Las coplas
en la génesis

30 abr 2016 / 20:23 H.

Para que haya cante, tiene que haber copla, y cuando digo copla no me estoy refiriendo a la copla o canción andaluza y española, sino que este término se usa en el flamenco como sinónimo de letra o estrofa que se canta por algún palo.

Ya sabemos que el flamenco tiene sus orígenes en las clases más populares, mayoritariamente iletradas y que eran los mismos cantaores y cantaoras quienes componían sus propias letras.

El mundo del flamenco tuvo que esperar hasta el año 1881 para que algún intelectual se preocupara de recopilar y estudiar las coplas del flamenco. Fue Antonio Machado Álvarez, escritor, antropólogo y folclorista, (padre de Antonio y Manuel Machado) quien se dedicó a recopilar letras de cantes flamencos.

El trabajo de recopilación, comentarios y anotaciones se presentó con el título de “Cantes Flamencos” y lo firmaba con el seudónimo de Demófilo. No es un libro dirigido al público en general, pues es el resultado de un gran trabajo de campo y consta de 399 coplas de soleares de tres versos, 13 estrofas de solearillas, 70 soleares de cuatro versos, 177 seguiriyas, 15 entre polos y cañas, 40 martinetes, 16 tonás y livianas, 9 deblas y 23 peteneras.

¿Recuerdan que cuando escribí sobre el concepto tan pobre que tenía del flamenco Mairena? Pues el concepto de Antonio Machado Álvarez era aún más restringido, cosa que no debe de extrañarnos ya que sus asesores fueron todos gitanos y nunca se acercó al mundo del flamenco hecho por castellanos.

Sirva como preámbulo lo anteriormente dicho y pasemos a ver un poco las estrofas que se cantan en el flamenco. Una cosa a tener en cuenta es que los creadores de estos versos no eran conocedores de rimas ni métrica y que compusieron sus letras de forma oral, en muchos casos sobre la marcha y siguiendo solamente su intuición, por tanto, el cómputo silábico es solamente una aproximación y la rima generalmente es asonantada.

La estrofa más simple es el pareado, que se compone de dos tercios, (recuerden que en flamenco a los versos les decimos tercios) que pueden ser de arte mayor o menor y que se usan muy poco en el flamenco: O sea que virgen has estao/ pa tu familia te han coronao.

Como pueden comprobar el cómputo silábico hay que hacerlo desde la perspectiva del “habla” de los artistas. La soleá, (no confundir con las soleares) es una estrofa de tres versos de arte menor en la que riman el primero y el tercero quedando libre el segundo: Dejadme solo esta tarde/ que quiero hablar conmigo/ y tiene Dios que escucharme. La cuarteta asonantada, con cuatro versos como su nombre indica, y en la que riman los versos pares, quedando libres los impares:

Y hasta la ropa de tu cuerpo/ merece que se te queme/ por lo chungo que te portas/ con tus probes churumbeles.

O esta otra copla de cuatro versos que es la cuarteta propiamente dicha en la que los tercios riman alternándose: Tengo un apena escondía/ la canto porque me ahoga,/ que la pena es compartía/ si se canta en una copla.

Otra estrofa de cuatro versos es la seguidilla castellana en la que el primer verso y el tercero son de siete sílabas mientras que segundo y cuarto son de cinco: El clavel que me diste/ lo tiro al pozo,/ que no quiero claveles/ de ningún mozo.

Y para finalizar esta serie de estrofas de cuatro tercios nos queda la seguidilla gitana, en la que los versos primero, segundo y cuarto son pentasílabos y el tercero es de 11 o 12 sílabas partidos en dos hemistiquios: Yo no sé por dónde/ ni por dónde no,/ se me ha liao esta soguilla al cuerpo/ sin saberlo yo.

Con estrofas de cinco versos tenemos dos tipos de quintillas. En unas riman alternativamente los tercios: A dormir yo me acostaba/ por ver si te aborrecía,/ contra más dormido estaba/ más presente te tenía/ porque contigo soñaba.

O esta otra en la que solamente riman los versos impares: Que yo lo había criao,/ pa que fuera buen minero/ con to lo que hemos paso/ como mala enfermedad/ el caballo lo ha ganao.

Vicente Espinel, no fue solamente un poeta andaluz, malagueño para más señas, también fue un buen músico. Entre otras cosas, Espinel fue el creador de la estrofa de diez versos, conocida también como “espinela” Hay que recordar que como músico tuvo la intuición y los conocimientos necesarios como para incluir en la guitarra la sexta cuerda. Cuando hablamos de las aportaciones al flamenco del mundo andalusí, nombré al músico más importantes del siglo VIII, Ziryab y lo menciono nuevamente ya que tiene gran paralelismo con Vicente Espinel pues Ziryab, aparte de ser músico, cantante y poeta, fue quien añadió la quinta cuerda al laúd.

Pero volviendo a las estrofas del flamenco toca el turno a la espinela: Nos conocimos en Tampico/ nos quisimos con locura / y ella muy agradecía/ me trataba con ternura/ cuando yo más la quería./Dios llevársela ha quería / yo en mi triste abandono/ después de lo que he sufrío,/ de corazón la perdón/ y era mis cinco sentíos. Y para finalizar con las coplas nos quedan los romances, posiblemente padres del flamenco junto con las tonás campesinas y las nanas: Grandes guerras se publican/ entre España y Portugal/ y al conde Sol lo nombran/ por Capitán General./ La condesa como es niña/ todo se le va en llorar/ dime conde cuántos años/ tienes estar por allá.