Adiós a Casa Paco, un emblema jiennense

El último establecimiento a pie de calle busca inversor antes de cerrar para siempre, aunque la fábrica continuará abierta y las patatas fritas estarán en los supermercados

16 nov 2021 / 13:19 H.
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Fue en una boda familiar celebrada en Madrid donde Francisco Espinosa Bonilla probó por primera vez las patatas fritas. Superado el golpe de la sorpresa, llegó el flechazo, ese amor a primera vista que le animó, nada más llegar a Jaén, a empezar su particular investigación hasta dar con la receta adecuada. Era el año 1942 cuando la primera de las tres generaciones de Casa Paco fundó una empresa que, con el paso del tiempo, se convirtió en mucho más que una fábrica y un comercio de ultramarinos, porque quienes conocen la marca saben que se trata de un emblema para la ciudad. La falta de relevo y las circunstancias sociales y económicas abogan a la familia a echar el cerrojazo a punto de cumplir los ochenta años de historia. La firma Espinosa e Hijos, S. L. hace un llamamiento, a la desesperada, para que un inversor obre el milagro de la continuidad.

Magdalena Espinosa representa la tercera generación junto con su hermano Francisco y sus primos Ernesto, Federico, Silvia y Macarena. Antes lo fueron Antonio, Valeriano, Francisco, Ernesto y Federico Espinosa Campos. Explica que su abuelo fue el creador de una particular empresa que empezó en los bajos de su casa de la calle Las Huertas, donde sus tías pelaban las patatas y sus cinco hijos las fabricaban en aquellos bidones artesanales que, más tarde, distribuían en canastas gracias a los autobuses de línea. “Las pedían en los pueblos para los banquetes”, rememora. Poco a poco dio forma a una marca, construyó una fábrica en el polígono de Los Olivares, llegó a tener varios establecimientos señeros en la ciudad y el producto estrella, las patatas fritas, se colocó en los lineales de los grandes centros comerciales. Hoy en día queda en pie el local del Paseo de la Estación, después de que cerrara el de Los Jardinillos, un lugar con encanto en el que, además de los frutos secos elaborados por esta casa, se pueden encontrar productos de alimentación de extrema calidad con un trato exquisito por parte de quienes llevan toda una vida detrás del mostrador. No quedan en la ciudad rincones como el que ofrece Casa Paco y, en este sentido, los descendientes de Francisco Espinosa hacen una llamada de atención para intentar que no se pierda algo tan jiennense. Desde hoy, una nota cuelga en su escaparate: “Estimados clientes: Todo en esta vida tiene un principio y un final, y ha llegado el nuestro. Es muy difícil escribir estas palabras, pero como buenísimos clientes que habéis sido os debemos esta nota de despedida. Seguiremos fabricando nuestras patatas, que encontraréis en las grandes superficies que tan de moda están. Gracias a la ciudad de Jaén por parte de esta gran familia, sin vosotros esta historia no habría sido posible. Un abrazo amigos”.

La despensa jiennense, que cuenta con una quincena de trabajadores, dirá adiós para siempre si nadie lo impide a tiempo. Una despedida dolorosa que significa mucho más que una simple bajada de persianas.

Jaén