De la procesionaria a la polilla tigre

La bonanza meteorológica de febrero puede activar el desfile de la temida oruga de los pinos, ahora en fase larvaria

24 feb 2023 / 07:30 H.
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EL REPORTAJE

Se llama así por su característico paso marcial, algo que a su vez la hace prácticamente inconfundible. La oruga procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) suele descender de los pinares, donde las mariposas hembra depositan sus huevos, entre los meses de enero y abril, pero siempre más cerca de la agradable primavera que del frío invierno. Sin embargo, la bonanza de las temperaturas de estos últimos días, impropias para esta época del año, pueden aumentar el riesgo de que su peculiar desfile se adelante. La procesionaria del pino está considerada como el insecto defoliador —que se alimenta de las partes más suaves de las hojas para dejar solo las venas o las partes más duras— más importante de los pinares españoles. En este contexto, se trata de un tipo de oruga capaz de alimentarse de todas las especies del género Pinus y del género Cedrus, pero si tienen la posibilidad de elegir menú, se decantan por los pinos exóticos y, especialmente, el Pinus nigra o Pino laricio. Las defoliaciones, en los años en los que las poblaciones son elevadas, pueden llegar a la totalidad de la masa foliar, aunque el árbol no llega a morir.

El ciclo vital de la oruga procesionaria queda estructurado en cuatro fases bien diferenciadas. En la primera, cuando son adultas, las mariposas emergen del suelo al caer la tarde y se posan sobre las briznas de hierba con el fin de secar sus alas. Los machos localizan a las hembras y se aparean al anochecer. Tras ello, las hembras ponen los huevos en las acículas —aguijón fino y delicado, como el que presentan los pinos— u hojas coníferas y mueren a las pocas horas, puesto que no se alimentan. A los treinta o cuarenta días, el ciclo biológico de la procesionaria alcanza su tercera fase y nacen las larvas u orugas, normalmente entre los meses de septiembre y octubre. En este estadio, desarrollan pequeños pelos urticantes pasados unos treinta días de su nacimiento. También crean su bolsón definitivo, como el que se puede apreciar en la imagen que ilustra estas líneas, que les servirá de resguardo en las noches y durante los meses de invierno. Finalmente, llega la fase del enterramiento para crisalidar. Cuando el invierno da sus últimos coletazos, las orugas que ya han completado su desarrollo larvario bajan en fila por el tronco del pino para buscar el lugar donde enterrarse y crisalidar, algo que suele ocurrir entre los meses de marzo y junio. No obstante, este proceso puede verse alterado si, como este año, comienzan a registrarse temperaturas más características de los meses de primavera que de finales de febrero. Las mariposas emergerán al verano siguiente o a lo largo de los próximos cuatro si han permanecido en dipausa —estado fisiológico de inactividad que usan para sobrevivir a condiciones ambientales desfavorables y predecibles, tales como temperaturas extremas, sequía o carencia de alimento—. Ahora, el ciclo vital de las orugas procesionarias se encuentra en su cuarta fase, por lo que no es extraño observar algunos ejemplares en zonas verdes u otras con presencia de pinares cerca. Es importante saber diferenciarlas, ya que hay otras especies con las que, por su apariencia, pueden ser fácilmente confundibles. Eso sí, si hay algo que las delata es su manera de desplazarse, y es que suelen caminar una detrás de otra e incluso forman largas cadenas.

<i>La concejala Mari Carmen Angulo conoce los trabajos preventivos contra la oruga. / Ayuntamiento de Jaén.</i>
La concejala Mari Carmen Angulo conoce los trabajos preventivos contra la oruga. / Ayuntamiento de Jaén.

A diferencia de otras especies como la llamada oruga de los prados, la procesionaria del pino es peligrosa, principalmente para otros animales, aunque también para las personas. El mayor riesgo aparejado a ellas es que las mejores condiciones para su desarrollo suelen darse en zonas recreativas, parques y jardines o centros educativos. Entre las principales recomendaciones está la de evitar el contacto de cualquier manera con las orugas, pues pueden causar peligrosas urticarias. La irritación es producida por el pelo urticante que generan durante su fase larvaria y que mantienen hasta que se entierran para crisalidar. Un mínimo contacto hará que ese pelo flote en el aire y se disperse. Las orugas están cubiertas de pelos venenosos impregnados con una toxina que, sobre todo para los perros, es devastadora. Estos pelos, como se ha expuesto, pueden encontrarse en suspensión en el aire, sobre todo alrededor de árboles muy infestados. Los síntomas en perros son evidentes, ya que comenzarán a rascarse la boca, como si quisieran sacarse algo de la lengua con sus garras mientras salivan profusamente. En este punto hay que acudir a un veterinario lo antes posible, ya que el perro puede incluso morir. La oruga causa diversas lesiones a los perros. La sintomatología es muy similar a la de una reacción alérgica. La lengua, el esófago y el estómago se hinchan. Eventualmente, el perro no puede respirar y muere, aunque eso no llega a suceder si interviene rápidamente un profesional veterinario.

Hasta el momento, los tratamientos para hacer frente a la procesionaria en Jaén capital tienen una eficacia del cien por cien. Lo explica la concejal de Medio Ambiente, Mari Carmen Angulo, que reconoce que la fase de enterramiento de esta oruga se ha adelantado debido al aumento moderado de las temperaturas durante los últimos días. “Normalmente se hace más adelante, pero es un fenómeno que depende mucho de las temperaturas”, explica Angulo, que agrega: “Cuando empiezan a subir, abandonan la bolsa y descienden de los árboles”. En esta línea, expone que los tratamientos contra la oruga procesionaria están a la orden del día. Este lunes, los operarios encargados trabajaron en el Parque del Seminario, en la entrada de la Vía Verde y en la zona de El Tambor. El martes, se trataron árboles cercanos a las viviendas del Sunp-7, las de la urbanización próxima a la fábrica de cerveza Heineken, concretamente en un parque que, tal y como relata Angulo, se encontraba abandonado y que fue recuperado este mandato por el Ayuntamiento de la capital. En definitiva, la oruga procesionaria ha adelantado su pintoresco desfilar ante las altas temperaturas de estos días, algo inusuales para el mes de febrero.

<i>Un ejemplar de la oruga de la polilla tigre avistada en la provincia. / Europa Press.</i>
Un ejemplar de la oruga de la polilla tigre avistada en la provincia. / Europa Press.

La oruga de la polilla tigre y la de los prados, inofensivas para le humano, pero no para las zonas de cultivo

Es importante no confundir la oruga procesionaria con otras especies que pueden engañar al ojo que las mira por su apariencia, que resulta muy similar a veces, y que también están presentes en la provincia de Jaén. Por un lado, un género de polillas tigre que se conoce científicamente como Cymbalophora y que en su fase larvaria es parecida a la procesionaria. Por otro, la oruga de los prado, que es más similar aún, pero con la diferencia de que es totalmente inofensiva. En primer lugar, sobre la Cymbalophora cabe destacar que tan solo tiene una generación al año y que vuela generalmente desde mediados de septiembre y durante el mes de octubre, por lo que está presente en un momento muy diferente al que la procesionaria suele dar la cara. En su estadio de larva, las orugas se alimentan de distintas plantas herbáceas, como gramíneas de los géneros Brachypodium y Festuca, y también compuestas, como el diente de león. Asimismo, las plantas que le sirven de alimento son muy habituales en los alrededores de pueblos y ciudades, incluso dentro de ellas, en parques, jardines, zonas de césped o solares. Por ello, no es extraño que esta mariposa se reproduzca en entornos urbanos atraída por las luces del alumbrado público. Normalmente, las orugas se alimentan de noche, pero también son visibles durante el día y suelen desplazarse en busca de comida, así como para encontrar el lugar idóneo donde crisalidar, que suele ser debajo de las piedras. Sin embargo, se trata de una especie tan “humanizada” que incluso se han llegado a observar crisálidas de Cymbalophora bajo colchones abandonados en solares, de ahí que su presencia en las ciudades sea cada vez más común.

<i>Orugas de los prados en su telaraña. / Europa Press.</i>
Orugas de los prados en su telaraña. / Europa Press.

Por otro lado, la oruga de los prados o peluda (Ocnogyna baetica) es una mariposa nocturna que, en su fase larvaria, es la típica oruga naranja, negra y blanca que suele verse en grupo bajo una telaraña que ellas mismas tejen mientras se alimentan. Es por eso que suelen confundirse con la procesionaria, cuyo nido, en las copas de los árboles, es muy parecido. Eso sí, ni caminan como si estuvieran en una procesión ni tienen los mismos efectos nocivos en personas y animales, aunque resulta muy perjudicial su presencia para los cultivos. La oruga de los prados es propia de la mitad sur de España y muy común en campos, pastos, lindes y eriales. Su aparición suele coincidir con el final del invierno, pero la atípica situación climatológica ha hecho que se adelante su aparición, al igual que ocurre con la oruga procesionaria, una convivencia en el tiempo que puede dificultar todavía más distinguir la una de la otra. La oruga peluda crea telarañas encima de las hierbas para recubrir a las colonias jóvenes. Se alimenta de las plantas que quedan bajo esa telaraña y cuando alcanzan un tamaño algo más grande se desplazan fuera de ella para encontrar más alimento. Se considera una plaga, y es que al ser tan amplia la variedad de plantas que le sirven como alimento, puede afectar gravemente a diferentes tipos de cultivo.

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