De profesión héroe y pintor de brocha gorda

José Antonio Ruiz Romo salva la vida de un obrero linarense en Guarromán

15 jun 2024 / 16:22 H.
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Habitualmente cuando se habla sobre un pintor, sin conocer en demasía la función concreta que desempeña, uno tiende a preguntar si es un artista o ejerce el oficio de decoración y protección de paredes. Aunque comparten la misma palabra para definir su ocupación, y alguna que otra herramienta, lo cierto es que el trabajo es bien distinto y el estatus, innegablemente, también lo es. Sin embargo, el héroe, pese a llevar o no capa, no entiende de categoría ni de condición social. Es lo que es. Una persona admirada por hazañas, virtudes, ética e integridad. Los actos de valentía son protagonizados por gente corriente y moliente que, en la mayoría de los casos, pasa desapercibida a ojos de la sociedad. El 24 de mayo es una fecha que nunca olvidarán José Antonio Ruiz Romo, un pintor guarromanense de 45 años, y Luis Lanzas Casado, un obrero de Linares de 58 años. Ese día se forjó un vínculo emocional, afectivo y de agradecimiento después de que el primero de los protagonistas salvara la vida del segundo en Guarromán. José Antonio Ruiz se encontraba pintando la fachada de una vivienda cuando la pareja de su sobrina tocó a rebato alertando de que un operario de obra había sufrido un accidente a escasos metros de donde estaba ejerciendo su trabajo. La escena con la que se topó fue escalofriante a la par que desgarradora. El encofrador linarense, tras un desafortunado tropiezo, se había clavado un hierro de ferralla de doce milímetros de grosor en la parte izquierda de la ingle, perforando la arteria femoral, lo que provocó que la sangre brotara a borbotones. Fueron momentos decisivos en los que la vida del obrero linarense pendía de un hilo si no se intervenía con presteza.

<i>Charco de sangre días después de producirse el accidente en Guarromán.</i>
Charco de sangre días después de producirse el accidente en Guarromán.

Gracias a la celeridad y a la perfecta ejecución de un torniquete con el primer cinturón que llegó a sus manos, José Antonio Ruiz consiguió parar la hemorragia y, en este sentido, que Luis no muriera desangrado sobre la construcción. “Antes de llegar se escuchaban los gritos de socorro y auxilio. Y cuando me asomé, vi un gran cerco de color rojo que delataba que había perdido mucha sangre. Rápidamente quité un trapo que taponaba la herida, puse gasas y apliqué un torniquete con la correa de un compañero”, relata el pintor en conversación con Diario JAÉN. Esta acción fue gracias a los conocimientos de primeros auxilios que posee Ruiz, dado que, además de su actual oficio, ha estado vinculado a colectivos preparados para la intervención en emergencias, como Cruz Roja o Protección Civil. “Yo veía que ese hombre se moría. Sus palabras, mientras se asfixiaba, fueron: que me muero, que me muero”, resalta el pintor. El encofrador herido fue trasladado al Hospital San Agustín de Linares, donde fue imperioso realizarle una transfusión de sangre debido a la gran cantidad de sangre que había perdido. No obstante, la intervención quirúrgica que Luis requería obligó a un nuevo traslado al Hospital Universitario de Jaén. Allí, tras una compleja operación, los médicos valoraron la acción de valentía del pintor guarromanense. “Me dijeron que sin la ayuda de José Antonio no habría llegado con vida al hospital. Habría muerto desangrado en la media hora que tardó en llegar la ambulancia. Le estoy muy agradecido por salvar mi vida”, subraya Luis.

Jaén