La ermita de San Isidro de Jamilena

Las fiestas del patrón de los agricultores se remontan setenta años atrás en este municipio de la comarca metropolitana, que celebra sus fiestas en el paraje de la Cueva de la Dehesa, situado en plena sierra

13 may 2018 / 11:02 H.

Una vez finalizada la Semana Santa y, cómo no, una de las romerías con mayor afluencia de peregrinos de toda España, como es la Virgen de la Cabeza, llega uno de los meses con mayor número de eventos lúdicos y religiosos.

En el calendario, mayo, en nuestra provincia es sinónimo de romería, celebración y, además, de fiesta. Este periodo de primavera se asocia a permanecer mayor tiempo en nuestras calles y disfrutar de actividades al aire libre. Nuestros pueblos se preparan para festejar multitud de romerías, y principalmente, en las zonas agrarias y rurales, a San Isidro Labrador.

Notable y destacado es el aprecio que muestran, año tras año, cientos de jiennenses al santo madrileño. Muchos son los pueblos del territorio provincial que tienen por tradición, desde la creación de las antiguas organizaciones civiles de las hermandades de Labradores y Ganaderos, de homenajear a este santo por todo lo alto. En el pueblo de Jamilena se celebra desde hace más de setenta años, de manera continuada. En el lugar conocido como Cueva de la Dehesa, en plena sierra, el segundo fin de semana del mes de mayo, los jamilenudos ensalzan al protector de los campos y de las cosechas.

La romería discurre entre los términos municipales de Jamilena y Torredelcampo. Hay que recordar que esta villa, con tan solo nueve kilómetros cuadrados, posee el término municipal más reducido de toda la provincia de Jaén.

La superficie sobre la cual se levantó la ermita de San Isidro Labrador fue donada por el vecino Manuel Vela Liébana al pueblo de Jamilena, para que se construyera un lugar para el culto. Según me transmite y relata su hijo, Sebastián Vela Moreno, su progenitor adquirió el haza de tierra, llamada Cueva de la Dehesa después de la contienda civil. Esta porción de tierra era destinada en la posguerra para la actividad agraria y ganadera. Concretamente, el templo se alza sobre una era de trigo y, además, contaba con una choza de piedra, de grandes dimensiones y planta circular, cuya finalidad era de refugio y de cobijo de agricultores y ganaderos.

En la zona, aún se mantiene en perfectas condiciones una de estas chozas, perteneciente a José Colmenero Moreno. La ciudad vecina de Los Villares posee varias de estas chozas de similares características. Precedentemente, en los años 60 y 70, la celebración del 15 de mayo, día de su onomástica, se conmemoraba en el paraje Los Baños o en las inmediaciones de la ermita del Calvario.

La ermita se inauguró, después de varios años de construcción, en diciembre del año 1982, ocupando la alcaldía Juan José Colmenero Pérez. En el año 2003 se comenzó a edificar junto a la ermita unas dependencias para el hermano mayor de la cofradía. Las noches estivales sirven para que esta área de recreo ayude al apaciguamiento y la sofocación del calor. Sin lugar a dudas, este bello y hermoso rincón es uno más de los lugares emblemáticos con los que cuenta esta ciudad de algo más de 3.600 habitantes.

Se ha cuidado y forjado una zona con un encanto singular. Una de las razones que empujan a sus vecinos a este lugar es la búsqueda del silencio y el reencuentro con la naturaleza. Los habitantes de este municipio están obligados a conservar y mantener este patrimonio natural. Además, los días de mayor visibilidad este rincón es un espectacular otero, llegando a divisar varios municipios de la campiña provincial.

No hay que olvidar los amaneceres y los crepúsculos tan espléndidos que se pueden llegar a gozar desde el paraje Cueva de la Dehesa. Este municipio ha recogido el legado de sus antepasados para seguir honrando, y preservando la tradición, a San Isidro Labrador.