La Mota, premio Hispania Nostra

Tras años de esfuerzo colectivo dentro de un amplio proyecto que aún no esta finalizado, hace unos días se colocó la placa conmemorativa de este galardón

16 feb 2020 / 16:47 H.

Hace unos días se colocó la placa conmemorativa del Premio otorgado a finales de 2018. Viene a la mente muchos años de esfuerzo colectivo, que, como decían mi amigo psicólogo entre los dos modos de enfrentarse a un acto, frente al castigo por la desidia de los años oscuros recibió este premio del acicate para culminar un proyecto que todavía está inconcluso y clama por cerrarlo con la recuperación total de la muralla de Santiago. Los reconocimientos sobre este Bien de Interés Cultural no han sido solo en tiempos moderno, sino que se multiplican los honores, gracias y mercedes a lo largo de la historia. Cuando se acercan personajes famosos o simples viajeros a Alcalá la Real, acostumbran a describirla y encomiarla por diversos aspectos, sobre todo por su belleza paisajística. Los hubo como el famoso poeta andalusí al-Hiyari, que la mencionaba como “ Roca de Al-Andalus, se aferra a los broches del cielo para lograr las primicias de la gloria y de las majestad”; unos siglos después, los Reyes Católicos se enorgullecían de que era una de sus fortalezas más importantes de Andalucía.

No podemos pasar por alto su carácter fronterizo, definido a toda perfección, con este piropo oficial, que es la divisa de su leyenda “La muy noble y leal ciudad de Alcalá la Real, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla”, el que encabeza todos los documentos antiguos. Nos damos cuenta de la importancia de esta frase, cuando apreciamos que Juan II le concedió el título de Ciudad frente al nombre de Villa (por ejemplo Madrid), Enrique IV estimó en gran manera su lealtad a la Corona con el calificativo de “muy noble y leal” y, su imbricación a los reinos de Castilla, fue reconocido por los mismos Reyes Católicos con el de guarda y defensa. Desde el medievo hasta los turistas actuales, abundaron pasajeros que recorrieron este término abacial “vel quasi nullius” o “casi de ninguna diócesis”, otra definición que marca el carácter exento de cualquier sujeción jurídica superior a los reinos de España.

Frecuentaron, también, los personajes musulmanes este camino que se adentraba al reino granadino por el puerto de Alcalá, como Ibn al Jatib que pernoctaron en aquella Qalat Banu Said; en la Edad Moderna, pasaron santos como san Juan de Ávila, san Juan de Dios, san Juan de la Cruz; reyes como Enrique IV, Isabel y Fernando, Carlos V, y hasta el rey intruso José Napoleón; escritores como Irving o Alejandro Dumas; pintores, escultores, grabadores y artistas como Andrés de Vandelvira, Gaviria, Baldi o Laura de los Ríos; numerosos mendigos o romeros que acudían al santuario de Moclín, o a los baños de esta comarca; y soldados de los regimientos y tercios españoles que forrajearon en las dehesas de estas tierras; bandoleros-gacís, gentes de la Sierra, maquis que cabalgaron su libertad por estas montañas desde donde se otea la majestuosa Mota. De entre todos ellos sorprende esta acertada a descripción de Alcalá la Real “Alcalá Regale super nubila erectum et in conspectu regni Granatae”. Brotó, nada menos de la pluma de Pedro Mártir de Anglería, un humanista de la Corte de los Reyes Católicos, atraído a vivir la conquista definitiva de España por el Conde de Tendilla, al que acompañó como escudero y cronista en alguna que otra escaramuza en este terreno último de frontera, donde pernoctaron las huestes castellanas hasta la toma de Granada.

Esta frase, recogida de sus Opus Epistolarum, viene a cuento en estos tiempos, en los que, de nuevo, se disfruta de muchas zonas reconquistadas de la fortaleza de la Mota: entre las más recientes, la muralla del Gabán, murallas del Trabuquete, Entrepuertas y la plaza alta de la Mota. Por estos lugares, los turistas se sienten e entre nubes subidos al espolón de la fortaleza de la Mota, oteando (in conspectu), en la lejanía, el antiguo reino de Granada, y. en sus alrededores, contemplando las bellas ruinas reconstruidas de la casa del alcaide Conde de Cabra. Y si extendemos nuestro ángulo de visión, a unos pocos metros, también se puede visitar, desde hace pocos años, el Bahondillo, y su barrio simulando al Sacromonte y cerrado por una muralla que llama a las puertas de su urgente y total reconstrucción con el cerramiento definitivo de la fortaleza. Con esa obra, se puede poner el broche final y la nave no hará aguas, por cierto, ya por muchos años.

Este premio de Hispania Nostra, ya se fija en la roca de las Entrepuertas, mediante una lápida, discreta y exponente de un ayer de esfuerzos colectivos y de administraciones que lograron que el símbolo de Alcalá sea la Mota. Y no solo el símbolo sino la resurrección de un patrimonio que estuvo muchos en las mazmorras del olvido. Enhorabuena por los que nos han hecho una Mota más clara y diáfana como el azul de su cielo; muchos viajeros se los agradecerán con bellas descripciones y requiebros de encomio.