“No sirvo para estar parada y me reinventé”

Con solo 19 años creó su propio negocio tras cansarse de buscar y no encontrar trabajo

    28 jun 2020 / 14:15 H.

    A pesar de que, como reconoce Carmen García, nunca ha tenido idea sobre hostelería, su sueño era montar una cafetería con pasteles, desayunos y que sirviese para endulzar con sonrisas y buenos recuerdos a sus vecinos de Cambil. Y es que para ella nunca hubo otra opción. Desde joven tuvo en mente tener su propio negocio y dedicarse al mundo de la hostelería, sin embargo no siempre contó con el apoyo necesario o se atrevió a llevarlo a cabo para sentirse realizada.

    “Desde siempre tuve ganas de tener un negocio, no contaba con el dinero suficiente y, además, tenía dos niños pequeños, entonces era más complicado para mí. Ahora pensé que era el momento, que siempre había querido dedicarme a esto y nunca es tarde para lograrlo, por lo que al final tomé la decisión y me atreví”, resalta Carmen García. La cafetería cuenta con poco tiempo de vida. La abrió a finales de 2019 y poco después de empezar tuvo que cerrarla por la crisis sanitaria. Hasta ese momento, asegura que funcionaba muy bien y los vecinos habían acogido con muchas ganas su iniciativa. Por este motivo, ahora ha vuelto con muchas fuerzas para, poco a poco, lograr consolidar este proyecto que es un sueño para Carmen García.

    “Recién la abrí pasó todo esto. Al principio la gente respondió muy bien, los dulces se vendían muy bien, pero ahora vienen muy despacio. Todavía hay miedo para algunas personas para salir, venir hasta aquí, pedir café, dulces o churros. Tenía claro que quería tener una cafetería en mi pueblo y tenía muchas ganas de disfrutar de esto”, afirma. Su ilusión ahora es seguir consiguiendo que su sueño pueda crecer y que cada vez más vecinos decidan acercarse hasta la cafetería, porque si algo tiene claro Carmen García es que va a seguir en ello. “Yo tengo mucha ilusión, quiero que funcione. Al principio me daba miedo a pesar de la ilusión porque no sabía nada de hostelería. A base de golpes y noches sin dormir lo he aprendido todo. Solo tenía ganas e ilusión y eso es lo que tengo ahora para tirar adelante. Vamos despacito pero la fuerza está intacta”, sostiene García.

    Además, agradece a los vecinos por todo su cariño tras la iniciativa que tuvo hace unos meses al regalar los dulces y postres que le quedaban en la cafetería cuando comenzó el Estado de Alarma. Ahora, espera que el negocio crezca y que, poco a poco, cada vez más gente vaya a su cafetería.

    No sé quedarme quieta”. Así se define María José Maurin que hace unos años tomó la determinación de crear su propio negocio al encontrarse parada. Con 19 años y tras perder su empleo lo tuvo claro. Tras que pasasen varios meses en los que no encontraba un nuevo trabajo su cabeza dio con la respuesta adecuada. Si ninguna puerta se le abría y no lograba encontrar un nuevo oficio, ella tenía que ser su propia jefa y abrir una ventana repleta de sueños. “Empecé en plena crisis. Me cumplió el contrato donde trabajaba y tiempo después de echar currículos pues no salía nada. No soy una persona de estar en mi casa sin hacer nada. Desde que dejé el instituto he estado trabajando, así que decidí montar mi propio negocio”, explica María José Maurin.

    A su vez, reconoce que la idea de ser su propia jefa y tener un negocio que fuese propio le gustaba, que era una buena idea, pero al tomar la determinación se dio cuenta de que todo era más complicado que solo pensarlo. “Cuando lo ves desde fuera parece que todo está muy bien, pero claro cuando empiezas a trabajar ya dudas, ves toda la inversión, pero por suerte he ido para adelante con buena letra hasta ahora”.

    Además, agradece a sus familiares y allegados porque siempre recibió su apoyo desde el momento en que decidió montar su droguería. Gracias a ello también se sintió ayudada y apoyada para seguir trabajando. “Mi familia y amigos siempre me apoyaron. Me decían que no hacía falta salir fuera para montar un negocio. Respecto a eso ninguna queja, siempre he tenido ayuda. Todos arrimaron el hombro, me ayudaron a montarlo, ánimos todos los que necesité. La verdad es que siempre tuve claro que quería montar el negocio en el pueblo porque yo aquí siempre he tenido mi vida y no he querido irme fuera”, reconoce. Con solo 19 años fue emprendedora, en lugar de estar parada en su casa cuando perdió su trabajo tuvo claro que lo que necesitaba era buscar su camino por sí misma y no tuvo dudas en ningún momento, algo que, en ocasiones, es difícil que le pase a todos los jóvenes, por lo que defiende que se necesita esfuerzo y ayuda externa. “Lo que es necesario para la gente joven es tener ganas y que no haya tanto desconocimiento. Ahora creo que ya sí se ayuda, las instituciones aconsejan, pero cuando yo la monté había poco o yo no recibí la información”, afirma Maurin. Ahora su esfuerzo se ve recompensado y tiene la oportunidad de trabajar en su sueño.