Miles de personas han pasado por las bondadosas manos de Antonio Liébana que, tras tener experiencia, en primera persona, con las adicciones, ha dedicado la mayor parte de su vida en ayudar a otros en su misma situación a través de asociaciones como AJAR y Volver a Nacer. Actualmente, todavía intenta apoyar y aportar luz a aquellos que acuden hasta él en busca de una salida. Hablar con él y conocer su trayectoria y experiencias es, sencillamente, una lección de vida necesaria

Está retirado desde hace unos años, ¿a qué dedica Antonio Liébana su tiempo en la actualidad?

—Intento buscar nuevos retos. Una vez que dejé las asociaciones comencé a disfrutar del tiempo libre, de mi familia y de la ciudad. Este mismo mes voy a grabar un documental con Cristina Mate, vecina del barrio de Santa Isabel que ha creado una empresa en Berlín. Va a rodar cinco cortos, cada uno con un personaje y yo soy el central. Mi mayor reto en los últimos meses ha sido dejar de fumar hace ahora justo un año. Durante mucho tiempo los médicos me aconsejaban que debía dejarlo y el pasado 16 de octubre de 2018 mi médico me propuso asistir a una terapia y sin estar muy convencido me acerqué el primer día a la sede. En la misma puerta me fumé un puro y desde entonces y con ayuda de la doctora he conseguido dejarlo del todo. De las ocho personas que asistimos, cinco lo hemos conseguido.

¿Cuáles han sido sus motivaciones para dejar de fumar?

—Tres principalmente. La primero, evidentemente, por salud y recomendación médica, en segundo lugar porque soy creyente. Por último y más importante, tengo una nieta preciosa de tres años y no quiero que mi niña esté rodeada de humo y malos hábitos. Ahora comienza un nuevo grupo y acudo en algunas ocasiones para reforzar mi propósito y para ayudar a los que comienzan.

¿Todavía acuden vecinos de Jaén en busca de su ayuda?

—Sí, muchos, tanto de la capital como de otros municipios de la provincia. Algunos en persona y otros a través de las redes. Siempre les digo que me miren, yo no creo que haya un concepto denominado “alcoholismo”, existen personas que tienen problemas con el alcohol y que necesitan ayuda para resolverlo.

—Su vida ha estado llena de sombras a las que siempre ha sabido aportar luz. ¿Cuál es su secreto?

—Mi lema es hacer el bien, ver más allá en las personas. Además de mi experiencia y de los problemas familiares que he tenido, siempre he luchado por salir adelante, no puedo entender la vida de otra manera.

Su figura es reconocida por toda la sociedad jiennense por su labor en varias asociaciones. ¿Cómo surge la iniciativa de crear AJAR, la primera de ellas?

—En un principio, estuve varios años intentando crear diversas asociaciones sin éxito, en una época en la que ya había colectivos en todas las provincias andaluzas menos en Jaén. Fue alrededor de 1985 cuando surgió la oportunidad de crear AJAR, de la que en un principio no pude ser presidente porque los estatutos prohibían que un ex alcohólico estuviera al frente. El primer dirigente fue Juan José Martínez. Fue una etapa muy bonita porque pudimos empezar a ayudar a personas que lo estaban pasando verdaderamente mal, pero carecíamos de formación y de técnicas y métodos efectivos por aquel entonces. En aquella época me reuní con psiquiatras, viaje muchas veces a Madrid, leí todo lo relacionado con alcohólicos anónimos y hacía todo lo que podía para que funcionara. Teníamos una sede muy pequeña, más tarde nos trasladamos al Paseo de la Estación a un piso muy amplio que terminó por llenarse de personas. Con el tiempo, volvimos a mudarnos a un local que había sido un supermercado donde realizamos una gran inversión hasta convertirla en una de las mejores asociaciones de España.

¿Cuándo deja AJAR?

—En 1999 dejé de ser presidente de la asociación. Surgieron una serie de problemas y no me sentía cómodo por lo que finalmente me fui.

—¿Es en ese momento cuando crea Volver a Nacer?

—Efectivamente, por esa época. Cuando dejé la asociación, algunas de las personas que acudían a terapia me buscaron y comencé de nuevo. Al principio me reunía con ellos en un sótano en la zona del Polígono del Valle. Con el paso del tiempo y habiendo cerrado la etapa anterior, nos mudamos a un cocherón grande que también reformamos y tengo que decir que lo dejamos muy bien.

—¿Cuándo cierra Volver a Nacer y cuáles fueron los motivos?

—En el año 2015 me puse enfermo y tuve que pasar varios meses en cama porque estaba bastante delicado. Ese fue el principal motivo que propició que la asociación echará el cierre.

Tras pasar por ambas asociaciones y ahora desde el retiro, ¿qué le viene a la mente cuando echa la vista atrás?

—Grandes recuerdos. Yo hago un balance muy positivo de la experiencia. Ya no solo por poder ayudar a personas que buscan una salida, sino que detrás de todos ellos hay muchas familias que lo pasan verdaderamente mal y a las que poder aconsejar me llena profundamente. Además, hay algo que siempre he tenido claro, quien llama a mi puerta, da igual que viniera de un despacho de abogados o acaba de salir de prisión, siempre me podrá encontrar.

Has podido ayudar porque es el vivo ejemplo de que se puede cambiar de vida. ¿Cuánto tiempo lleva sin probar el alcohol?

—Desde el 24 de mayo de 1975, hace actualmente 44 años.

¿Qué le hizo dar el paso?

—Yo había pasado por las manos de los cinco psiquiatras que había en la provincia en aquella época y no había funcionado. Un médico de mi pueblo, Los Villares, me recomendó que fuera a Los Prados, algo que me sentó fatal. Sin embargo, hubo un momento en el que yo me di cuenta de que estaba verdaderamente mal y le dije que había decidido ir a Los Padros. Allí estuve un mes, salí y estuve seis meses hasta que recaí. Treinta días más tarde volví y estuve otras cuatro semanas, desde entonces no he vuelto a probar el alcohol. Yo tenía muchos valores, pero los había perdido y tenía que volver a encontrarlos.

¿Antes era más complicado poder salir de ese abismo?

—Muchísimo más. Yo siempre lo aclaro, si no hubiera tenido la seguridad de que quería dejar el alcohol no lo hubiera conseguido. Lo más importante para dejarlo es cambiar de vida. Si la persona que quiere salir de ahí no está dispuesta a cambiar, nunca saldrá del todo, es algo que he comprobado a lo largo de estos años.

—¿Qué le diría a aquellas personas que están pasando por este proceso y a sus familias?

—Lo más importante es que se conciencien de que quieren dejarlo. Una vez que lo tengan claro yo siempre estaré aquí para ayudar en lo que pueda y buscar los medios que sean necesarios para poder guiarlos.

—Tiene incluso hasta un libro.

—Sí, escribí una autobiografía que no llegué a editar, pero que se puede encontrar a través de internet bajo el nombre “Del infierno del alcoholismo a la felicidad de la sobriedad”. Yo no tengo una varita mágica que cure, pero siempre con ayuda y apoyo el proceso será más fácil. Las terapias nacieron precisamente con la base de que aquellos que hablaban y compartían pensamientos curan sus problemas con mayor facilidad. Otra cosa importante es buscar una buena asociación que establezca el camino a seguir.

Con el paso de los años se han desarrollado nuevas adicciones que afectan a mujeres y hombres. ¿Qué opina sobre ello?

—En las últimas décadas han aumentado mucho los politoxicomanos. Pero sobre ello me gustaría realizar un apunte, puesto que para consumir drogas primero hay que pasar por el alcohol, todo empieza por ahí. Este sustancia es un innhibidor, tanto que te elimina la conciencia real de peligro, un drogadicto mal curado es un alcohólico seguro.