Solo el amor

El misionero jiennense Andrés García narra su labor con el pueblo pigmeo en la República Democrática del Congo. La salud y la educación son los pilares que sostienen este proyecto misionero con el amor como centro

    06 nov 2016 / 11:18 H.

    Os compartimos esta semana el día a día del misionero Andrés García y su acompañar al pueblo pigmeo con su comunidad en la República Democrática del Congo. La salud y la educación son los dos pilares que sostienen este proyecto misionero con el amor como centro:

    “Sí, es un gozo poder abrazar a un niño enfermo de lepra, ver cómo una sonrisa va remplazando miedos y complejos. Desde hace unos años intentamos animar y sostener los esfuerzos del personal sanitario de los dispensarios estatales que actúan en la zona que abarca nuestra parroquia. Lo hacemos sobre todo porque nos encontramos a menudo con personas pigmeas (también bantús) afectadas por la lepra y la tuberculosis. El mismo criterio mueve nuestra misión; el mismo método: el amor. Ser testigos del amor de nuestro Señor. Queremos prevenir la enfermedad, sensibilizar a las personas para que se dirijan a los centros de salud si sospechan que estas enfermedades los acechan, acompañar a las personas hasta su total curación. Así, a través de contactos aquí y allí; con la ayuda de Fundación Albihar, de Uyamaa, de Acción Damián... Con la ayuda in situ del personal sanitario que trabaja en el perímetro de nuestra parroquia y con la ayuda de dos agentes de salud y de voluntarios pigmeos, estamos lanzando una campaña de sensibilización y diagnóstico precoz de la lepra y la tuberculosis en la zona de la parroquia. Nuestra prioridad son los últimos, los pigmeos, pero es necesario erradicar estas enfermedades en toda la zona, para garantizar que no se darán más casos. El desafío es grande, porque a causa del seminomadismo de los pigmeos, hay interrupción en la toma de medicamentos, lo que provoca resistencia de los bacilos a las medicinas que el sistema sanitario del país nos ofrece. Por eso la sensibilización y formación de un buen número de pigmeos en el mayor número posible de campamentos es necesaria, para poner freno definitivamente al avance de estas enfermedades. Queremos que nuestra presencia y nuestras relaciones con enfermos y agentes de salud, con pigmeos y bantús, transmitan amor, esperanza, confianza, Vida Nueva y Vida en Abundancia; también gracias a vosotros y a muchos como vosotros que nos apoyáis. Seguimos acompañando a las personas pigmeas que conocemos, nos proponemos acompañar, más que guiar: escuchar, observar, entender, conocer... Al mismo tiempo intentamos darles herramientas para hacer su propia introspección como personas, como pueblo, y una relectura de su historia que les capacite para “poseer” y expresar su identidad. Así, podrán dialogar con la diversidad de los otros pueblos y culturas, escogiendo sin complejos lo que quieren compartir y lo que no. Esta es una carrera de fondo y queremos empezarla de puntillas, sin mucho ruido ni prisas. Nuestros principales colaboradores son los niños, las madres, los ancianos. En ellos encontramos alegría, cariño, ilusión, raíces, experiencia, vida... Escuchándolos soñamos cómo transmitir lo que ellos quieren aprender, cantamos, dibujamos en el cuerpo, en el suelo, en el papel y en el corazón, con los lápices de la esperanza y del cariño, preparando un futuro para su pueblo junto con el resto de la humanidad. El pupitre sobre el que nos apoyamos es la tierra unas veces, un camastro de cañas otras veces, las rodillas otras... siempre sostenido sobre cuatro pilares: la cultura del pueblo pigmeo, la cultura de la humanidad, la cultura de la esperanza y la cultura de la Nueva Humanidad que propone Jesucristo. El criterio base de nuestra pedagogía está sugerida también en la canción de Silvio Rodríguez: “Solo el amor”. Sí, amar la arcilla con que hemos sido moldeados, con virtudes y defectos, presente y pasado... Amar el tiempo de los intentos... Solo el Amor engendra la maravilla, solo el Amor regenera, solo el Amor convierte en milagro el barro. Gracias a todos, y gracias a Dios. Otro mundo es posible”.

    con el pueblo pigmeo
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    Andrés García, misionero jienense, colabora desde hace muchos años con el pueblo pigmeo en la República Democrática del Congo.

    El suelo
    sirve de mesa
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    La escasez de recursos didácticos lleva a utilizar cualquier espacio para educar y el suelo sirve de mesa en muchos de los campamentos, en escuelas improvisadas de hojas y caña.

    objetivos de los misioneros
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    La alfabetización y el rescatar la cultura de este pueblo poniéndola en valor es otro de los objetivos de los misioneros.

    misioneros de la consolata
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    Los misioneros de la Consolata recorren los campamentos de los pigmeos llevando formación para la salud con el objetivo de prevenir enfermedades como la lepra y la tuberculosis ayudados por algunos agentes de salud.