Un comisario de puerta grande

El policía pasó a la situación de segunda actividad, al cumplir sesenta años de edad

20 nov 2016 / 11:34 H.

Alguacil que no es sutil, no sirve para alguacil”, dice el refranero. Y pareciera que el anónimo acuñador de este sabio proverbio lo hubiese creado con la imagen del bañusco Carlos Reig Recena en su mente, habida cuenta el exquisito desarrollo de su trabajo policial. Sí: el comisario Reig veló por la Ley y el orden con esa encomiable habilidad, con esa mesura innata que lo han convertido en toda una referencia para las nuevas generaciones de agentes y mandos del cuerpo nacional.

Con uniforme desde 1963, su primer destino como inspector fue Cádiz, desde donde —siempre con Jaén como meta— pasó a Córdoba para llegar, definitivamente, al mar de olivos en 1966, donde se jubiló en 2004 y del que no ha salido nada más que para misiones específicas. Aquí se casó y alumbró dos familias: la propia —que no es pequeña— y una mucho más amplia formada por la legión de compañeros y amigos que lo aprecian. Así lo evidencia la fotografía que preside esta página, donde aparece, entre otros, junto al comisario jefe de la época, José Antonio Rodríguez Chico, y el que fuera rector de la Universidad Luis Parras, durante un almuerzo en su homenaje celebrado en el Hotel Condestable al pasar a la segunda actividad, a las puertas del nuevo siglo. Comisario en La Carolina, Úbeda y Linares, jefe de la Brigada Provincial Operativa y segundo de la Comisaría jiennense, le satisface contar con amistades forjadas a su paso por todos los destinos ocupados. Tarea dura la suya, que sin embargo no le impidió presidir un club de baloncesto —el CB Jaén, donde jugaba uno de sus hijos— ni, mucho menos, presidir, largos años, corridas de toros en la provincia, con particular significación en la capital. Su condición de buen aficionado, a la par que su generosidad, quedaron patentes en el palco de La Alameda y en la memoria de los taurinos de aquí.

Quienes lo conocen muy, muy de cerca lo califican como “buen marido, un padrazo y el mejor abuelo”, y aquellos que lo trataron cuando la placa colgaba próxima a su corazón solo tienen palabras elogiosas para Carlos Reig Recena, dieciesete años después de colgar el uniforme. Por algo será.

un taurino de pro
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Recuerda con cariño su etapa en los palcos presidenciales de las plazas de toros. En la imagen, con los maestros Ponce, Antoñete y Juan Carlos García y los taurinos Paco Dorado y Felipe Fernández examina el albero local, en 2000.

patriota convencido
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Miembro del Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas, fue sargento y en 2004, condecorado con la cruz militar con distintivo blanco. El entonces subdelegado del Gobierno Fernando Calahorro y mandos militares lo acompañan en la fotografía.

la familia, su gran patrimonio
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En septiembre celebró sus bodas de oro con Guillermina Fernández. Padre de Guillermina, Carlos, Raquel y Daniel y abuelo de Eva, Sergio, Miguel, Daniela y Darío, posan con el sacerdote Francisco Carrasco, y el resto de la familia, en la ceremonia.