Comienzan los desfiles de la oruga procesionaria

Esta especie es una de las más tóxicas con las que se convive en las ciudades con zonas de pinos

18 feb 2019 / 12:35 H.

Ni todo lo que reluce es oro, ni todo lo que es pequeño es inofensivo. Un gran ejemplo de esto es la llamativa oruga procesionaria (Thaumetopoea pityocampa). Con un cuerpo cubierto de diminutos pelos de color blanco, marrón y negro, es uno de los insectos más tóxicos (dentro de un factor mínimo) con los que se convive en las ciudades. Y este año, según avanza Ramón González, profesor de Zoología en la Universidad de Jaén, la plaga será algo mayor que en 2018 como consecuencia de las temperaturas suaves.

La procesionaria se encuentra generalmente en zonas con pinos, el árbol favorito de la especie para pasar su fase de larva. El experto apunta que es un animal que no afecta mucho a la vegetación, pero que sí puede ser un problema para la salud de personas y también mascotas. Ante esto, explica que este año la plaga “será peor”, pues el calentamiento global y su influencia en las temperaturas hace que la oruga “no pase frío” y, por lo tanto, que haya muchos más ejemplares. La toxicidad de la procesionaria no proviene, precisamente, de los pelos más largos y visibles que presenta en todo su cuerpo. González apunta que son otros, los más pequeños y casi inapreciables, los que más daño hacen. Tanto que, en las personas, puede causar una serie de cuadros alérgicos, choques anafilácticos, escemas o ronchas, y si tienen contacto con los ojos, conjuntivitis o rinitis. Sin embargo, advierte de que la peor parte se la llevan las mascotas. Sobre todo, Ramón González señala el caso de los perros, pues por su curiosidad innata son los que más pueden acercarse a la procesionaria. Así, comenta que si un cánido llega a comerse una de estas orugas podría, incluso, llegar a morir. Y en el caso de que la escupa, sostiene que hay casos en los que hubo que cortar parte de la lengua.

Eso sí, esclarece que en ciudad, cuando llega esta época, se tienen mucho más controladas las zonas con pinos para evitar estos problemas y que es más habitual que esta especie esté en el campo y la sierra que en plena urbe. Indica que, en la zona metropolitana, lo más común es encontrarse con la oruga peluda (Ocnogyna baetica), una especie inofensiva pero de gran parecido a la procesionaria. El mejor método para diferenciarlas es la forma en que se mueven y relacionan. Mientras que la peluda forma grandes grupos y se mueve de forma independiente, la otra suele formar filas, una tras de otra, cuando se desplazan.