“Las mujeres lograremos el papel que nos corresponde legalmente”

CArmen Castillaálvarez

16 mar 2020 / 12:34 H.
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2020 será un año importante para el futuro de la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato que renueva su dirección con el fin de hacer frente, con fuerza, a los nuevos desafíos que tiene la comunidad andaluza. Carmen Castilla Álvarez (Écija, 1968) ensalza la necesidad de que la organización esté presente en los órganos de participación de la Administración autonómica para que los trabajadores sean el centro de las políticas. La directora general de UGT en Andalucía muestra su preocupación, además, por los efectos adversos del coronavirus. Mantiene la distancia de seguridad y omite el tradicional saludo.

—Un grave problema el que se nos ha venido encima...

—El problema que hay es que no tenemos una cultura de salud pública en España ni en la Unión Europea y aquí opina todo el mundo. Los impactos que tendrá el coronavirus en la salud y en el empleo son incalculables y el escenario es de incertidumbre. Lo que está claro es que será a costa de la clase trabajadora, otra vez los empleados somos los que vamos a pagar, por la irresponsabilidad de alguna gente, no de las autoridades sanitarias, que son a las que hay que hacer caso.

—¿Cómo ve el trabajo de la Junta en esta crisis?

—Nos reunimos con el presidente, el vicepresidente y el consejero de Salud y les transmitimos que valoramos las medidas de contención de un virus que no sabemos cómo se va a comportar todavía, aunque más o menos se ve por la experiencia en China y en otros países y, sobre todo, reforzar los servicios públicos, esos cuatro mil sanitarios que son más que necesarios. Conozco muy bien el Servicio Andaluz de Salud, que es la empresa en la que trabajo desde hace treinta años. Estamos a disposición del Gobierno para todo aquello que pueda hacer la organización sindical, que se pueden hacer muchas cosas, sobre todo a través de nuestros delegados en empresas y administraciones públicas.

—¿Cómo está el sindicato UGT en Andalucía?

—Mucho mejor que en enero de 2014, que fue cuando yo entré. 2020 será un año importante, porque renovamos nuestros órganos congresuales. Estamos ahora con un mecanismo que es desde la estructura más cercana a la estatal, por lo que en breve serán los congresos provinciales, tanto de las federaciones como de las uniones territoriales, y el de UGT en Andalucía es en octubre.

—Da la impresión de que tiene pensado presentarse...

—Todavía no lo tengo decidido. Tengo 51 años, una trayectoria profesional en el mundo de la sanidad y la gestión sanitaria y me he dedicado a la investigación, que son cosas que me gustan muchísimo... Todavía no tengo nada planteado, ahora toca renovar las provinciales y que, en el caso de Jaén, quede reforzada. Manuel Salazar tiene todo mi respaldo y espero que se presente, porque ha hecho una labor por la salud económica, laboral y demás de los trabajadores magnífica.

—¿Cómo está la UGT en Jaén?

—Me llama enormemente la atención la presencia institucional que tiene, de matrícula de honor. La salud de la que goza UGT en Jaén se ve en los resultados que demuestran que somos la primera fuerza sindical desde hace muchos años.

—¿Amaina la tormenta ante una crisis judicial como la que atraviesa el sindicato?

—Tengo formación como jurista y soy amante del cumplimiento de la ley. Sí es cierto que nosotros no hemos recibido ayuda alguna desde que soy secretaria general, vivimos de nuestras cuotas y quien diga que somos un sindicato subvencionado es un mentiroso. Lo que pasa es que esto es un mantra que, finalmente, terminará con la acción de los jueces, que son quienes dirán si los hechos son constitutivos de delito, ni son los medios de comunicación ni los políticos. Yo les recomiendo que estudien Derecho y se presenten a las oposiciones de Judicatura, que son 361 temas. Que se vulnere continuamente la presunción de inocencia es algo que me parece irrespetuoso e irresponsable por quien lo hace. No todo vale. Sin embargo, esto que estamos sufriendo no nos ha impedido ganar elecciones sindicales y aumentar en afiliaciones, con 1.500 nuevas cada mes. Los trabajadores confían en la UGT, un sindicato con 131 años, con mucha historia y con mucho músculo. Todo se aclarará, lo que pasa es que los tiempos judiciales son unos y los políticos, otros.

—¿Cómo ve la acción del nuevo Gobierno en Andalucía?

—Hemos tenido ya nuestros rifirrafes, por decirlo de una forma suave. El presidente está interesado por el diálogo social, cosa que le agradezco, pero luego hay mensajes contradictorios.

—¿A qué se refiere?

—Me refiero a lo último que hemos vivido, con la aprobación de un decreto de aunar las medidas administrativas en cuanto a las inversiones que vienen a nuestra tierra. Nosotros pedíamos desde hace mucho tiempo la simplificación de los trámites para las empresas que se quieren asentar en Andalucía, pero no sabemos nada del decreto y lo que nos tememos es una desregularización que afectará a 21 leyes. UGT no ha visto el decreto, sabemos que lo han negociado con la patronal, pero en el diálogo social, tal y como establece la Constitución Española, es también de los sindicatos y los empresarios.

—El decreto busca colocar alfombra roja a las inversiones.

—Pues no lo sé para lo que será, porque como no lo he visto ni me lo han consultado... Es que el decreto afecta al horario de los trabajadores, la sostenibilidad medioambiental... Estoy hablando por lo que me cuentan y leo en los medios de comunicación.

—¿Ese es el principal cambio que ha notado?

—Se notan también las políticas relacionadas con la igualdad. Las mujeres hemos conseguido una serie de derechos, que son innatos a nuestra personalidad jurídica, pero cuando se niegan y se asumen discursos de otros partidos que no creen en la violencia de género, que la llaman de otra manera y que rechazan la brecha salarial, yo lo lamento mucho, pero es que las palabras no son inocuas, sino que tienen una gran carga significativa detrás. Pongo el ejemplo del coronavirus. Vamos a ver cómo soporta esto el sistema sanitario público, que siempre hemos dicho que hay que reforzarlo, porque desde el decreto de 2012 de racionalización, maldito, las tasas de reposición no se han cubierto. La consecuencia es que no se cubren las bajas y tenemos una población sanitaria con una media de edad determinada, nuestros profesionales jóvenes se van fuera, y lo que pedíamos era que se estudiaran las posibilidades que tiene Andalucía, donde la esperanza de vida se ha disparado, gracias a los adelantos sanitarios o epidemiológicos, para adecuar esas necesidades a la plantilla del Servicio Andaluz de Salud. Y también, por ejemplo, me refiero al decreto de Educación, que tenemos que aguantar que algún consejero diga que la huelga es ideológica. Las huelgas son para defender los derechos de los trabajadores y, por ende, de la ciudadanía. A mí ningún consejero me va a decir cuándo tenemos que hacer una huelga, cuestionar eso o tildar de fracaso una huelga... Yo creo que es la primera vez en la historia de Andalucía que un político nos dice si la protesta ha fracasado o no. Son reglas del juego que no se pueden alterar.

—¿Qué le parece mal del decreto de escolarización?

—Tiene un artículo que da vía libre a que exista más trasvase de la pública a la concertada, por lo que habrá menos inversión para la primera que para la segunda.

—Pero la UGT defiende también a los trabajadores de la concertada, ¿no es así?

—La UGT de Andalucía y la Federación de Servicios Públicos defendemos a todos los trabajadores, pero no podemos permitir que desaparezca la pública. Y eso sí es ideológico, y no la huelga.

—¿Hasta cuándo habrá que reclamar en la calle la igualdad?

—Uf (sonríe). Lo primero es que la transversalidad de la educación en igualdad debería ser una asignatura obligatoria. Los estereotipos deberían de desaparecer, eso tiene mucho que ver con la educación. Y, por otro lado, las leyes están para cumplirlas. La igualdad tiene que ver mucho con el tema educacional. Hay una brecha digital importante entre hombres y mujeres, es decir, no existe formación específica para las nuevas profesiones que hay, de tal forma que habrá nuevos nichos de trabajo y las administraciones públicas, que son las que tienen que dotar de formación porque es un derecho del trabajador, no están respondiendo. Las mujeres no se deciden por las carreras de ciencias, matemáticas y tecnología, que son aquellas en las que existe más correlación entre los estudios y un puesto de trabajo, un verdadero problema, porque si no hay igualdad salarial, no hay igualdad de oportunidades. Los expertos decían que cien años, pero el discurso de negacionismo hará que se retroceda. A mí me llama la atención enormemente lo que molesta a algunos políticos las manifestaciones del 8M, me preocupa escuchar ese discurso y, además, a gente joven, porque la lucha por la igualdad empezó como un derecho sindical en 1875 con la muerte de aquellas mujeres que reivindicaron que cobraban menos que los hombres. Curioso, todo tiene un origen. Queda mucho tiempo para alcanzar la igualdad, pero nosotros no vamos a desfallecer.

—¿Cómo ve el trabajo de la mujer en el campo?

—Con muchos problemas, porque, además, es una de las inquietudes que me transmiten desde Jaén. Es una profesión muy masculinizada y, además, se han puesto muchas cortapisas históricas al papel del aprendizaje y la adquisición de habilidades en la mecanización, cuando desde el punto de vista neurocognitivo tenemos las mismas capacidades que los hombres. A mí me llama la atención que no haya oportunidades, lo que demuestra que es un síntoma de todo lo que nos queda por avanzar, pero estoy convencida de que las mujeres conseguiremos el papel que nos corresponde legalmente.

—¿Apoya las movilizaciones del campo andaluz?

—Las apoyamos a través de nuestra organización hermana, que es la UPA, porque los pequeños agricultores, que son los que generan empleo, ven que cuesta cada vez más producir y que ganan dinero los que están al final de la cadena. Yo he escuchado decir al responsable estatal de la UPA que él está de acuerdo con la Subida del Salario Interprofesional, que el problema está en el origen de las protestas: que haya seguridad en la cadena para que se paguen precios justos.

—¿Cree que se ha empezado la casa por el tejado?

—Con todos mis respetos, el impacto no es tan tremendo en destrucción de empleo ni en la estabilidad de los agricultores. Yo me fío de los expertos, que son los que cultivan la tierra y, a través del asociacionismo, nos transmiten sus inquietudes y, desde luego, no ven la subida del Salario Mínimo Interprofesional como un problema.

—¿Qué le preocupa?

—En la foto fija del momento nos preocupa mucho el coronavirus, porque el impacto que tendrá en el empleo no lo sabemos, con los ERTES y los ERES como excusa. Si apartamos la foto fija, el tema que nos preocupa es el desempleo. No bajamos del 20% y, si cogemos a las mujeres andaluzas, hay siete puntos de diferencia con los hombres. Todavía más, si hablamos de los jóvenes, el 40,7% del desempleo es juvenil. ¿Qué les vamos a ofrecer? Necesitamos empleo de calidad, que no esté ligado a la estacionalidad, y eso pasa por la reindustrialización. También necesitamos seguridad para nuestros trabajadores y, sobre todo, la transición justa, porque habrá nuevas formas de producción y exigencias y nuestra pregunta es qué hacen las administraciones y las empresas para adaptarnos al modelo que nos piden desde Europa.

—¿Considera que los fondos de la ITI contribuirán a mejorar la situación en Jaén?

—Las ITI que hemos tenido en Andalucía nos dicen que no han desarrollado todo el presupuesto europeo, pero es cuestión de poner toda la carne en el asador, porque puede ser un buen germen para la creación de empleo, sobre todo porque son inversiones ligadas a trabajos de calidad. estamos a disposición para que se desarrolle todo el presupuesto, hay que ser optimista y proactivo.

—¿Hemos salido de la crisis?

—Algunos. Desde 2014 se ve un movimiento positivo en las cuentas de resultados de las grandes empresas, pero esa recuperación no ha llegado a los trabajadores, porque si eso hubiera sido así, el trasvase entre las rentas del capital y el trabajo hubiese sido justo, pero mientras no exista la derogación de las reformas laborales no vamos a conseguir esa justa nivelación de la balanza.

—¿Qué visión hay de Jaén desde Sevilla?

—Yo, como soy de Écija... En serio, desde Écija o desde Sevilla, Jaén se ve como una tierra de oportunidades. La centralidad que hay en Sevilla, aunque me gusta recalcar que no soy de allí, no es cierta. Eso será un tópico y yo creo que es una provincia sometida a adversidades a lo largo de la historia y que ha sabido aprovecharlas para crecer. Lo que se hace en Jaén no se hace en el resto de Andalucía y pongo por ejemplo Valeo, que los andaluces no saben lo que está produciendo ahí gente muy cualificada. Jaén tiene mucho que decir en el conjunto de la comunidad, pero los jiennenses se lo tienen que creer. El cariño y el calor que siento cada vez que vengo aquí no lo siento en otro sitio.

Jaén