Un trotamundos de Mogón

Carlos Martínez Pérez es un estudiante de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que nació en Mogón. Es un enamorado del senderismo, el barranquismo y, en definitiva, de todos los deportes de montaña

14 jul 2019 / 11:48 H.

Recorrer el mundo de una punta a otra. Este es el sueño de muchos jóvenes, pero muy pocos se aventuran a conseguirlo. Sin embargo, el mogonero Carlos Martínez Pérez se puso su gorra al igual que Willy Fog lo hizo con su sombrero y se dispuso a emprender una aventura que nunca olvidará.

Este estudiante del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de Almería, con tan solo 23 años, ha recorrido alrededor de una decena de países, desde el continente sudamericano hasta lugares de Europa del este, en apenas diez meses. Ahora, al final de su etapa y a punto de regresar a España por segunda vez en este tiempo, afirma tener muchos sentimientos encontrados.

Carlos Martínez unió, en el que fue su tercer curso del grado, dos becas que le permitieron emprender estos viajes. La primera fue la UAL Erasmus Mundus, programa que le llevó hasta su primer destino y lugar de residencia, Valparaíso, en Chile. En esta primera parte de su particular aventura pocas veces estuvo solo, ya que a su primo, Marco Saez López, le aceptaron esta misma beca y, juntos, se fueron a un piso para compartir con otras cinco chicas españolas, dentro de una casa con otros siete españoles en la planta de abajo. “Una experiencia indescriptible”, en palabras de Carlos Martínez.

Esta ciudad portuaria chilena llena de coloridas viviendas sobre acantilados, posiblemente la segunda más conocida después de la capital, Santiago de Chile, se convirtió en la casa de acogida de esta pareja de mogoneros y del resto de la expedición española. Una vez establecido allí, se encontró con una Universidad que no era lo que todo el mundo pintaba de color rosa, ya que, al ser el mismo idioma, se les exigía lo mismo que al resto de compañeros y a las tres faltas podían “reprobar” las asignaturas. No obstante, Martínez explica que, hablaron en varias ocasiones con los profesores y “entendían” que quisieran viajar para conocer el continente, por lo que “pidiendo permiso” llegaron a muchos acuerdos.

Así, a las pocas semanas, llegó la primera anécdota de “novatos” con el primer viaje sin salir si quiera de Chile. Los españoles que compartían casa con Carlos Martínez y Marco Saez ya tenían planeada una escapada al desierto de Atacama. Los mogoneros se enteraron más tarde, cuando los precios de los vuelos ya estaban por las nubes. “Tirando de inexperiencia y pensando que esto sería como España o Europa decidimos viajar en autobús. Cuando llevabámos más de 13 horas fui a preguntar al conductor y nos dijo que nos relajaramos, el viaje duraba un total de 23 horas”, explica entre risas Martínez. A parte de día que pasaron en un autobús, los primos afirman que la experiencia de Atacama fue la primera de todas las quedaron por venir. En los próximos meses se metieron de lleno a vivir la cultura chilena y viajaron por todo el continente visitando Brasil, Argentina, Colombia, Perú y Bolivia con otras tantas historias que contar.

Pese a que la Navidad la pasaron en Chile, los mogoneros volvieron a casa en el mes de enero, pero con el tiempo justo de hacer las maletas de nuevo. Martínez se separó en esta ocasión de su primo y cambió las playas de Chile y Colombia por el frío de Polonia. En esta segunda parte del viaje, el estudiante afirma que estuvo más cansado, pero no por ello dejó de recorrerse varias ciudades y países por Europa. De su estancia en Lonza destaca que no estuvo acompañado de otros españoles, tan solo había una chica en su residencia, por lo que pudo dedicarse a aprender el inglés como él quería. “No hay nada mejor para conocer algo que vivirlo de primera mano”, asegura.

un viaje inolvidable

Los días que Carlos Martínez pasó en Perú quedarán siempre marcados en su memoria. Su pasión por las montañas y el senderismo alcanzó el climax en la visita a Machu Picchu. “Hay dos formas de ir a este sitio. La primera es como van la mayoría de los turistas, pagando un tren que les deja en el pueblo. La segunda es como fuimos nosotros. Empezamos a andar más de 10 kilómetros junto a las vías del tren por medio del bosque. Muchas veces tiramos la mochila al suelo y casi lo dejamos por imposible, pero cuando llegamos y vimos aquello con nuestros propios ojos sentimos algo que no se puede explicar con palabras. Nos echamos a dormir tres horas antes de subir la montaña y las vistas sobrecogen a cualquiera. Esta experiencia es la que recomiendo a todo el mundo porque merece muchísimo la pena, lo repetiría una y mil veces”, argumenta el joven con todavía emoción en sus palabras.

RECUERDOS SIN FOTOS

Otra de las visitas grabadas en el recuerdo de Carlos Martínez y únicamente en su memoria, ya que “no es lugar para fotografías ni para el turismo” es el campo de concentración de Auschwitz, lugar en el que estuvo durante su estancia en Polonia. “Este sitio si es verdad que te deja sin palabras. Conocemos de sobra la historia, estamos acostumbrados a ver las cosas que pasaron aquí en películas, series y documentales, pero hasta que no entré por la puerta no fui consciente de las atrocidades y las barbaridades que se hicieron en el mismo sitio en el que yo estaba de pie. Este no es un sitio para hacer fotos ni para un turismo normal, pero si es cierto que estoy de acuerdo en que se pueda visitar, ya que como se suele decir ‘hay que conocer la historia para que no se repitan los errores del pasado’ y este fue uno de los mayores errores de la humanidad”, asevera.

Momentos, aventuras y experiencias que siempre son mejores en familia
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Por muy bonitos que sean los sitios a los que se viaje, lo que hace que las experiencias se conviertan en recuerdos inolvidables siempre serán las personas. “Me fui con mi primo a la aventura y hemos vuelto con personas que son prácticamente hermanos para nosotros”, asegura Carlos Martínez. El joven reconoce que estos últimos diez meses nunca habrían sido lo mismo sin las personas que han formado parte de su viaje por el mundo. “Desde los españoles que han estados con nosotros compartiendo las fiestas de Erasmus hasta la gente que nos ha acogido en sus hogares, nunca volveremos a perder el contacto”, manifiesta. También tiene palabras para sus padres, a los que agradece que le hayan podido dar la oportunidad de disfrutar de una experiencia así. “Sin ellos no habría podido viajar tanto y aprender las cosas que he aprendido así que esta me parece la mejor forma de agradecerselo”, afirma. Ya está en contacto con muchos de los amigos que dejó en Chile y asegura con rotundidad que no tardará mucho en volver a verles.

despedida al más puro estilo chileno
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Durante dos meses Carlos Martínez y Marco Saez se adentraron de lleno en la cultura chilena al ser acogidos en casa del que ya será un “amigo para toda la vida”, Álvaro Iriarte. “El tiempo que vivimos con él pudimos conocer de verdad su forma de ver la vida y seguir sus costumbres”, explica.

Una foto que puede desaparecer
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El glaciar de Perito Moreno, en Argentina, fue una de las vistas que más impactó a Carlos Martínez. “Me dio mucha pena verlo de color tan azul y no blanco congelado como debería ser. El cambio climático está haciendo destrozos en estos paisajes y puede que en unos años no se pueda repetir esta foto”, afirma.

paseo por la historia del continente
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La segunda parte de la aventura de Carlos Martínez no incluyó tanta naturaleza ni paisajes paradisiacos. En esta etapa que él llamó “de aprendizaje” acabó sorprendido con la belleza de algunas de las mayores ciudades europeas. Es el caso de Berlín, donde quedó asombrado con monumentos como la Puerta de Branderburgo.

una ciudad muy diferente en europa
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De su recorrido por Europa, Martínez asegura que la mayor sorpresa la encontró en Amsterdam, a la que bautizó como la ciudad de las bicicletas. “Las carreteras y calles están hechas para los ciclistas. En Amsterdam puedes encontrar desde los mayores avances a las mayores extravagancias”, explica.