Valientes y luchadoras

“La Colectiva” se constituye como asociación y se emancipa de tutelas que limiten su autonomía y autodeterminación para hacer visible su realidad

05 mar 2016 / 21:36 H.

El próximo 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Se conmemoran los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, donde murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras una fábrica textil de Nueva York, en el incendio provocado por las bombas incendiarias que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían. Eran mujeres valientes, luchadoras, audaces como las que traemos a nuestro artículo de esta semana.

Son mujeres que poseen una estremecedora historia de vida. Que tuvieron que huir de su país porque su vida corría peligro por su compromiso con los derechos humanos y la defensa de los intereses de sus comunidades. Hoy están en España y tras un camino iniciado en 2004 han constituido la Colectiva —así en femenino— de Mujeres Refugiadas, Exiliadas y Migradas Colombianas en España. Muchas han tenido relación con el programa de acogida de defensores de derechos humanos de Amnistía Internacional, como Alfamir Castillo acogida en Jaén, pero todas han sido líderes en sus comunidades y tratan de sobrevivir en nuestro país que, muchas veces, se les presenta ingrato y difícil.

Cuarenta mujeres. Cuarenta rostros de mujeres sobrevivientes de las amenazas, las agresiones, la tortura, la violencia y del duro exilio. Siguen luchando con sus organizaciones en Colombia y trabajando por los Derechos Humanos en España. Visibilizando su condición de mujeres, acrecentando su compromiso y difundiendo el drama de su país, Colombia, para que no se nos olvide que, más allá de la cumbia o del vallenato, existe un largo conflicto que parece no terminar nunca.

El impacto que produce la migración obligatoria en las mujeres refugiadas por motivos políticos es brutal. Su calidad de vida se ve deteriorada desde el punto de vista, personal, familiar, afectiva, laboral, económica y psicosocial.

De un día a otro se deben adaptar a un nuevo entorno geográfico, cultural o sociolaboral, lo que afecta a su vida familiar cotidiana y las sitúa en una especial vulnerabilidad. De una vida de compromiso, activa, que les da un puesto importante en su entorno, pasan a un quiebre psicológico, a una especie de parón vital y militante, y a una vida en la que deben preocuparse por su salud y vida precaria en un país que no es el suyo, muchas de ellas acompañados de sus hijos y sus parejas. Pero la que nace luchadora muere de igual manera, y estas maravillosas mujeres demuestran que no necesitan nadie que las empodere, que les basta con su propia rabia y con su experiencia organizativa. Que les resulta suficiente con ser mujeres.

El proceso de paz en Colombia está marchando y estas mujeres, muchas de ellas víctimas de esa guerra que parece eterna, creen que tienen algo que decir y quieren decirlo. Son afectadas directas del conflicto y quieren participar en las decisiones que se tomen en relación con las víctimas y con la justicia transicional. Al estar fuera de Colombia no lo tienen fácil. Pero cuando estas mujeres deciden luchar no es fácil el desanimarlas. Y, por ello, la Colectiva se está constituyendo como asociación y se está emancipando de tutelas que limiten su autonomía y su autodeterminación. En Colombia tendrán que contar con ellas. En España harán visible su realidad y sus anhelos.

Como aquellas mujeres que murieron quemadas luchando por sus derechos laborales, las mujeres de la Colectiva han sacado de su empoderamiento interior la fuerza para cambiar sus realidades, pero, sobre todo y ante todo, cambiar un mundo que, sin ellas, sería mucho más tenebroso.