La iglesia de San Juan Evangelista
El bien cultural más importante de Mancha Real es la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, con cuya traza y ejecución se vinculan los nombres de prestigiosos arquitectos del XVI al XVIII como Andrés de Vandelvira, Juan de Aranda Salazar, Eufrasio López de Rojas o Ventura Rodríguez. Fue, efectivamente, Chueca Goitia el primero que delató la intervención de Vandelvira en la traza del templo manchego basándose en el estudio de similitudes con el lateral derecho de la Catedral de Jaén. Escribe Chueca “de que la planta de la iglesia de San Juan Evangelista, de Mancha Real, atribuida por algunos sin fundamento a Herrera, se debe a Andrés de Vandelvira. En la fachada lateral de la iglesia aparece la fecha de 1575, año de muerte del maestro. Esta portada es típicamente suya, muy sobria y ajustada y de suma elegancia. Concuerda bien con las últimas obras del complejo sala capitular-sacristía-crucero de la Catedral de Jaén. Luego parece que las obras se interrumpieron, precisamente en 1575, posiblemente por la muerte del arquitecto...”. La duda radica en que se trata de una iglesia columnaria, y no se conoce otra en la que Vandelvira se sirviera de este modelo. Pero, ciertamente, los cuatro tramos con bóvedas esféricas en la nave central y vaídas en las laterales dan un argumento para situar esta iglesia en la órbita de Vandelvira y su escuela. Otra línea de investigación la ofrece el propio Chueca al comparar esta iglesia con la parroquial de Getafe, de Alonso de Covarrubias. Las obras se volvieron a emprender en 1614 y a mediados del siglo, por iniciativa del cardenal Baltasar Moscoso, se intensificó el ritmo y la calidad de las obras. La reorganización del espacio interior la planteó Juan de Aranda diseñando un coro en alto para aprovechar el amplio hueco que quedaba entre los estribos, que dejó sin concluir, aunque sí tuvo tiempo para realizar la portada principal, de extraordinaria factura y bella composición, manierista tanto en su concepto como en ornamentación, primorosamente labrada en piedra y estructura a modo de retablo. Sus elementos más llamativos son el arco de medio punto que abre la puerta, las dobles columnas con éntasis que la flanquean, los motivos ornamentales, como puntas de diamante, o los estructurales, como pilastras y frontones partidos semicirculares. A partir de 1670, López de Rojas obró el coro, cubrió el sotocoro con bóveda de cañón con lunetos y trazó la torre, otro de los referentes destacados del templo, que ubicó en el lado suroeste, enfatizando aún más las dos portadas del templo. Su base es cuadrangular y el primer cuerpo, carente de decoración, lo apuntalan fuertes estribos. En 1775 se haría cargo de levantar el segundo cuerpo de la torre Ventura Rodríguez, que dejó su impronta en los balcones de medio punto sobre impostas, pilastras cajeadas y frontones triangulares con escudo en el tímpano. El cuerpo de campanas, restaurado posteriormente, presenta jarrones en las cuatro esquinas sobre las que se levanta el cuerpo octogonal, que sostiene a su vez un chapitel piramidal. En su interior desapareció, consecuencia de la última guerra, el retablo del presbiterio, obra de Diego de Landeras y Gil Fernández, de estructura renacentista con dos pisos, tres calles y ático e iconografía barroca, manifiesta en esculturas como las de Dios Padre y el Calvario.