El rejoneo regresa al coso de La Alameda a lo grande

El festejo taurino, enmarcado en las fiestas de la Virgen de la Capilla, finaliza con Guillermo Hermoso de Mendoza y Andy Cartagena saliendo a hombros

09 jun 2025 / 12:20 H.
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Los festejos mayores regresaban a la plaza de toros de Jaén con motivo de las celebraciones en honor a la Virgen de la Capilla, y lo hicieron por la puerta grande. Con una entrada que rondó el cuarto de plaza —más de tres mil almas repartidas por los tendidos—, el coso jiennense vivió una noche de gran calado artístico, donde el rejoneo fue el verdadero protagonista. La expectación estaba servida, y el espectáculo no defraudó, informa Marisa Fernández.

Los toros de las ganaderías de Benítez Cubero y Pallarés presentaron un encierro muy bien presentado y con un juego más que notable en su conjunto. Su nobleza, codicia y movilidad permitieron que los tres rejoneadores desplegaran sus mejores recursos, brindando una velada repleta de emoción, doma, riesgo y elegancia.

Entre los protagonistas de la tarde-noche, Andy Cartagena, veterano del rejoneo y siempre fiel a su estilo espectacular, fue uno de los triunfadores indiscutibles. En su primero, un toro con el hierro de Benítez Cubero, pronto y con transmisión en sus embestidas, Cartagena conectó con los tendidos desde los compases iniciales con los rejones de castigo. Durante el tercio de banderillas, el alicantino arriesgó llevando al astado cosido al estribo. Conforme el toro fue perdiendo fuelle, Cartagena supo medir los tiempos, cerrando su labor con banderillas cortas ejecutadas con precisión. Un certero y efectivo rejón de muerte rubricó su actuación, que fue premiada con dos orejas tras una petición mayoritaria.

Con el cuarto, Andy Cartagena volvió a cuajar otra gran faena. Desde el primer tercio, ya dejó claras sus intenciones con un toreo a dos pistas vibrante y ajustado, donde la doma de sus caballos volvió a lucir en todo su esplendor. En banderillas, expuso y arriesgó tras ajustados quiebros en la cara del toro. La faena fue creciendo en intensidad. La rúbrica, una vez más, llegó con un rejón de muerte certero que dio paso al doble trofeo.

El jinete navarro Guillermo Hermoso de Mendoza dejó una impronta clara de su clase y madurez torera, especialmente en su actuación frente al quinto toro de la tarde, al que le cortó las dos orejas tras una faena medida, elegante y cargada de recursos técnicos. Desde el inicio, Hermoso mostró su solvencia con un rejón de castigo bien colocado, y a partir de ahí entendió a la perfección las condiciones del astado y supo aprovechar los pocos momentos de entrega del toro para torear a dos pistas con profundidad y también lucirse por los adentros, en un tercio de banderillas de notable altura. El punto culminante llegó con un espectacular par a dos manos, ejecutado con enorme mérito. Cerró su actuación con un rejón de muerte certero, que le valió los dos apéndices.

El segundo toro de noche fue un ejemplar más parado y falto de ritmo, que dificultó el lucimiento. Hermoso de Mendoza, lejos de venirse abajo, sacó a relucir su oficio y su capacidad de adaptación, logrando una faena meritoria pese a la falta de transmisión del astado. Con tesón y precisión en las banderillas, firmó una labor seria y comprometida. El rejón de muerte entró con eficacia, y una oreja fue el premio a su esfuerzo.

Sergio Pérez de Gregorio, el más nobel de la terna, realizó una presentación muy sobresaliente en el Coso de La Alameda. En su primer toro, colocó con soltura dos rejones de castigo y ejecutó un tercio de banderillas que no pasó desapercibido. Su cuadra respondió con brillantez, y él, con valor y aplomo, se atrevió a meterse en los terrenos comprometidos, ejecutando quiebros ajustados que calaron hondo entre el público. Tras un rejón de muerte algo defectuoso, que obligó a recurrir al descabello, logró cortar una oreja de peso.

En el sexto y último de la noche, Pérez de Gregorio apuntaba alto. Desde el primer momento dejó constancia de su solvencia y ambición, destacando nuevamente tanto en los rejones de castigo como en el tercio de banderillas, donde volvió a exponer con verdad y entrega. El público ya intuía la puerta grande para el joven rejoneador. Sin embargo, tras una de las últimas banderillas, el toro se lesionó de forma visible, imposibilitando la continuación de la lidia. Fue apuntillado en el ruedo, y aunque el malogrado desenlace le privó de trofeos, el público le tributó una cariñosa ovación, reconociendo su esfuerzo y futuro.

La única nota negativa del festejo fueron las cuadrillas pidiendo los trofeos y los retrasos para el mismo fin, algo no permitido por el reglamento. Pese a ello, la noche del sábado permitió al público jiennense disfrutar de una triunfal corrida de rejones, con tres jinetes que lo dieron todo y un muy buen encierro de Benítez Cubero y Pallarés.

Jaén