Cristo Resucitado sin su baño de masas en Jaén

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La Basílica de San Ildefonso era, por última vez, el epicentro de todas las miradas en esta Semana Santa el Domingo de Resurrección. Y es que la Cofradía de Jesús Resucitado y María Santísima de la Victoria había dispuesto todo en el interior del templo ante las previsiones de lluvia. Era el sonido del llamador del Señor el que rompía el silencio del templo para que, tras la primera “levantá” a pulso, iniciara el lento caminar por el lateral de la nave, recorrido que lo hizo atravesar el altar de las Ánimas. El paso del Señor se situaba debajo de la grandísima y recién restaurada pintura de San Cristóbal, que preside la nave derecha, a la espera de su madre, la Victoria. María Santísima caminaba ante la mirada de las imágenes de la Pastora, la Veracruz y Soledad, en ese lateral del templo. Domingo de blanco y dorado que ponía punto final a una Semana Santa huérfana en la mayoría de sus días, pero que deja a cambio, el agua, agua bautismal que da vida a los campos y al olivar. Los cofrades cerraban un domingo rebosantes de agua y de alegría. Cristo ha resucitado.