El Parador ya tiene firma para renovar su interiorismo
El estudio anuncia una reinterpretación en clave contemporánea
Los trabajos para la reapertura del Parador de Jaén avanzan y, prueba de ello, es que la empresa pública ya culminó el proceso de selección de la firma que se encargará del nuevo aspecto interior del establecimiento. Se trata de Cidon, un estudio que ya se encargó de los interiorismos de paradores como el de La Granja o el de Lérida. La propuesta aceptada pasa por reinterpretar en clave contemporánea este espacio, con materiales tan contundentes como la piedra y la madera. El objetivo es actualizar la estética tras los desvíos propios del uso y aportar nuevas soluciones a las estancias acordes a las necesidades actuales, sin renunciar a aportar elegancia y frescura al renovado Parador de la montaña de Santa Catalina.
Paradores se decidió por Cidon tras un concurso público al que acudieron diferentes estudios de renombre y gran nivel. La compañía, como aclaran, “se enfrenta a este ilusionante proyecto con la profesionalidad y dedicación empleadas en todos sus trabajos, que destacan por su carácter polifacético”. Esta firma cuenta con una experiencia de 25 años que le llevó a acometer cambios en hoteles urbanos como Hilton, hasta “resorts” de playa de Meliá y Catalonia, además de edificios históricos. En el caso de la capital jiennense, los cambios tendrán el sello de Carlota Tapia y Patricio Pemán quienes aportarán un cambio de aire a las estancias, aunque manteniendo la esencia histórica del edificio, que se trata de una de las más notables obras del arquitecto gaditano José Luis Picardo, todo un símbolo de la ciudad. El edificio se encuentra cerrado y en obras desde el año pasado, cuando el Consejo de Administración de Paradores adjudicó la reforma parcial a Acciona Construcción. Al término de esta primera fase es cuando Paradores selecciona Cidon para las tareas de reamueblar y decorar los interiores. El de Jaén es uno de los mejor valorados dentro de la red de Paradores y echó el cierre en octubre de 2018. El objetivo fue acometer una profunda renovación en un alojamiento que abrió sus puertas en 1965 y que, más de medio siglo después, necesitaba una actualización. Los trabajadores llegaron el 5 de noviembre de 2018 y el plazo de ejecución previsto, según el contrato, es de 289 días en la primera etapa. Posteriormente, estaba previsto afrontar la redecoración y se estima que los clientes regresen en febrero o marzo de 2020. Desde la empresa hotelera estatal se deja muy claro que no son fechas cerradas ni fijas, dada la gran envergadura de la obra y las características del edificio. En cuanto a su plantilla, la sociedad pactó con los más de 40 trabajadores un expediente de regulación temporal de empleo con un periodo de vigencia de octubre de 2018 a septiembre de 2020. No obstante, el acuerdo suscrito contempla que si concluyen antes los trabajos de mejora del establecimiento, los tiempos se pueden acortar. Las principales acciones previstas en el parador van desde el montaje de un nuevo ascensor, a la mejora de las cubiertas, los baños de habitaciones y aseos públicos y la reforma de la cocina, unos fogones que usan restauradores de gran prestigio. El presupuesto del proyecto es de 2.730.611,10, sin contar el IVA.
El presidente de Paradores, Óscar López Águeda, explicó que, con esta reforma se busca que, en sus palabras, “el Parador de Jaén siga siendo un referente indiscutible del turismo y de la conservación del patrimonio histórico-cultural y que, al mismo tiempo, sus instalaciones ofrezcan los más altos estándares de calidad a nuestros clientes”.
El Parador fue construido en 1965 sobre los restos de los dos conjuntos arqueológicos más antiguos, el alcázar árabe o castillo viejo y el alcázar Abrehuí. El primer conjunto defensivo data del siglo VIII y fue levantado por los musulmanes, para ser conquistada en el siglo XIII por los cristianos que, en siglos sucesivos, ampliaron la construcción por el lado este del cerro en dos recintos más y en el siglo XV, y por orden del condestable de Castilla, Miguel Lucas de Iranzo, los dos conjuntos defensivos se unieron y se construyó la inmensa torre del homenaje de unos treinta metros de altura. A principios del siglo XIX, durante la Guerra de Independencia, hubo una nueva modificación cuando las tropas napoleónicas incendiaron una parte y construyeron nuevas edificaciones para hospitales, oficinas y caballerizas. Tras la derrota en Bailén la abandonaron después de bombardear parte del interior, de ahí el lamentable estado en el que llegó al siglo XX. El castillo es propiedad municipal desde 1948 y comenzó a recuperar su uso, ya como alojamiento turístico, a raíz de la construcción del Parador que genera, actualmente, unos 40 empleos.