“Un artesano de la pastelería y un hombre ejemplar”
El fundador de la Casa de las tartas, Salvador Gutiérrez Peña, deja una huella imborrable

E l popular industrial jiennense Salvador Gutiérrez Peña será siempre todo un referente para los amantes de la repostería y la pastelería y para el mundo de la empresa en general, mucho más en el caso de la provincia de Jaén. Fue muy conocido por su tradicional establecimiento en la ciudad, La casa de las tartas, un negocio enraizado en el barrio de San Ildefonso con el que endulzó a la capital desde el año 1975, gracias al apoyo de su esposa, Dolores. Su reciente desaparición ha generado, además de muchas lágrimas, palabras llenas de sentimiento que dejan clara la calidad humana y profesional del recordado pastelero. “Yo sé que él no lo necesita, porque sus valores, no solo a nivel familiar, también a nivel profesional como el más humilde de los pasteleros de esta bendita tierra del Santo Reino de Jaén, están muy por encima de cualquier elogio de sobra merecido, pero es que Salvador, mi tío, hace alrededor de cincuenta años fue mi padrino de pila, y luego se convirtió en mi maestro y mecenas en mi oficio, lleno de bizcochos, de cremas, de natas y merengues, de hojaldres, de mermeladas, de chocolates, golosinas y bollerías, de peladillas y confites...”, declaró para este periódico su sobrino Jesús Pachón de la Torre el pasado año, cuando Salvador Gutiérrez Peña celebró su noventa y un cumpleaños.
María Dolores Gutiérrez. Hija. “Papá, estos años contigo han sido maravillosos, he vivido y compartido contigo tus vivencias, cuando murió “mama” te quedaste desolado y triste porque fue la mujer de tu vida, pero he intentado y logrado alegrarte los últimos años de tu vida. Me llenaba de orgullo el verte volver a sonreír, salir contigo a tomar el aperitivo y juntarte con mis amigos a los que dejabas embelesados con tus historias, yo veía que aunque tenías unos años más, te sentías a gusto conversando con nosotros. Hemos compartido muchas horas solos los dos en casa y hemos hablado de muchos temas y viendo “muchos partidos de fútbol” que sabes que no me gusta pero, que ya hasta comentaba las jugadas para animarte y entretenerte. Doy gracias a Dios por haberte tenido como padre, me has dejado un vacío muy grande pero sé que ahora estás contento porque ya estás con mamá. Te quiero, papá”.
Marta Jiménez. Nieta: “Te fuiste. Me dejaste con el corazón roto en mil pedazos. “Ley de vida”, dicen... pero, ¿quién está preparado/a para perder un amor tan grande? Me has dejado con toda una vida por delante para recordar cada uno de los momentos que he vivido contigo. Nuestros paseos, nuestras risas, nuestras conversaciones, nuestros besos, nuestros viajes, nuestras lágrimas recordando al amor de tu vida... Momentos que quedan para ti y para mí. Has dado a todos/as una lección de amor y trabajo que hará que no podamos olvidarte jamás. Ya estás con tu Lola, tu amada Lola... Ahora os imagino a los dos, comiéndoos a besos, abrazados y cuidando de nosotros/as. Y a ti, mamá, que ni si- quiera sabes que estoy escribiendo esto, gracias. Gracias por haber demostrado ser una hija ejemplar, por haber sido sus pies y sus manos y por inculcarme, junto a mi padre, el amor y el respeto hacia las personas mayores. Abuelo, te llevas un trocito de mí y yo me quedo con otro de ti. Así, de una forma u otra, nunca estaremos lejos”.
Yo, Miguel Ángel Pachón Serrano, sobrino de Salvador Gutiérrez Peña, maestro de maestros, empecé a trabajar con él en el año 1982. Nací en el mismo edificio del obrador, lugar donde se fabricaban todos los dulces y donde vivíamos parte de la familia. Mi tía Dolores y mi tío Salvador comenzaron a fundar la Confitería La casa de las tartas y años después de trabajar con Justino Siles decidió dar el paso de montar su propio obrador. Mi tío Salvador delegó su confianza en Julián Martínez para así enseñarnos a nosotros bajo los mandos de él y mi tía. Así se formó una empresa artesana familiar en la que tanto el jefe como sus empleados formábamos una familia la cual estaba formada también por mis primos Juan Pedro, Salvador y Mariola. Con todos los conocimiento de este gran pastelero y su sabiduría de oro pudimos aprender a formar una empresa pastelera la cual hoy día es muy conocida en esta ciudad. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia él por trasmitirme que la constancia y la dedicación hacia esta profesión y la utilización siempre de las mejores materias primas y el buen servicio al cliente hacen que formemos lo que hoy día somos. Siempre te recordaré a ti y a mi tía Loles mientras viva”.
Julián Martínez Sánchez. Compañero y amigo: “Hace cincuenta y cinco años que empezó nuestra andadura en el mundo de la pastelería. Todo comenzó cuando yo siendo un niño de tan solo 12 años empecé trabajando en la ya desaparecida Confitería Gómez. Allí estabas tú, Salvador, mi compañero y amigo. Entre tartas y dulces se forjó una gran amistad. Pasados varios años nos fuimos a otra pastelería, Siles Écija, y allí fue donde él me enseñó todo lo relacionado con la pastelería. Juntos formamos un gran equipo, el mejor modo para ser un buen pastelero. Ya por los años 70 Salvador decidió abrir su propia pastelería, la famosa La casa de las tartas. Otra vez más volvió a confiar en mí para trabajar codo con codo junto a él y a su esposa Dolores. Aquí fue donde realmente descubrí a Salvador como persona, maestro y un padre para mí. Durante todo este tiempo me enseñó no solo a hacer pastelería artesana sino también pastelería artística, haciendo exposiciones en varios lugares de la comarca. Junto a él y su esposa no solo crecí como pastelero sino como persona por sus valores, por su manera de tratar a sus trabajadores. Porque cada día nos mostraba que con esfuerzo, constancia y trabajo toda faena podía salir adelante. Siempre demostrando su respeto hacia mí y mis compañeros. Ya solo me queda decirte gracias por estos cincuenta y cinco años de mi vida trabajando junto a ti, gracias por hacerme parte de tu familia, por ser uno más. Por todas nuestras vivencias buenas y no tan buenas, por ser como un padre para mí y estar presente en todos los acontecimientos importantes de mi vida. Me despido de ti para siempre, espero que estés junto a tu Loles. Gracias, Salvador”.
Luis Salas Huertas. Compañero y amigo: “Salvador fue mi maestro junto con mi padre, cuando los dos trabajaban en el Ideal Bar y yo era solamente un aprendiz, allá por la década de los 50. Fue como un segundo padre para mí, cariñosísimo, simpático, sin miedo al trabajo..., un hombre ejemplar, desde luego. No quedan ya personas como él. Era un artesano de la pastelería y todos los recuerdos que tengo de él son buenísimos y me sirvieron mucho después, cuando me establecí por mi cuenta y fundé la Pastelería El Paraíso. Cuando Salvador se salió del Ideal Bar para montar su propio negocio, todos nos alegramos mucho por él, y yo he mantenido la amistad hasta su muerte”.