04 nov 2019 / 12:12 H.
    Un auténtico fenómeno social digno del más prestigioso estudio

    Llegó al Teatro Infanta Leonor sin publicidad previa, sin convocatoria pública a los medios de comunicación y sin más cera que la que arde. Sin embargo, desbordó el espacio escénico de gente, porque dentro no cabía un alfiler y fuera, en la explanada, la cola era más larga que un día sin pan. El presidente de Vox, Santiago Abascal, demostró que es un auténtico fenómeno social, capaz de atraer a público de todas las edades, juventud incluida en un sector, el político, que repele a los de corta edad. De todos los candidatos, es el que menos se expone a las cámaras y a las entrevistas y, por aquello de que es también el que menos tiene que perder en la convocatoria electoral, ahonda en las promesas de las soluciones fáciles y remedios de curandero que topan con la ciencia y se acercan más a la otra ciencia, la de ficción. El caso es que se ve que entre la multitud se crece, porque cala el mensaje del garrotazo limpio —políticamente hablando— en una sociedad necesitada de resolver y simplificar los conflictos. Amigo de los megáfonos y enemigo de los micrófonos, su ideario se ve amplificado a fuerza de titulares y sensacionalismo popular. Su promulgada revolución de hábitos le convierte en una solución desesperada.