“Trabajo en una panadería de toda la vida”

Noelia Martínez decidió continuar con el negocio que fundó el abuelo de su pareja

07 jun 2020 / 11:55 H.

Mañana templada del 3 de junio en el término municipal de Santiago de la Espada. La entrada principal del pueblo me lleva directamente a la panadería El Almacén, donde me espera Noelia Martínez, quien regenta el negocio desde hace seis años, junto con su novio, Luis Blázquez. Allí me cuenta la historia de este lugar tan especial que, a pesar de las dificultades, sigue manteniéndose en pie, ajeno al paso del tiempo. “Tenemos la panadería desde hace unos seis años, Luis y yo. El primer dueño fue el abuelo de Luis. Luego, la tuvieron sus tíos. Él empezó con ellos como trabajador, pero les iba regular, y estaban a punto casi de cerrar porque producían poco. Luego vinimos nosotros y nos la quedamos. Aún hoy, después de tantos años, seguimos usando el mismo horno que puso su abuelo, que hoy cumple 63 años. Yo soy de Pontones y conocí a Luis mientras estaba trabajando por aquel entonces en un bar. Lo conocí y nos liamos la manta a la cabeza con la panadería. Este trabajo es muy duro. Ser panadero es muy duro porque no tienes nada de vida prácticamente. Es que nosotros terminamos de trabajar el sábado a media mañana y el domingo por la noche tenemos que estar descansados para volver a trabajar. La verdad es que, al estar los dos juntos, se hace más ameno y nosotros queremos tranquilidad, no queremos fiestas ni estar todo el día ‘pa’ allá’ y ‘pa’ acá’. Y así vamos poco a poco haciendo productos nuevos, queremos meter cosas de mejor calidad, con poca grasa, la manteca queremos modificarla. Aquí, a pesar de todo, vivimos muy bien, ya ves. Lo único es que hay muy poquita gente y no hay turismo. Ahora mismo con el covid se han ido todos los profesores y todos los alumnos de los ciclos formativos. Está un poco complicado, porque si coges movimiento aquí en el pueblo bueno, pero nosotros tenemos que salir fuera a vender. Ahora estamos haciendo dulces pequeños y preparando envases para poder venderlos en otros sitios. Aquí, con lo que generamos, tenemos para pagar y ya está. La idea es esa, salir y vender online. Ahora queremos hacer una obra porque ahora verás el horno, es súper antiguo y nos cuesta muchísimo trabajo hacer todo, no tenemos maquinaria, solo una amasadora y otra para partir. El horno está muy bien, es muy bonito. Se llevó doce camiones de arena construirlo. Pero no se paga, eso no se paga”.

El calor que desprende el horno del abuelo de Luis me hace comprender la mirada de anhelo de Noelia que, con nostalgia, recuerda el duro trabajo de sus antepasados, que entonces era garantía suficiente para vivir con cierta dignidad en el pueblo.