Mujeres de bandera. Aquellas jiennenses que un día optaron por la lucha, por defender las libertades y la democracia, lo pagaron con su vida y su silencio durante décadas. Ahora, asociaciones para la Memoria Histórica luchan para que no se las olvide y exquisitos trabajos como los de Carmen Rueda ayudan a darles voz y rostro a aquellas a las que se invisibilizó durante tanto tiempo.

—¿Qué va a poder descubrir el lector en el libro “La represión franquista: mujeres republicanas de Jaén”?

—Van a poder descubrir una faceta importante y de la que aún hay mucho desconocimiento. Se trata de la represión que sufrieron las mujeres republicanas de la provincia durante la dictadura franquista. Ya en un primer libro que publiqué se aglutinan testimonios orales y en esta segunda parte he tratado de ampliar a través de documentos sobre los procedimientos judiciales a los que fueron sometidas. Son más de 300 expedientes con los que he querido acercarme a la realidad de lo que sucedió y a los castigos y torturas a los que fueron sometidas basándome en documentos.

—¿Qué nombre recibe la primera entrega de esta investigación?

—El primer libro se titula “Del tiempo del silencio al tiempo de la palabra”, que fue premio de Políticas de Igualdad de la Diputación de 2006, denominado ahora Carmen de Michelena. Recogí testimonios de mujeres que aún vivían, pero de las que solo queda, Anita Molina, de Linares, que cumple 100 años en marzo.

—¿Cómo surge la idea de llevar a cabo esta investigación?

—Soy historiadora y era una etapa de la historia que me interesaba especialmente por lo que decidí unir mi línea de investigación sobre la mujer a este momento concreto. Mi idea era abordar la temática de forma más general, pero cuando me adentré en la investigación observé que había mujeres que, tras cuarenta años, aún tenían miedo de hablar por lo que decidí que había que darle voz a estas valientes que habían sufrido y temido durante tantos años.

—¿Cuál es por tanto el principal objetivo que se marcó?

—Sacar a la luz la participación de las mujeres en esta etapa, todo lo que habían sufrido y arrojar luz a una época histórica desconocida en muchos aspectos porque ellas no habían tenido voz, con el fin de ofrecer una visión más completa de la historia.

—¿Qué ha descubierto de estas mujeres jiennenses?

—Sabía que en esta etapa se habían perdido los derechos que las mujeres habían conseguido en los años anteriores, durante la República, pero no conocía la dura represión por la que habían tenido que pasar las mujeres que siguieron fieles a la República. Fueron declaradas rebeldes y sufrieron castigos de diversa índole. Otro asunto que me sorprendió es que, en poblaciones pequeñas, como Escañuela o Cabra del Santo Cristo, hubo un gran número de mujeres encausadas por la dictadura.

—¿Hay algún testimonio que le haya sorprendido especialmente?

—En general, lo que he podido observar en los documentos es que los juicios eran trámites con abogados defensores que no ejercían su papel como tal y a los que no se les tenía en cuenta. También he notado mucha disparidad en los cargos, las denuncias en muchas ocasiones eran interpuestas por los propios vecinos o la dureza de las cárceles. Los testimonios, tanto de las que ejecutaron como de las que permanecieron mucho tiempo en la cárcel son sobrecogedores, como las rapaban como castigo o las torturas. Una mujer de Beas de Segura, Josefa, comentó el hambre y la situación tan nefasta que vivían en las prisiones. Además del miedo que sentían cuando escuchaban el camión y sabían que los llevaban a la muerte. Todo esto no se ve reflejado en los escritos oficiales.

—¿Ha notado diferencias con respecto a los hombres?

—Cuantitativamente es menor el número de mujeres ejecutadas, básicamente porque el poder lo ostentaban ellos. Sin embargo, cualitativamente la represión fue muy similar. En el caso de ellas se centró, además de en torturas físicas, maltrato e incluso violación, en una constante humillación. Sacarlas a la calle para vejarlas y señalarlas ante sus vecinos. Además, aquellas que venían de una familia republicana lo tenían mucho más difícil para trabajar y estaban repudiadas por la sociedad.

—¿Cuánto tiempo ha durado la investigación?

—En este último libro he dedicado un año completo para el estudio de los documentos en el archivo. En el caso de los testimonios orales, además de los recopilados para el primer tomo, después he ido recogiendo más para combinar ambas fuentes.

—Hace unos días que lo presentó en Jaén con el Aula de la Diputación Provincial repleta. ¿Cómo fue recibido por el público?

—Tengo que confesar que no me lo esperaba y de hecho pensé que no habría mucha afluencia y ver el aula llena de personas fue una grata sorpresa. Creo que hay un gran interés por conocer la voz de las mujeres que durante tantos años fue vetada. En el caso de las personas jóvenes, además, considero que son los grandes desconocedores de esta parte de la historia.

—Esta misma semana ha hecho lo propio en Martos. ¿Habrá más?

—Sí, de momento también haremos presentación en Rus, aunque aún no hemos fijado la fecha. También en Linares el 13 de marzo; el 27 será en Andújar; el Lopera la haremos el 17 de abril y, la Diputación de Cádiz también me ha requerido para después de Semana Santa. Además, estoy abierta y encantada de sumar nuevas citas.

—¿Qué sentimientos le gustaría despertar en el lector?

—Me gustaría que despertara el interés por conocer y sirviera para dar una perspectiva crítica. También para aprender a valorar objetivamente aspectos que recoge el libro y que o bien eran desconocidos o que conocían con perspectivas diferentes. Siempre con el objetivo de conocer y analizar esta etapa de nuestra historia de la forma más completa posible.

—En los últimos años ha profundizado en la historia de las mujeres. ¿Por qué?

—En una primera etapa mi investigación se centró en los colegios de Jaén que habían tenido educación infantil. Esto me llevó a que en el año 90 me involucre mucho en la coeducación, algo que, unido a mi trabajo en la Universidad de Jaén, me despertó un gran interés por las mujeres y el desconocimiento existente en varias etapas de la historia del papel que habían tenido, su invisibilidad.

—¿En qué punto cree que se encuentra el camino a la igualdad entre mujeres y hombres?

—Quiero ser positiva y creo que el patriarcado, instalado desde hace siglo, es algo que se vence con un trabajo constante y que lleva tiempo. Además, hace falto algo más. Para que el camino fuese más fácil tenemos que unirnos todos, especialmente tres elementos que son familia, escuela y medios de comunicación. Sin embargo, si los modelos que nos envían los agentes sociales son diferentes el trayecto se hace más largo, a pesar de que hemos avanzado mucho. Creo que el objetivo es seguir luchando para no perder ningún derecho y que podemos seguir avanzando. Yo me considero feminista y creo que es en esa lucha por la igualdad donde debemos estar todos unidos.

—¿A quién recomendaría el libro?

—A todo aquel que tenga interés por aprender. La última parte es una propuesta didáctica para los docentes con el objetivo de que sirva como herramienta para que los jóvenes, en determinadas edades, y puedan conocer esta parte de la historia protagonizada por las mujeres. Es por ello que la recomiendo especialmente a estas generaciones para sembrar un espíritu crítico que los lleve al debate y al interés por conocer distintas perspectivas de la historia.

—Por último, ¿habrá una tercera parte en la investigación?

—El trabajo de investigación va a continuar porque me despierta un gran interés y creo que aún se pueden extraer muchos más detalles y conocer a nuevas mujeres, pero una nueva publicación, aunque no la descarto, habrá que verlo con el tiempo.