La mayor agresión
a las mujeres

se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más lucrativos. Amnistía Internacio-nal también está implicada en la lucha contra la desigualdad de género

20 nov 2016 / 11:34 H.

El próximo 25 se celebrará el Día Internacional Contra la Violencia de Género. Es un momento idóneo para comprometerse con la lucha por su erradicación. En esa lucha contra la desigualdad de género también se encuentra implicada, desde hace mucho tiempo, Amnistía Internacional. Este año, me gustaría destacar una de las formas más crueles de violencia ejercida contra las mujeres. Me refiero a la trata de mujeres para la explotación sexual, un grave delito que atenta contra los derechos humanos y que constituye una forma de esclavitud que convierte al ser humano en una simple mercancía.

La trata se ha convertido en uno de los negocios ilícitos más lucrativos. La mayoría de las víctimas son mujeres, porque la trata está directamente relacionada con la posición de las mujeres en la sociedad y la feminización de la pobreza. Se puede afirmar que la trata de seres humanos afecta de manera desproporcionada a mujeres y niñas, y que estas suelen ser sometidas a las formas de trata más graves.

El sistema social que perpetúa los modelos de desigualdad y permite la devaluación de mujeres y niñas es un caldo de cultivo idóneo para este negocio. De este modo, mujeres y niñas se encuentran en una clara situación de vulnerabilidad frente a la captación.

La trata es la forma más grave y cruel de violencia de género. La Trata no es neutral en cuanto al género: está relacionada con la discriminación, la desigualdad en el acceso a derechos y oportunidades y las relaciones desiguales de poder que afectan a mujeres y niñas. La trata de personas con fines de explotación sexual es considerada por la Corte Penal Internacional como uno de los crímenes más graves que se cometen contra la humanidad.

A pesar de su gravedad, nuestra sociedad no se encuentra sensibilizada y la admite como una realidad a la vista de todos. El problema radica, por tanto, en la concienciación social de los hombres consumidores, jóvenes y adultos, de todas las profesiones y clases sociales, en la sensibilización de los profesionales que se encuentran con la trata y en el abandono de estereotipos xenófobos contra las víctimas extranjeras.

Los que trabajamos en esta materia detectamos cómo existe una total falta de empatía con estas mujeres. No son atendidas por las instituciones públicas que deben velar por su seguridad (policía, justicia). Incluso las entidades creadas para luchar contra la violencia de género y la defensa de la mujer practican una política de abandono que no puede mantenerse.

El mismo Instituto Andaluz de la Mujer ha realizado un estudio en el que plantea la necesidad de una actuación informativa inmediata en los puntos de entrada masiva (como Ceuta y Melilla) para dificultar el contacto con la red en España y llevar a cabo un trabajo de concienciación desde el primer momento, dado que el 89% de las víctimas no se reconocen como tales.

A partir de ahí, el estudio recomienda, a nivel jurídico, fomentar la decisión de denunciar, articular medidas que garanticen la reflexión y, sobre todo, equiparar los derechos de las víctimas de trata con los del resto de mujeres víctimas de violencia de género, con el fin de que tengan acceso a la misma atención y servicios. Esto es un grave problema. A estas mujeres no se les ofrecen los recursos establecidos para atender a las víctimas de la violencia de género.

Es momento ya de poner en marcha los mecanismos para que estas mujeres dispongan de suficiente protección. Hora es ya de que empecemos a dar amparo a las víctimas de esta lacra en igualdad de condiciones con las demás. No podemos esperar más tiempo. Cada minuto que pasa es vital.