Carta de un bombero de Jaén a los que lanzan colillas a las palmeras

“El humo, las llamas, los gases y el calor tomarán el camino ascendente por tu escalera y pondrás en riesgo la vida de todo el bloque en el que vives”, reza el escrito de Manuel Cortés

13 jul 2016 / 20:18 H.

Las redes sociales siguen postulándose como el mejor buzón de quejas y sugerencias posibles para todo aquel que encuentre alguna actividad susceptible de ser mejorada o alguna actitud digna de rechazo. En este caso, un cabo de bomberos de Jaén, Manuel Cortés, ha utilizado Twitter como plataforma para condenar la conducta de algunos ciudadanos de la capital que han tomado por costumbre lanzar colillas a palmeras de vías públicas. La carta intenta razonar, en un ejercicio apocalíptico de imaginación, todas las consecuencias nefastas que podrían acarrear un simple chispazo de un cigarro mal apagado que cae a un árbol. Aquí el texto completo publicado por Cortés en su perfil de Twitter:

“Estimado/a vecino/a:

Permíteme que me dirija a ti y que te tutee. Sabrás que no es nuevo, más que nada porque tú eres el causante de que la palmera por debajo de tu casa salga ardiendo, que nos desplacemos con frecuencia a apagarla.

Me gustaría recordarte que por el momento la disciplina de papirote colillérico no se encuentra incluida dentro de las pruebas oficiales en el calendario olímpico y mucho me temo que tampoco lo será en sus próximas ediciones.

Por este motivo que te acabo de citar es por lo que te recomendaría que dedicases todos tus esfuerzos en desarrollar el dedo anular, que usas para proyectar la colilla de tu cigarro, en otras maniobras tanto personales como en pareja que seguramente te proporcionarán mayor placer que ver cómo arde una palmera.

Si lo que acabo de exponerte no te convence, voy a darte otro motivo. Las palmeras que usas como diana aprovechando la cobardía de las horas nocturnas para que quede salvaguardada tu identidad, están próximas a las ventanas abiertas de tus vecinos. Como hace calor, tus vecinos, esos que saludas cuando subes con ellos en el ascensor, tienen las ventanas abiertas para aprovechar cualquier brisa que le haga más llevadera la noche. Ese airecillo puede trasladar algún resto de la palmera que tú usas como cenicero. Imagina por un momento que esa parte incandescente prende las cortinas de tu vecino que acaba de rendirse en brazos de Morfeo tras un largo y duro día de trabajo. Imagina por un momento que las cortinas propagan el incendio al resto del piso. Imagina por un momento que tu vecino se despierta al percatarse del incendio y huye de su casa dejando tras su paso la puerta de su vivienda abierta.

Te voy a pedir que sigas haciendo un ejercicio de imaginación porque esto puede que no termine ahí. El humo, las llamas, los gases y el calor tomarán el camino ascendente por tu escalera de tal forma que inundarán todo ese espacio y pondrás en riesgo la vida de todo el bloque en el que vives y en el que te incluyo a ti, lanzador de colillas por el método ancestral del papirote. No quiero cansarte mucho porque seguro que tienes muchas cosas que hacer y por eso no te voy a explicar lo que podría ocurrirte en el caso de que algún vecino o la policía te identificaran como autor de usar la palmera como cenicero, sin contar tampoco con la cantidad de dinero que te haría falta para indemnizar a tus vecinos por los daños materiales o personales causados por ti.

Aunque puede que esto último no llegara a suceder porque te hubieras convertido en una víctima de tu propia “costumbre” y termines con tu vida al verte encerrado en un incendio que tú mismo has provocado por tirar la colilla a la palmera para comprobar tu puntería.

Ya sabes, amigo/a, un cigarro puede matarte.”