Una linarense en Limerick
Animada por sus amigas viajó a Irlanda, donde se enamoró en todos los sentidos. Le encanta su cultura musical, dar clases a sus educados alumnos y su vida en familia, con su marido, Damien y sus dos hijos, Mollie y Alejandro


Sara Passas Martínez se mudó hace ya casi 16 años a Irlanda. “Estaba estudiando el último año de mi carrera en Filología Inglesa y unas compañeras de la universidad habían viajado a Limerick el año anterior. Me contaron que era una ciudad moderna y bonita, pero que conservaba muchos edificios antiguos. También que era la cuna del rugby en Irlanda y estaba rodeada de castillos y paisajes preciosos”, recuerda. Así fue como se animó a visitar este lugar. “Estuve aquí tres semanas y me encantó, la gente, la ciudad, la comida y, por supuesto, el idioma. La lengua es una de las cosas que más impresiona a un filólogo y, en este caso, a mí me encantó”, explica esta linarense.
“Cuando terminé mi carrera, en lugar de prepararme el Curso de Adaptación Pedagógica (CAP) y estudiar para las oposiciones, como decía mi madre, compré un billete de avión, cogí una maleta con ropa y me fui a la aventura, un 19 de enero. Fue difícil, porque aún no tenía 23 años cuando me fui, solo conocía a dos o tres personas en Limerick y hacía frío”, bromea. Una vez en el República de Irlanda, encontró trabajo a las tres semanas: “Pensé ¡madre mía!, esto no pasaría en Linares. Un empleo así de rápido, 16 horas a la semana, por 200 euros. Era todo un chollo”, dice.
Aunque estaba contenta, comenzó a echar horas extras en un bar y, así, pudo matricularse en un máster para poder dar clases en el país, en la Universidad de Limerick. La linarense iba a clase por las mañanas y trabajaba por las tardes y algunas noches. Aunque parezca mucho ajetreo, deja claro que fue una época muy feliz. En esta etapa en el bar conoció al que se convirtió en su marido, Damien. “Cantaba y tocaba la guitarra eléctrica en un grupo, bueno y todavía lo hace. Es una de las cosas de Irlanda que me encantan. Todo el mundo es muy musical. Es todo un espectáculo ver tanto talento en una pequeña isla de unos 5 millones de habitantes”, sostiene.
Una vez que terminó su máster, fruto de su relación con Damien, Sara Passas Martínez tuvo a su hija Mollie. “Le quería poner un nombre español e irlandés. Mollie es María, pero el nombre Lola siempre me había encantado así que la bautizamos María Dolores, aunque todo el mundo la llama Mollie”, recuerda. Cuando ella era muy pequeña, finalmente, se decidió a obtener el CAP, fue a distancia, a través de la Universidad Complutense de Madrid. Para obtener el título, tuvo que examinarse en España. “Lo conseguí y, así que después de tramitar la convalidación, por fin podía impartir clases de educación en colegios e institutos en Irlanda. Tuve a mi segundo hijo, Alejandro o Alex, como le llaman aquí, porque lo de pronunciar la “j”, como que no les sale, y a los pocos meses empecé a dar clases en Primaria y luego en Secundaria, donde actualmente estoy”, explica la linarense. Le encanta dar clases en el instituto, los niños irlandeses, como sostiene, son muy educados y todos van con uniforme. “Es un gusto trabajar así y a ellos les encanta el hecho de tener a una profesora nativa dándoles clases y trayéndoles cositas de España, que si un abanico, que si un llavero, que si turrón y carbón de Reyes para la Navidad. La verdad es que me gasto una pasta en comprarles cosas, pero mis alumnos son geniales y no los cambiaría por nada. Son también amigos de mis hijos, ya que los dos están en Secundaria, así que pueden hablar en español con ellos”, argumenta.
“Esto nunca habría sido posible si yo me hubiera quedado en Linares, donde estaba sin trabajo y sin dinero y vivía de mis padres. Me da pena que las cosas hayan ido a peor en la provincia de Jaén y, en especial en mi querido Linares. Espero que esta situación mejore para cuando vuelva la próxima vez”, confía esta jiennense por el mundo.
Sara Passas Martínez disfruta de una gran cantidad de vacaciones, gracias a su empleo como profesora de Secundaria en el instituto Coláiste Chiaráin, en Croom en el Condado de Limerick. “Siempre vuelvo en verano para ver a mi familia, casi todo el mes de julio. Lo primero que me tiene mi madre preparado es una olla de caracoles, porque llego a tiempo de comerme los últimos de la temporada. Me encantan”, afirma. “El mismo día que llego a Linares, nos bajamos al bar para beberme un tinto de verano de los de verdad y muchas tapas, como bombas, patas, puntillitas, bravas, tocino”, confiesa. “En Irlanda solía cocinar comida española, pero, a veces, era difícil encontrar algunos ingredientes. Así que optamos por recetas española de los dos países. Lo que más me gusta no es la paella y la tortilla, sino el “bacon and cabagge”, bacon y col con puré de patatas, un plato típico irlandés”, explica.
“Lo único que todavía no puedo aguantar cuando vuelvo a Linares es el calor, esos 40 grados a la sombra son infernales”, reconoce Sara Passas Martínez y es que, como sostiene: “El tiempo es otro motivo por el que me encanta Irlanda, de 0 a 10 grados en invierno, pero te abrigas y no pasa nada, y, entre 15 y 25, con suerte, en verano”. “Aunque puedes entrar y salir sin temer el calor, llueve mucho, pero nada que un buen chubasquero y un paraguas no puedan arreglar”, aclara. Sobre sus planes de futuro, deja claro, “espero volver algún día a España, mudarme allí para siempre, pero eso creo que solo ocurrirá cuando me jubile. Por el momento, seguiré regresando a Linares cada verano, a disfrutar de las pequeñas cosas que me hacen feliz”, explica esta profesora de Secundaria que un día visitó Limerick y ya no puedo olvidarse de la ciudad.

Este es mi undécimo año en el instituto Coláiste Chiaráin, en Croom en el Condado de Limerick. “Lo que más me gustó fue que aquí no hay oposiciones, anuncian el trabajo vas a la entrevista y, si te cogen, solo tienes que estar en el instituto dos años para que te hagan permanente”, explica. Otra cuestión importante, como precisa, es que solo se trabajan 22 horas semanales y el sueldo es mucho más alto que en España, aunque el coste de vida aquí es mayor. “Por ahora, salgo ganando por todas partes”. Ese empleo y vivir a solo dos horas de Dublín, le permiten, como dice, hacer dos de las cosas que más le gustan: viajar y los conciertos. “Gracias a que Irlanda está en el Oeste de Europa, normalmente todos los grupos de música ingleses y americanos empiezan por aquí sus giras. He tenido mucha suerte de poder haber visto a grandes como Bob Dylan, Neil Young, Guns and Roses, AC/DC, Foo fighters, Queens of the Stone Age, Red Hot chili peppers, the Cranberries, Alice in Chains, Metallica, Iron Maiden o Black Sabbath”, aclara.

En la imagen, Sara Passas Martínez disfruta de una espectacular puesta de sol, en su estancia en Irlanda, aprovecha todas las posibilidades del país y de las buenas combinaciones de avión que tiene la isla.

En esta fotografía, la linarense aparece junto a sus marido, Damien, y sus dos hijos, Mollie y Álex, en Islandia, donde disfrutaron de una espectacular aurora boreal.

Junto a su hija Mollie, en Reinisfjara, una espectacular playa de arena negra de Islandia, un lugar que encanta a la linarense Sara Passas Martínez.

El marido de Sara Passas Martínez conoce perfectamente la afición que hay en la ciudad natal de su mujer, Linares, por el fútbol. En la imagen, la pareja, en uno de sus viajes en el que él iba con la camiseta oficial del club linarense.