Viajar, una pasión sin límites

Desde Linares, al mundo. Virginia Delgado vivió, en solo cuatro años, en tres continentes diferentes y afirma que su pasión por viajar es tan grande que la llevó a visitar una treintena de países a lo largo y ancho del mundo

30 sep 2018 / 11:23 H.

En total, son ya una treintena de países los que Virginia Delgado tiene sellados en su pasaporte, los que la han llevado a estar en cuatro de los seis continentes que componen el planeta. Entre estos viajes, la linarense pasó 4 años viviendo fuera de su tierra natal. Eso sí, casi cada uno de ellos en un continente diferente. Así, desde que cumplió los 22 años, Delgado cambió su residencia a Francia, poco después a Marruecos y, por último, al Caribe.

La pasión por viajar de la linarense se unió con sus ganas de crecer profesionalmente. Así, mientras cursaba sus estudios universitarios en la carrera de Filología Francesa, Delgado solicitó una beca Erasmus para ampliar sus conocimiento en Francia, donde vivió cerca de Niza. Su estancia en el país galo le sirvió, en gran medida, para aprender mucho más del idioma y la cultura, aunque comenta que, de los países en los que ha vivido, esta fue la zona donde notó que las personas era un poco más distantes. Tras esto, volvió un tiempo a España, hasta que decidió continuar su formación profesional en Marruecos, donde estuvo un año viviendo en Marraquech. De hecho detalla que esta es la región que recuerda con más cariño de todas y de ella afirma: “Su cultura, aunque parezca que no, es bastante parecida a la nuestra, son muy parecidos a nosotros, son muy sociales, muy abiertos... Fue una época donde lo pasé muy bien en la Universidad, donde conocí a mucha gente y compañeros”. Asimismo, confiesa que allí nunca tuvo ningún problema con ninguna persona, porque siempre se ofrecían a ayudarle en todo. “Obviamente, como en todos los sitios, había cosas un poco más malas, pero en general fue un año estupendo. Eso sí, nada más llegar me puse mala. Me dio salmonelosis y tuve que volverme rápidamente a España porque la Sanidad allí no es muy buena. Al final, llegué deshidratada y tuve que estar un día en el hospital con suero puesto”, manifiesta. Sobre la personalidad de los marroquíes, Delgado asegura que son muy cercanos. “Aunque no te conozcan son amistosos, muy como los andaluces. Además, también son muy hospitalarios. Me adapté muy bien a este país porque siempre me acogieron muy bien. Lo único negativo es que la Sanidad está un poco mal, y a la hora de estudiar, la Universidad también era un poco desastre”, declara

Una vez que acabé sus estudios en Marraquech, Virginia Delgado se marchó dos años a trabajar al Caribe, al municipio de Martinique, donde dio clases de español en un colegio de Primaria. Esta también es una etapa que recuerda con mucha alegría, pues fue una experiencia muy diferente para ella, ya que dejó de estudiar para ponerse a trabajar. “Fue una época muy buena para mí, pero, sinceramente, lo que más me gustó del Caribe fueron mis alumnos”, asegura. Según la linarense, dar clases en esa zona es muy diferente “porque la estructura no es la misma, por lo que es un poco más difícil si se compara con España”. Aclara que depende mucho de la zona en la que se den las clases, pero insiste en que, en ningún momento, tuvo problemas con los niños, de hecho, apunta que la querían mucho.

Sobre todos estos países, Delgado asevera que son zonas muy diferentes Europa. “Ni Marruecos ni El Caribe tienen nada que ver con España. En Francia era diferente, estaba más acostumbrada a su cultura porque es más o menos la misma a la nuestra, aunque varíen algunas cosas. Pero Marruecos y El Caribe tienen una cultura totalmente diferente. Marruecos, quizás, por el tema de la religión, un poco más”, comenta. Ahora, Delgado se encuentra en a España, pero, en el futuro, asegura que volverá a Francia para trabajar como profesora.

Cambios climáticos

En cuatro años, Virginia Delgado ha estado en zonas que climáticamente son totalmente diferentes. Según explica, en Francia, al estar en la zona del sur, cerca de Niza, el clima era muy parecido al de Barcelona. Por lo que el cambio no fue muy brusco en su primera experiencia fuera de España. Sin embargo, esto cambió un poco cuando se trasladó a Marraquech. Detalla que, en Marruecos, el clima era muy seco y, aunque el invierno es muy parecido al de Jaén en frío, durante el verano se llega a los 50 grados centígrados. De hecho, detalla que ella terminó sus estudios en el país africano en junio y que, en esa época, el termómetro ya marcaba allí los 50 grados. Por su parte, la zona caribeña la describe como “todo humedad”. Así, sostiene que en Martinica llovía mucho y que la gran cantidad de mosquitos, que había por todas partes, era una de las cosas que más le molestaba.

muchas amistades

A Virginia Delgado siempre le resultó muy fácil hacer amigos allá a donde fuera. En estos tres países, destaca que, sobre todo, hizo muchos en Marruecos. “En la Universidad siempre tuve buenos compañeros que me trataron bien. Los marroquíes son muy hospitalarios, por lo que podías hacer amigos muy fácilmente”, subraya. Allí, de españoles, solo conoció a gente de Madrid, pero la mayoría de sus amigos eran nativos. Por su parte, en el Caribe le pasó igual, pero allí confiesa que se relacionó más con españoles que con nativos. “La verdad, es que allí me encontré con muchos españoles, unos venían de Cataluña, de Galicia y del norte, sobre todo. Con andaluces me encontré con una persona de Sevilla y otra de Granada, pero de Jaén no conocí a nadie”, señala. Allí, declara que, al final, los españoles acabaron haciendo piña.

La mejor forma
de aprender idiomas
y crecer de forma
profesional y personal
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Su carrera y viajes por el mundo ha llevado a Virginia Delgado a aprender un total de cinco idiomas: francés, italiano, español y árabe e inglés de forma básica. Comenta que, durante este tiempo, lo que más echó de menos es, obviamente, a su familia. Pero detalla que también extrañó la forma de vivir en Andalucía. “Aquí tenemos tiempo para todo, de trabajar y estudiar a la vez y de ir a tomar unas tapas con los amigos. Esto fuera es diferente, porque se dedican muchas más horas al trabajo que aquí”, dice. Por otro lado, asegura que todos estos viajes la han cambiado mucho. Sobre todo, destaca que han incidido en su vida profesional y académica. “Las experiencias, cuando son fuera, no son iguales a cuando estás en casa, porque tienes que aprender por ti misma a cómo salir de los problemas sin las ayudas de tus padres”, expone. Por esto mismo, la linarense también declara que le han ayudado a crecer de forma personal, ya que aprendió a saber desenvolverme de forma independiente, porque siempre que vivió fuera lo hizo sola.

parada en holanda
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De la treintena de países que Virginia Delgado visitó, Ámsterdam fue una de las primeras paradas que hizo cuando dejó de trabajar en el colegio del Caribe. Así, la linarense sostiene que, tras este viaje a Holanda, descubrió que este país es “muy interesante” y que le sorprendió en gran medida, ya que no había estado antes.

diversidad cultural
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Estambul, Turquía, es una de las ciudades que más emocionó a Delgado, ya que sintió que estaba en un país donde podía ver otras culturas y una gran diversidad. Aprovechó la visita a una amiga para conocer la ciudad que le pareció “increíble” debido a la diversidad, tanto de cultura como de religión con la que conviven todos.

Los colores del verano
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Esta es una de las última fotografías que Virginia Delgado de tomó en Martinique, la isla donde trabajó como maestra de Primaria. Los colores llamativos de la casa resaltan, aun más, con la luz del verano que brillaba ese día. De hecho, este fue el último verano que pasó en el Cariber antes de volverse a Europa.

Ruta por los balcanes
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Hace solo un mes, Virginia Delgado organizó un gran viaje por Europa del este. Esta ruta la llevó a recorrer la zona de Los Balcanes (desde Italia, fue hasta Eslovenia y pasó también por Croacia, Serbia, Bosnia, Montenegro y Bulgaria). En concreto, esta fotografía la tomó en Serbia, lugar que la cautivó por completo.