Adopción más personalizada

La Asociación Huella de Jaén recoge animales abandonados y los ayuda a encontrar un hogar

10 oct 2016 / 11:24 H.

S olidaridad con los animales. Pedro Espino creó, el pasado verano, la asociación Huella de Jaén, que cuida y busca un hogar para las mascotas abandonadas. Lleva dos años en la tarea de recogerlos, “adecentarlos” y ponerlos en adopción.

Cuenta que la razón para dar el paso fue que muchos perros estaban a su nombre y la legislación andaluza solo permite tener a cinco: “Esto me daba problemas cuando iba al veterinario y, de esta forma, se solucionó”.

Actualmente posee diez animales en una zona habilitada para ellos, y en casa acoge cuatro perros y dos gatos. “Ya no puedo coger más”, confiesa. Espino afirma que no quiso “meter muchos”, ya que busca evitar las jaulas y que, dentro de sus posibilidades, “estén bien atendidos”.

El fin de “Huella de Jaén” es la adopción. “Les damos un bienestar y los cuidamos durante cuatro o cinco meses hasta que les encontramos una casa de acogida o un hogar”, asegura. Prefiere trabajar en pequeños grupos, más que como gran protectora, “así se personaliza cada caso mejor, al animal se le da un trato especial y es más fácil adoptarlo después, porque está socializado y acostumbrado a las personas”.

“Necesitamos que la gente adopte para poder seguir recogiendo”, recuerda Espino, y habla de las redes sociales entre los animalistas: “Son un arma de doble filo, ponen en un compromiso. Es positivo para dar visibilidad al animal, pero también crea una sensación de impotencia cuando llegan mensajes pidiendo ayuda y no se puede hacer nada”.

comienzo. Su historia empezó con Perla. “Era una perrita que recogí en medio de la carretera. La habían atropellado y se la estaban comiendo los gusanos. Yo ya tenía dos perros en casa, no me la podía quedar, las operaciones eran caras y pedí ayuda”, narra, y explica su final agridulce: “Fue adoptada y vivió tres años. Pero estaba muy enferma y su familia vino desde Holanda para conocerme y poder despedirla”.

El caso de Mila es estremecedor. “No tenía pelo, por la desnutrición”, pero es “impresionante” el cambio que dio el animal con los cuidados y el cariño necesarios. “Ahora ella es feliz, se le nota en la cara”, asegura Espino.