Cayetano Rivera, Premio Especial Mar de Olivos a veinte años sin parar en el ruedo
El torero representa la cuarta generación de una dinastía con cien años de historia y se retirará de los ruedos teniendo en su haber esta reconocida distinción, que recogerá el 30 de mayo, en la gala Jiennenses del Año 2024
2025 no será un año cualquiera para Cayetano Rivera Ordóñez (Madrid, 1977), un torero de prestigio que representa la cuarta generación de una dinastía con cien años de historia. Vive con ilusión el momento de su retirada de los ruedos justo en el centenario de la alternativa de su abuelo Antonio Ordóñez, Niño de la Palma, iniciador de la saga rondeña. El próximo 30 de mayo se unirá a la galería de ilustres galardonados con el Premio “Jaén, Mar de Olivos”, una distinción de la que pueden presumir personalidades de renombre internacional como Ana Belén, Víctor Manuel, Javier de Pecos, Mabel Lozano o El Gran Wyoming, entre otros, quienes se llevaron de forma simbólica su peso en aceite de oliva que, después, donaron a organizaciones que trabajan con la población más vulnerable.
Hijo de Francisco Rivera, Paquirri, nieto de Antonio Ordóñez, sobrino-nieto de Luis Miguel Dominguín y hermano menor de Francisco Rivera Ordóñez, tiene una biografía como para escribir un libro. Vivió su adolescencia entre el internado de Suiza en el que cursó el Bachillerato y en Santa Mónica Collage de Estados Unidos, donde estudió Producción Audiovisual, oficio que ejerció antes de dar el paso que marcó su trayectoria. Alguna vez se puso delante de las becerras con las que entrenaban en casa, pero la llama del toreo no se encendió en él hasta que cumplió los veintiséis años. Debutó como aficionado en el festival que la familia Rivera organizaba, en aquel tiempo, en Zahara de los Atunes, municipio natal de Paquirri. Aquel 12 de abril de 2003 actuó por primera vez en público vestido de corto y se preparó a conciencia para su debut de luces, que sus mentores querían que fuera directamente con picadores y, lógicamente, en la plaza de Ronda, tan vinculada un pasado siempre presente. Dicen que fue Curro Vázquez quien, en una habilidosa maniobra, hizo las gestiones oportunas para que Cayetano Rivera sumara las diez novilladas sin picadores obligatorias para el salto de escalafón un sábado de Gloria en el que vio cumplido un deseo, porque tampoco era un sueño de toda la vida ser torero. Enfundado en un traje de purísima y oro, uno de los colores preferidos de su padre, el debutante cortó cuatro orejas y un rabo y sorprendió por la hondura y el temple, de tal forma que salió lanzado al estrellato sobre el albero.
En 2005 ya tenía sumadas 53 novilladas con tratamiento de figura, incluso alternando con los más importantes matadores, como El Juli, Enrique Ponce, Rivera Ordóñez o Morante de la Puebla. De las 87 orejas que cortó, pesaron más las obtenidas en plazas como las de Granada, Oviedo y San Sebastián de los Reyes, pero también la que paseó en Bilbao o las tres que le concedieron en Zaragoza el 4 de noviembre, en la última actuación de una campaña en la que además se presentó en San Sebastián, Alicante, Algeciras, Badajoz, Málaga o Palma de Mallorca. En el parte médico, Cayetano Rivera anotó una herida en el escroto en Marbella, una rotura de fibras del gemelo derecho en Granada, una cornada interna en Zafra y una lesión de ligamentos del pulgar derecho. La carga de responsabilidad fue “in crescendo” con plazas de máxima categoría. Cortó orejas en las Fallas de Valencia, en San Sebastián y en Zaragoza y triunfó en su presentación en Sevilla. La alternativa tuvo carácter de acontecimiento. El escenario no podía ser otro que la Maestranza de Ronda, donde se celebraba a la vez el cincuentenario de la prestigiosa corrida goyesca. Ese 9 de septiembre de 2006, entre una gran expectación, su hermano Francisco le hizo matador de toros con el cuatreño Juicioso, de Zalduendo, y vistió el toricantano de turquesa con bordados en Azabache.
La carrera continuó imparable, con importantes apariciones en los ruedos jiennenses, de los que guarda buenos momentos en su memoria. En una entrevista publicada en Diario JAÉN el 2 de abril, dijo de Jaén: “Es una provincia muy taurina, hay mucha afición y tengo buenos recuerdos de corridas de toros por todo el territorio jiennense. De hecho, mi banderillero, que lleva conmigo desde el principio, es José Rus, que es de Jaén, así que tengo un gran vínculo con esta tierra en general”. También habló de su despedida de los ruedos: “Al final cumplo veinte años de alternativa, aunque no son veinte años en activo, ya que estuve retirado y luego vino la pandemia, pero en tanto tiempo ha habido un poco de todo. Ahora mismo estoy más centrado en disfrutar esta temporada”. El 30 de mayo estará en Jaén para contarlo.