Alegres vivas por la Pastora

La procesión de la Santísima reúne a centenares de fieles a su paso por la capital

29 sep 2019 / 11:18 H.

Justo sonaron las sonoras campanadas que anunciaban las seis de la tarde, cuando el tenue crujir de las puertas del templo de San Ildefonso llamó a las miradas de centenares de fieles que se apostaron en la plaza homónima para ver a su Divina Pastora de las Almas. Con las maderas ya abiertas, el estandarte que abrió la cometida anduvo los primeros pasos con el murmullo perpetuo de los jiennenses que ya ansiaban ver a la Santísima cruzar el dintel de la puerta.

Esta es una de las procesiones que, en la capital, refleja una mayor alegría y regocijo. Casi con total seguridad, esta pueda ser una de las favoritas de los más pequeños, pues no solo fueron muchos los que acompañaron a la Señora en su día grande, sino que entre los numerosos vivas que se lanzaron a su paso por la ciudad, algunos encontraron a su inspirador en una voz infantil. Y cuántos se escucharon cuando la imagen de la Virgen, en su advocación de pastora, comenzó su travesía en la pasada tarde.

Su salida del templo congregó la mayor atención, no solo por la siempre llamativa belleza de ver un trono en este momento tan importante en la procesión, sino también por la complejidad que puede llegar a tener para los costaleros de la Divina Pastora de Jaén. El motivo principal es el característico olivo que corona la estructura, pues añade unos metros más a la composición del trono. Aunque no es la única decoración que se pone a los pies de la Santísima. No hubo un solo espacio que no estuviera milimétricamente completo con flores de hermosos colores que resaltaban, con tanto esmero, la belleza de la Virgen. Pequeñas palomitas blancas se escondían entre los pétalos, casi imperceptibles, pero esenciales en un conjunto floral armonioso. De vez en cuando, justo cuando el sol de media tarde caía sobre la imagen, algunos destellos dorados se escapaban de los ribetes de oro del sombrero que cubre la sien a la Señora, de su aureola y de las pequeñas campanillas que cuelgan de los dos corderos que la acompañan. No es para menos que, a su paso, cautivara a todos los devotos sin necesidad, si es que la tuviera, de esforzarse.

La primera petalada no tardó en caer de los cielos por la Divina Pastora de las Almas. Fue en la mismísima calle Ignacio Figueroa, casi a los pies del templo. Cientos de pétalos de rosa la bañaron como una pura muestra de amor y, en respuesta, la Santísima realizó una pequeña parada para recibir todo ese cariño en forma de flores. Y prosiguió su camino para atravesar Bernabé Soriano, con su rostro fijo en la Catedral. ¿Cuántas fotografías se hicieron a la imagen con las torres de Santa María de fondo en ese momento? Seguramente, incontables. La luz rosada del atardecer hizo, además, que fuera casi irresistible no querer plasmar ese recuerdo y conservarlo para siempre. De hecho, algún que otro costalero, tras hacer el relevo, se apresuró a coger su teléfono y “atrapar” la hermosura del ocaso con su Señora brillando más que nunca. En su procesión, la Divina Pastora de las Almas estuvo, así, más que arropada por sus fieles jiennenses, que nunca le fallan y que, en su recogida, dejaron largos aplausos y fervorosos vivas a las puertas de San Ildefonso.