Gobierno.

La mayor de las confusiones se dio en relación al transporte público. La mascarilla no es obligatoria en las estaciones de autobús o tren, pero sí dentro de los vehículos. La estampa era variopinta, había quien la llevaba, había quien no y había quien, aunque no era obligatoria, la llevaba, pero mal puesta.

Jaén