El aroma de la naftalina

Redacciones ganadoras de las categorías en castellano y fotografías premiadas

20 jun 2019 / 08:42 H.

Ayer por la mañana una mujer fue hallada con un ataque de nervios a la entrada del colegio Gloria Fuertes.

Afirmaba que había viajado en el tiempo. La trasladaron inmediatamente al hospital para ver si estaba enferma. La policía confirma que es verdad. Hoy nos hemos puesto en contacto con ella para que nos cuente su increíble historia. Ella nos cuenta que al principio no sabía qué estaba pasando. De donde ella viene las televisiones son en blanco y negro, no hay móviles ni teléfonos tan modernos como ahora.

La ropa se lava a mano en lavaderos públicos y se seca al sol, no hay lavadoras ni secadoras. Cuando le mostramos una, dijo: “¿Qué es ese artilugio que marea la ropa dando vueltas?”

De internet ni hablamos. Los niños no tienen ni videoconsolas, ni tabletas, juegan en la calle todos juntos con pelotas, cuerdas y muñecos. También puede dibujar y escribir. La verdad es que están muy, pero que muy entretenidos.

La mayoría de las mujeres se dedican a las labores de la casa y a cuidar de la familia, tanto de los niños pequeños como de las personas mayores.

En las casas no hay agua, no sale de los grifos, hay que ir con cántaros a las fuentes para llenarlas de agua. Allí las personas no viven tanto tiempo a causa de que no hay tantas mediciones como ahora, ni vacunas, ni tantos avances para hacer operaciones.

La chica está preocupada porque no sabe cómo volver a su tiempo, pero tiene claro que prefiere esta época.

Al ser una mujer tiene aquí más oportunidades de estudiar, trabajar, conducir, votas... además, quiere trabajar para que la sociedad sea aún mejor.

Los científicos están investigando cómo ha podido viajar esa mujer del pasado a nuestra época. Mientras tanto la gente quiere conocer a esa chica misteriosa, pero aún no podemos desvelar su identidad.

¿Están ustedes seguros de querer saber qué piensa un niño de 12 años de la sociedad actual? Lean atentamente.

Para mí, la sociedad actual sigue siendo machista. Cada mañana, cuando desayuno con mi padre, aparece alguna noticia en la que una chica sufre en manos de un hombre. Y eso me entristece. Veo una sociedad con la mirada perdida en el móvil, la tablet o cualquier otro aparato que, en lugar de hacernos la vida más fácil, nos alejan de los demás y nos impide disfrutar de cosas tan sencillas como la naturaleza. Esta sociedad en la que vivo está cargada de estrés y violencia, y aunque creo y espero que ésta sociedad cambie, me parece que voy a tener que esperar para que eso ocurra. A esta sociedad, lo que mejor se le da es ensuciar y contaminar el mundo. Es como si no le importase lo que le pueda pasar al planeta. Odio ver animales sufriendo por la contaminación del hombre, plásticos que convierten los océanos en vertederos, animales asesinados por cazadores o personas que disfrutan viendo sufrir a animales.

Aunque a mí este tema no me interesa, me gustaría mencionar a los políticos. No entiendo cómo las personas que deberían preocuparse por mejorar la sociedad, se pasan todo el tiempo discutiendo, comportándose justo al contrario de como nos enseñan en mi instituto. Deberían ser un ejemplo.

Me cuesta entender que haya niños de mi edad arriesgando sus vidas en el mar, huyendo hacia una vida mejor para encontrarse con el rechazo de mi sociedad. Sin embargo, agradezco que haya personas que decidan dedicar su vida a ayudar a los demás, gente desconocida que se convierte en héroes de carne y hueso. Ojalá estas personas fuesen el ejemplo de mi sociedad, valientes que no dudan en abandonar la comodidad de sus hogares para acudir allí donde los necesitan. Médicos, bomberos, maestros, misioneros, etcétera, que no dudan en poner su vida en juego por ayudar a los demás. Lástima que estas personas anónimas aparezcan poco o nunca en los medios de comunicación.

Si no les gusta leer lo que pienso, tal vez no deberían preguntarle a un niño de 12 años cómo ve la sociedad actual.

La Historia la escriben los vencedores. Cuando Miguel Ángel pintó “El Juicio Final” en el mismo muro de la Capilla Sixtina, el centro de la todopoderosa Iglesia Católica, tuvo que venir un pintor a vestir a los personajes porque al Papá no le convenció que los santos estuvieran como Dios los trajo al mundo. Cuando El Greco pintó el “Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana” fue repudiado por Felipe II al no ajustarse al canon de la Contrarreforma igual que al pintar “El entierro del Conde Orgaz” se tapó con un paño la corte celestial por osar representar la Gloria de forma distinta. Cuando Albert Einstein descubrió la Relatividad Especial, en 1905, no recibió el Nobel porque, sencillamente, el físico encargado de ello no entendía la teoría. La Historia ha sido escrita, y pintada, por genios incomprendidos adelantados a su tiempo.

Como diría Friedrich Nietzsche, aquello que hacemos nunca es comprendido, solo es acogido por elogios y críticas. ¿Qué somos los adolescentes? Los adolescentes somos Miguel Ángel, somos El Greco, somos Einstein: somos el gato de Schrödinger, a la vez nadie nos entiende y a la vez todos dicen que somos el mañana. Citando a Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Nosotros representamos este nuevo mundo, pero ¿y si ese nuevo mundo es más oscuro que el anterior? ¿Y si el remedio es peor que la enfermedad? Estamos sometidos a una presión brutal, se nos confía el sino del mundo mientras que se nos llama inútiles y estúpidos.

Todo fluye, como decía Heráclito de Efeso, todo cambia, nada permanece igual, cada aliento que sentimos el distinto del anterior, pero aún así, todo se repite, estamos condenados al eterno retorno y es que un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Siguiendo la dialéctica de Hegel, nuestra Historia lleva escrita, y pintada, desde mucho antes de que existiéramos.

Como dijo Calderón de la Barca, la vida es un teatro en el cual cada uno tiene un papel que representar, un destino, una historia. Somos actores, mas también somos directores de nuestra vida.

¿Qué somos los adolescentes? Somos la “terribilitá” de Miguel Ángel, parece que estamos muertos por dentro mas somos un volcán a punto de estallar, somos los protagonistas de “Crónica de una muerte anunciada”, somos Jaén y vemos la sociedad, como Jaén ve a España: formamos parte, pero no somos más que perros abandonados. Citando a Nietzsche: “Solo cuando construimos el futuro tenemos derecho a juzgar el pasado”. La Historia la escriben los vencedores y nosotros somos los 300 espartanos de las Termópilas.

La sociedad es el conjunto de personas que se relacionan entre sí de acuerdo a unas determinadas reglas de organización, en un tiempo determinado y en un lugar. Compartiendo cultura. Si nos atenemos a esta definición, se han perdido los valores que relacionan este concepto, porque en la sociedad actual esos valores se han quedado en el olvido.

Al abrir los ojos vemos el mismo amanecer día tras día, año tras año. Pero lo que no vemos es a las personas de la misma manera, pues tenemos un deterioro de la capacidad de convivencia. Las cosas han cambiado mucho en poco tiempo. Hemos llegado a apreciar diferencias asombrosas en muchos aspectos, sobre todo en tecnología, salud, trabajo, familia, educación, libertad, respeto a los demás, y tantas otras cosas que suponen nuestra sociedad actual. Esto deja mucho que desear de los valores de antaño.

Esta sociedad, que se rige mayormente por la vía informática, hace sus contactos, amistades, comunicaciones, compras y demás por esta vía tan impersonal y, a la vez, tan floreciente. Está haciendo que seamos introvertidos, egoístas, soberbios, codiciosos, sedentarios e ignorantes. Nos está llevando de la mano a un caos total.

Hemos llegado a entablar conversaciones, hacer amistades, solicitar documentos, leer y escuchar libros... Todo hacerlo por esta vía tan impersonal y hacer que se pierdan esos valores ancestrales de comunicación humana. ¿Dónde están los días en que se hablaba con la gente que encontrabas por la calle?. Cuando te pasaban una receta que venía de tiempos pasados, cuando había tiempo para charlar, para jugar en la calle, para contar historias y chistes, cuando nos sentábamos en la mesa junto a nuestros mayores y revivían una y otra vez las anécdotas de su pasado. Quedaron atrás las calles llenas de chiquillería en las noches de verano junto a los vecinos que se arracimaban en las puertas y nos gritaban que no hiciéramos tanto ruido. También quedaron atrás las personas que iban a la compra y tenían tiempo para charlar y pasear.

Todo esto ha quedado en el olvido y lo hemos reemplazado por el móvil y el ordenador en una sociedad tolerante, donde vamos derechos a una destrucción total, con guerras, drogas, hambre y una destrucción del planeta. No hemos tomado conciencia del daño que hemos hecho en el pasado y seguimos haciendo en el presente para poder tener un futuro mejor.