Una voz señalada por el éxito

El barítono ubetense Damián del Castillo interpreta hasta fin de mes a Sharpless, uno de los papeles protagonistas de la ópera de Puccini “Madama Butterfly”, en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona

20 ene 2019 / 11:38 H.

Los distintos ingredientes de la ópera son la poesía, la música y los decorados. La poesía habla a nuestro espíritu, la música a nuestro oído, la pintura a nuestros ojos, y todo junto contribuye a conmover nuestro corazón”. Lo escribió un revolucionario en lo suyo, Rosseau, que algo sabía de música, y su definición no deja lugar a dudas del atractivo de un género tradicionalmente vinculado a las élites pero que, a día de hoy, arranca lágrimas y sonrisas y hace reflexionar lo mismo a quien viste esmoquin que al que calza vaqueros: “Creo que esos moldes se están gastando cada vez más, vas a la ópera y ves a gente que no va necesariamente bien vestida, ves gente normal”.

Quien lo dice —con voz rotunda y melódica incluso en el transcurso de una simple conversación— tampoco anda escaso de cultura musical: el barítono ubetense Damián del Castillo, toda una primera figura de la lírica actual curtido ante las partituras como ejecutante de trompeta en la Agrupación Musical Ubetense y, como cantante, en agrupaciones carnavalescas —carnavalescas, sí— de su patria chica que, a fuerza de talento, ha colocado su nombre en los carteles de los principales teatros no solo de España, sino allende las fronteras. Y eso que su vocación artística no fue, precisamente, precoz: “Descubrí mis condiciones para el canto a los dieciocho años, cuando entré en la tuna de Úbeda, probamos voces para designar un solista y vieron que no era el que peor lo hacía”, confiesa.

Desde entonces hasta hoy, Del Castillo no ha dejado de formarse para reforzar sus cualidades innatas con unos firmes cimientos técnicos: “Dejé los estudios de Historia del Arte —que cursaba en Granada— y me matriculé en el Conservatorio de Jaén, donde hice tres cursos de Grado Medio; luego decidí marcharme a Málaga, donde hay mejores oportunidades, docentes y producciones operísticas, y terminé los estudios superiores de Canto”. La capital de la Costa del Sol fue un punto de inflexión en su biografía pues, como asegura, su participación en el Coro de Ópera de la ciudad malacitana le descubrió “este maravilloso mundo”. A orillas del Mediterráneo, las temporadas líricas del teatro Cervantes fueron no solo su primera escuela como barítono: también el escenario inicial de su brillante carrera: “A veces, algunas producciones necesitaban solistas, acudían al coro y como yo ya empezaba a destacar, me salieron los primeros papeles”, recuerda Damián del Castillo. Becado en la Escuela Superior Reina Sofía de Madrid, en la villa y corte culminó un periodo formativo que le abrió las puertas a la profesionalización y convirtió en promesa nacional al ubetense.

“Esta es una carrera de fondo, muy complicada, tienes que empezar poco a poco, basarte en tu buena técnica y, también, tener la suerte de relacionarte bien, buscar una agencia artística que te respalde y te dé a conocer”, afirma el barítono, que escogió como trampolín uno muy frecuentado por los grandes divos: los premios. Precisamente alguno de los galardones obtenidos —dice— le granjearon el interés de una agencia importante —GoDirect AM—, y “de papelito en papelito” comenzó a pisar los teatros de renombre: “Ha sido una buena progresión, y estar en el Gran Teatro del Liceo ahora es lo más importante que he hecho hasta ahora, la verdad es que estoy muy contento”, sentencia.

Lo explica desde Barcelona, donde, hasta finales de enero, representa el papel de Sharpless, de “Madama Butterfly”, obra de Puccini, en uno de los templos de la ópera internacional. Tanto ajetreo artístico y profesional, tanta lucha por alcanzar el sueño que ningún “show talent” le ha procurado pero que cualquier “triunfito” envidiaría, no ha sido impedimento para, a la vez que erigía el edificio de su carrera artística, construir una vida personal en plenitud. Y como Tosca y Caradavadossi, aunque sin más drama de por medio que los que la profesión exige, Del Castillo probó el sabor del amor —el verdadero, nada de libretos— en la ópera. Su “joya” particular, Esmeralda Espinosa, una malagueña con la carrera de Canto a la que conoció en su etapa coral en la capital de la Costa del Sol y que desarrolla su vocación en el coro de la Radio Televisión Española, en Madrid. Fruto de esta unión, una hija, la pequeña Isabella, que desde que “estaba en la barriga de su madre ha escuchado ópera”, certifica, rozando la ternura, su padre. Una tarea —la paternidad— que, en el caso de quienes se dedican a maravillar con su arte de un lado a otro del mundo, implica no poca complejidad: “La conciliación familiar es difícil, ella trabaja en Madrid y yo estoy fuera, a veces, un mes y pico, esta es la parte más desagradable de la profesión, la soledad y el no poder estar con tu hija o con tu mujer un largo tiempo”, lamenta. Pero pese a esta cara de la moneda, menos grata, que Isabella Del Castillo Espinosa —nombre de soprano, desde luego, tiene— optase por seguir los pasos de sus progenitores no disgustaría al barítono, que tampoco muere de gusto con la idea: “Esto es duro”, apostilla. Viajes, nervios, distancia...

Una lejanía que, de vez en cuando, estalla en mil pedazos y lo trae de vuelta a su provincia natal, donde no actúa desde hace aproximadamente tres años. Fue una pieza de Schubert en el “Festival de Música y Danza”, ubetense, al que volverá el próximo 31 de mayo para estrenar una obra de David del Puerto, “Luna negra”: “Úbeda es mi casa, tengo a toda mi familia allí, y volver es siempre emocionante para mí, me apoyan y me acogen muy bien, y ese festival es muy importante para mí, siempre me ha incluido en su programa y ha apostado por mí, la gente me recibe con mucha ilusión cuando voy”, celebra. Ilusión... y expectación. Que quien retornará al municipio de La Loma para cantar lo hará desde la cumbre en la que habita actualmente, y ese caché no le es indiferente al público de la ciudad patrimonial.

Y es que Damián del Castillo valora, y mucho, las posibilidades que su provincia natal posee para que el género en el que él tanto brilla se convierta en un habitual de la cartelera teatral jiennense: “Ahí está la Compañía Lírica Andaluza, que tiene mucho mérito, gente aficionada que mueve el género por Andalucía, y Jaén, ahora, con el Teatro Infanta Leonor”, está preparado para albergar cualquier producción, es cuestión de inversión pública contar con dos o tres producciones al año, que son costosas pero que son cultura. Yo actué en ese teatro con ‘Rigoletto’, que tuvo mucho éxito, y se llenó para las dos funciones, es una pena que no se continúe en esa línea. Jaén podría acoger muy bien el género operístico. Ademas, ahora hay una soprano muy prometedora, Carmen Buendía, y esto debe ser un aliciente”, apunta un profesional, un artista que tiene más que claras las razones por las que juventud podría acercarse a esta modalidad musical con garantías de satisfacción: “Que vayan sin ningún tipo de prejuicio a tener una experiencia, un primer contacto con el mundo de la ópera, que se dejen seducir por ella, sé que tiene muchos elementos que les podrían gustar y hasta enamorar”. Y añade: “La ópera es como un musical, pero sin megafonía y muy completo, con canto, música y tramas espectaculares...”. Lo que decía el mismísimo Rosseau.

Trayectoria artística de primer nivel que se consolida en el universo lírico internacional
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Del Castillo concluyó sus estudios de Música y Canto en Málaga con la profesora Alicia Molina. Amplió formación en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid con los profesores Manuel Cid y Tom Krause. Ha recibido clases magistrales de Teresa Berganza, Reri Grist y Carlos Chausson. Actualmente perfecciona su técnica con Juan Lomba. Entre sus premios cuenta con el IX Certamen “Voces” Ciudad de Sevilla, finalista del XI Concurso de Canto Jacinto Guerrero y del III Concurso de Canto Villa de Colmenar y mención especial en la Muestra de Jóvenes Intérpretes de Málaga. Ha cantado en los teatros Real y de la Zarzuela y en el Auditorio Nacional de Madrid; la Scala de Milán, el Liceo de Barcelona, la Maestranza de Sevilla, Sao Carlos de Lisboa, Palau des Arts de Valencia, Palacio Euskalduna de Bilbao, Teatro Campoamor de Oviedo, Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, Teatro Cervantes de Málaga, Teatro Villamarta de Jerez, Palacio de Festivales de Santander, Mezquita-Catedral de Córdoba, Museo del Prado, además de en Chicago, Kansas City, Berlín, Portugal... Ha sido dirigido por directores musicales como Michel Plasson, Aldo Ceccato, Antonello Allemandi, Antoni Ros Marbá, Ives Abel, Jean Ives Ossonce, Carlos Miguel Prieto, Massimo Zanetti, Hansjörg Schellenberger, Inma Shara, Keri Lynn Wilson, Miguel Ángel Gómez-Martínez, Lorenzo Ramos, Cristóbal Soler, Alejo Pérez, Pedro Halffter, Renato Palumbo; por registas como: Emilio Sagi, José Carlos Plaza, Willy Decker, Calixto Bieito, Bruno Berger, Francisco López, Tomás Muñoz, Mario Pontiggia o Pier Luigi Pizzi. Entre sus compromisos recientes destaca su presencia en el Teatro Real de Madrid (“Death in Venice”, “Romeo y Julieta”, “La Traviata”, “Bomarzo”, “Dead man walking”), un concierto en New Orleans con la Louisiana Philharmonic Orchestra, representaciones de la “La Llama de Usandizaga” con la que grabó para Deutsche Grammophon; “Winterreise” en el Festival de Música de Úbeda y “Otello” en el teatro de la Maestranza. Actualmente actúa en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona en el papel protagónico de Sharpless en “Madama Butterfly” de Puccini.