Unas almas caritativas

Si son malos tiempos para la lírica, mucho peor lo son aún para muchas familias sin recursos, en riesgo de exclusión social y también de personas individuales. Cáritas Interparroquial les ofrece ayuda y acompañamiento

09 dic 2015 / 18:55 H.

Como decía Paul Éluard: “Hay muchos mundos, pero están en este”. Algo parecido ocurre con Cáritas. Hay muchas Cáritas, pero todas son la misma, una, la expresión de la caridad y la acción social de la Iglesia católica. Esta entidad fue constituida por iniciativa de la Conferencia Episcopal Española mediante un acuerdo de la Asamblea Nacional de la Caridad alcanzado en octubre de 1947. La misión de Cáritas es promover el desarrollo integral de las personas, especialmente de las más pobres y excluidas. María Ángeles Royo Encarnación, secretaria de Cáritas Interparroquial de Jaén, lo explica así: “Nos dedicamos a ayudar a quien lo necesita y nuestros fondos son los donativos de los cristianos. Nos encargamos de hacer un reparto lo más justamente que podemos”.

Esta entidad agrupa las 21 parroquias de Jaén capital, que están dividas en dos arceprestazgos. “Nosotros tenemos una comisión permanente donde se plantean todas las necesidades que las parroquias nos trasladan, y un consejo soberano, que es el órgano de decisión. Cada parroquia tiene su Cáritas; el presidente siempre es el párroco y el director es una persona nombrada por el equipo de Cáritas y el presidente”. El lema de Cáritas interparroquial es: “El trabajo cada uno el suyo. Las decisiones entre todos”. María Ángeles Royo subraya que Cáritas se debe a las parroquias que son su motor.

Otro de los aspectos de esta institución, precisa la secrretaria, es que todo el mundo es voluntario y la única persona que tiene asignado un sueldo es la trabajadora social, una profesional que, además, es voluntaria en la vocalía de Acción Social por las tardes.

En la capital, dice, hay más de 200 voluntarios vinculados a Cáritas. “En Jaén hay mucha gente dispuesta a dar su tiempo por los demás y a trabajar por los demás. Esa es, realmente, la grandeza que tenemos”, apostilla. Respecto a la financiación, María Ángeles Royo asegura que la única vía procede de las colectas, que son donativos que se hacen en cada parroquia los primeros domingos de cada mes. “En la Iglesia —aclara—, cuando se hace una colecta siempre se especifica para qué es. Igual ocurre con los donativos, siempre se le pregunta en qué quiere que se emplee, si es para comida, para ropa, para alquiler... La grandeza de todo esto es que cada parroquia tiene su equipo de Cáritas. Cuando alguien nos llega con un problema, lo derivamos a su parroquia y allí hay voluntarios que atienden a la gente que vive en su barrio y es donde se les evalúa y se les hace un seguimiento”.

No se trata tanto, dice, de subsanar una pobreza económica, sino también muchas soledades e incomprensiones, para que la persona que les pide ayuda se sienta querida y participante de la comunidad.

Con frecuencia suele darse el caso de personas que acuden pidiendo comida y cuando se les hace un seguimiento se pone de manifiesto que son personas con niños u otras personas a su cargo y se les ofrece un abanico de posibilidades que ellas ni sospechaban que existiese. De ahí la necesidad de que sea la parroquia quien valore. Las personas que acuden a Cáritas no tienen por qué ser cristianos, ya que se le da atención a toda persona, independientemente de su ideología y credo. “La caridad es una de las bases del cristianismo y cuando se atiende no se le pregunta nada, solo qué necesitas y cuéntamelo, ya que tiene que haber un mínimo control a la hora de dar una ayuda, ya que se puede prestar esto a abusos”.

voluntariado. Rosa Galindo Cancio, además de voluntaria es vocal de voluntariado de Cáritas Interparroquial. Comenta que, hace unos días, se puso en marcha el dispositivo de atención a temporeros e inmigrantes, gente que acude durante la campaña de la aceituna a buscar trabajo. En el Albergue Municipal de Jaén estas personas solo tienen posibilidad de dormir tres días. “Nuestra misión —explica Rosa Galindo— es acogerlos y acompañarlos. Para ello utilizamos la excusa de un cola-cao caliente y si necesitan una manta se la damos y les ofrecemos información de los albergues de otros pueblos donde tienen más posibilidades de encontrar trabajo que aquí. También les informamos de los recursos que existen en Jaén tanto de Cáritas como municipales y les damos un mapa con las direcciones de comedores y de ONG que les puedan ayudar”.

La misión de estos voluntarios de Cáritas es acompañar a temporeros e inmigrantes para que no se sientan solos en la noche. Este dispositivo permanece en funcionamiento mientras haya gente durmiendo en la calle, inmigrantes o temporeros.

Por su parte, Patricia Ruiz Campos explica que su labor como trabajadora social, se dedica a atender a las personas. “Esto es como una oficina de información y acude mucha gente para informarse cómo acceder a los recursos que ofrecemos. El perfil, en estos momentos, es muy variado. Hay gente de Jaén, transeúntes, extranjeros, personas sin hogar... Pero en esta época lo que más tenemos son temporeros”. Patricia Ruiz manifiesta también que, a raíz de la crisis económica, el perfil de las personas que acuden pidiendo ayuda es muy diverso: “Antes atendíamos a familias en una situación de exclusión social, pero hoy ese perfil se ha roto, porque se ha diversificado muchísimo y se ha triplicado la atención”.

La cara más visible de la atención que presta Cáritas a personas necesitadas es el comedor social, pero este depende directamente de la parroquia de Belén y San Roque, que es quien ofrece el servicio, y de Cáritas Diocesana, que atiende tanto los comedores como el centro de día.

“Nosotros los recursos que tenemos son las Cáritas parroquiales y cada parroquia atienden un día a la semana y ese es el acceso directo a Cáritas, que es donde nuestros equipos atienden todas las necesidades de la familia y las acompañan”, precisa Patricia Ruiz. Añade que, también, las interparroquiales tienen dos recursos: Alimentos Cáritas, que es un local que hay en la capital en la zona de La Glorieta, donde se reparten alimentos, de lunes a jueves, previa derivación de las parroquias; y El Baúl de Cáritas, que está en la calle Santa Clara y es un ropero de la vestimenta que la gente dona, usada pero en buenas condiciones o nueva. La recogida de ropa se hace los lunes y los viernes de 5 a 7 de la tarde, y los viernes de 10 de la mañana a 1 de la tarde. Al ser personas que viven en la calle, la necesidad que tienen de prendas de vestir es mayor. El centro de día también es un recurso de Cáritas Diocesana que ofrece servicio de ducha y desayuno y comedor de 7 a 8 de la tarde, y ofrece actividades para personas sin hogar.