La tradición de la esgrima
La práctica de este deporte se remonta a los primeros siglos de la Edad Media en las tierras de Jaén. En concreto, en la ciudad de la Mota, hay constancia de los espadores allá por el año 1549


Al final del año pasado se celebraba el torneo de la esgrima de la ciudad de Jaén. Lo presentaban los organizadores del encuentro resaltando algunos datos sobre este deporte. En concreto, el concejal de Deportes del Ayuntamiento jiennense resaltaba que era “el deporte olímpico de origen español” y que Andalucía es cuna de esta técnica con un gran número de “tiradores”. Así se denominan sus practicantes como esgrimistas frente a los esgrimidores que realizaban antiguamente las armas de esgrima y equivalían en otra modalidad con los espaderos. En estos tiempos del siglo XXI siempre se barría para casa y se traía las aguas a su molino utilitarista justificando el torneo deportivo dentro de la modalidad de turismo deportivo. El responsable de la UJA transcendía el deporte y lo enmarcaba en el desarrollo ético de valores, que fomentaba el deporte de la esgrima. Pero ni es un deporte reciente por ser olímpico ni su nobleza surgió al azar dentro de este mundo y militar. Su práctica se remonta a los primeros siglos de la Edad Moderna en las tierras de Jaén. Deben abundar, en los pueblos más populosos y en la capital, las noticias de los espaderos y los esgrimidores, que frecuentaban este oficio de fabricar espada a través de los padrones de población, contratos y ordenanzas de oficios. En concreto, en la ciudad de la Mota hay constancia de los espadores que abrían su tienda en las Entrepuertas de la Mota, y así lo hacía Gonzalo Martínez en 1549.
Pero, en esta misma ciudad se conoce con rotundidad el ejercicio de la esgrima como foco importante de Jaén por varios documentos. Por uno, primero, ante el Juan Bautista Cano en 10 de septiembre de 1638 y siendo testigos Martín de Rueda, Antón de Víboras y Bernardo Ruiz, recogíamos la práctica deportiva del Juego de la Esgrima en Castillo de Locubín, con motivo de la avenencia judicial entre dos contendientes por un pleito de lucha de esgrima.
Era muy frecuente la práctica de perdonar a las personas y dar una cantidad de dinero por el delito cometido. Juan de Pareja aludía que prieguiense Juan de Jiménez fue acusado por la Justicia de la ciudad de Alcalá la Real de haberle herido Diego Palomino, maestro de esgrima, que le sacó en la Era de esta villa con una cuchillada en el hombro izquierdo. Se muestra claramente que no fue un duelo, porque se refería a que el maestro jugaba con Jiménez a las armas y al tirarlas le dio estando recto y sin darle percibimiento entró la misma espada por las espaldas y se dio en un ojo.
Ante la petición de personas honradas, decentes, caballerosas y por el servicio a Nuestro Señor, solicitaba el perdón ya que no tuvo culpa el maestro pedía que se le perdonara. Se demostraba que ya existía la presencia de las enseñanzas y escuelas de esgrima españolas con su correspondiente tipo de espadas roperas y sus reglas. Por este tiempo, se habían escrito diversos tratados del Arte de la Esgrima de Jerónimo Sánchez de Carranza (1582), de Luís Pacheco Narvaez (1624), maestro mayor de Felipe IV de Carranza, Nicolás Tamariz y Ettenhard y Abcarca, compendios que sobrepasaban este arte para profundizar en sus fundamentos teóricos, filosóficos y matemáticos. Como dicen algunos: “Destreza se convierte en algo más que una visión esgrimística, incorpora referencias a autores clásicos, la geometría, biomecánica y demás hijos del humanismo renacentista que daba sus coletazos aun en España”. En el siglo XVII, la espada ropera tomó el control y se popularizó enormemente, sobretodo de la mano de la publicación de la obra del esgrimista Salvatore Fabris. Su estilo triunfó en Italia y se expandió en la esgrima germánica. Y curiosamente en España fue conocida como la Verdadera Destreza en base a esta tipo arma de la espada ropera.
Pero, no era una noticia accidental aquel pleito ni una pura anécdota el juego de la esgrima. Pues, un siglo anterior, nos encontramos otro documento sobre la esgrima, en este ante el escribano Antón García de los Ríos con fecha de diecinueve de enero de 1553, siendo testigo Pero y Lope Garrido y Blas Alcalde, el propio maestro de esgrima alcalaíno, Francisco de Anaya aparece concediendo nada menos el título de poder ejercitar la enseñanza al prieguense Juan de Arroyo en su localidad. Lo hacía conscientemente y dándole poder para que representando su propia persona pudiera abrir escuela de esgrima de armas en ella como maestro como mejor le convenga y el visto bueno del alcalaíno hasta que alcanzara el título de maestro mayor del rey Carlos V.
Por este documento, se demuestra que la escuela alcalaína ya gozaba de tradición y dinamizaba las de las otras poblaciones de la abadía, donde se abrían escuelas al amparo del examen de oficio de los maestros de esgrima de Alcalá la Real, que gozaban del poder de dar el título real de, ejercicio. Por eso, la esgrima no sólo mereció con creces su categoría olímpica en esta tierra, sino que también viene refrendada por la práctica de unos valores, ajenos del simple aprovechamiento utilitarista del turismo, de modo que era algo más, era una escuela de fomento de valores.