¿De quién es el ADN hallado bajo las uñas de Josefa?

La Justicia investiga la muerte de una anciana ocurrida hace trece meses

02 oct 2018 / 12:07 H.

El cadáver de Josefa fue hallado el 23 de agosto de 2017. El cuerpo sin vida de esta jiennense de 95 años yacía tumbado en el suelo de su casa, prácticamente en el umbral de la puerta. En principio, los forenses determinaron que la muerte pudo deberse a causas naturales. En concreto, la hipótesis que se barajó es que la anciana pudo sufrir un ictus, lo que hizo que cayera y se golpeara en la cabeza. La causa judicial que se abrió en su momento se archivó.

Sin embargo, unos seis meses después, volvió a reabrirse en base a los resultados definitivos de la autopsia y a una serie de indicios. De hecho, en abril, la hijastra de Josefa fue detenida acusada de un delito de homicidio. La mujer, de 51 años, quedó en libertad con cargos, a la espera de los resultados de una serie de pruebas encargadas por la juez del caso. En concreto, y entre otros, una ampliación del informe de autopsia. Ese estudio, que ya está en manos de su señoría, pone de manifiesto la existencia de ciertos signos en el labio superior de la fallecida “indicativos de presión”, así como “lesiones hemorrágicas agudas provocadas en vida” en la piel del antebrazo derecho. Los forenses también hallaron restos de ADN bajo las uñas de la mano derecha de Josefa, unos vestigios que no son de la víctima. ¿De quién son? Esa es la pregunta que sobrevuela desde hace varios meses y a la que los expertos de los laboratorios policiales tratan de dar una respuesta. De hecho, la Policía recogió muestras de ADN pertenecientes de la hijastra de la fallecida para cotejarlos con los restos hallados bajo las uñas de la víctima. Esos resultados todavía no han llegado.

La mujer investigada estuvo en el centro de las sospechas de la familia desde el primer momento. No tenía una buena relación con su madre adoptiva e, incluso, sobre ella pesaba una orden de alejamiento. Además, después del hallazgo del cadáver, había una pieza que no encajaba. La puerta de la vivienda en la que residía la fallecida estaba cerrada con llave, algo que solo se puede hacer desde el exterior. Eso indica la presencia de otra persona en el domicilio. Además, tampoco se halló el juego de llaves que, normalmente, utilizaba la anciana.

Unos dos meses después de la muerte, se produjo otro hecho sinificativo. La hijastra de la fallecida entró en el domicilio para recoger unos enseres personales. En principio, podría parecer una cosa normal. Sin embargo, no lo fue. ¿Por qué? Como no tenía buena relación con su madre adoptiva, la mujer no tenía copia de la llave y, por lo tanto, no podía entrar en la vivienda. A partir de ahí, el Juzgado decidió reabrir el caso y encargó a la Policía investiga los hechos. Los agentes repasaron todos los movimientos de la mujer, que no ofreció una coartada sólida sobre lo que hizo en la noche en que murió su madre adoptiva. Tampoco pudo explicar cómo pudo acceder a la vivienda si no contaba con llave. Eso sí, dijo que llevaba meses sin ver a su progenitora y negó cualquier relación con los hechos. Las pruebas de ADN confirmarán su versión o, por el contrario, la situarán en una situación complicada.