Microamnesias

    02 feb 2020 / 11:35 H.

    Microamnesias son historias que habías olvidado. Los domingos comíamos paella como si fuera un plato sencillo —lo más sencillo—. No. No era así. Hacer la paella era bastante complejo y lo sencillo era no tener que pensar en lo que se comía el domingo. Dio al intermitente y comenzó a girar y girar hasta que se encontró en el otro lado, justo en aquel lugar en donde no quería estar o aparecer. Se quedó mirando fijamente y le dijo: tu vida ha quedado muy restringida. A continuación, apagó la luz y salió de la habitación con la decisión de no regresar jamás. Han pasado los años y no ha contado a nadie dónde dejó la llave. Cuando se iba de vacaciones desaparecían un montón de problemas porque dejaban de existir las cosas que estaban a su lado. La sombra que veía pasar por el pasillo, y que no le había dado importancia, se sentó junto a él, en la mesa de la cocina, a la hora de cenar. Lo dijo mirando al suelo: somos testigos de lo que nos rodea. Lo dijo evitando coincidir con cualquier mirada (estaba en un vagón de metro): “Quizás no seamos testigos de nuestra gloria”. A continuación, salió del vagón.

    Nadie dijo palabra alguna. El metro desapareció en el túnel. Sienta bien el andar por la ciudad sin que te persiga algo inminente. Esta circunstancia era improbable: siempre habría alguna llamada, alguna carta en el buzón o una conversación que anularía todo. Andar tranquilo era algo irreal.

    Salió de la ducha y lo primero fue acercarse la gran toalla blanca a la cara (con la discreta precaución que inspiran las toallas de los hoteles). Se envolvió en ella. El tacto era firme y las gotas de agua desaparecieron suavemente de su piel. Sentía más que nunca la ligereza que aparece después de una ducha.

    Por último, la toalla cayó sobre el suelo y él ya no estaba. Era otra desaparición más en la habitación 31. La lluvia en la poesía necesita los cristales.

    Para que exista la lluvia en el cine tienen que mojar a los personajes y poner el sonido de las gotas golpeando. Él apareció en la televisión y se pudo escuchar: “...al término de este comunicado quedará, sin sonido alguno, una foto fija en sus pantallas. Se activarán las retransmisiones en caso necesario.

    Permanezcan atentos a sus pantallas”. Pasó el tiempo, tanto como para olvidarse de la pantalla, pero la televisión seguía encendida. Microamnesia es el olvido que produce lo absurdo.