La desamortización de Mendizábal
Puede que a más de uno, y de dos, les haya extrañado el título de este artículo, pero es que esta historia me viene muy bien para poder seguir intentando explicar cómo se va formando el flamenco.
El nacimiento de un arte no es cosa de dos días, así que en algunos momentos he echado mano de los manuales de Historia de España para poder seguir con la evolución del flamenco.
Algunos lectores recordarán que desde el primer artículo hablé de historia, aunque solamente fuera para hacer meras conjetura sobre el sentido musical de los habitantes cuasi prehistóricos de nuestro suelo patrio, (tartesios, romanos...).
Para continuar con este hilo conductor, hemos de recordar que la semana pasada comentábamos que la mayoría de la población andaluza estaba formada por el campesinado. No recuerdo si dejé aclarado, pero de no ser así lo haré ahora, que esta clase social era paupérrima, vivía a expensas del cacique o del monasterio de turno para poder subsistir y ya que siempre es buen momento para ir a peor, eso le ocurrió al campesinado andaluz.
Dando un gran salto en el tiempo nos situaremos en la primera mitad del siglo XIX y, para ser más precisos, nos situaremos en la regencia de Isabel II. Según los libros de historia, las arcas del Estado estaban como siempre han estado en nuestro país, vacías, así que un buen día al ministro de Hacienda, creo que todos los ministros de Hacienda son iguales, se le ocurrió una idea genial, y más o menos le dijo así a la reina: “Majestad, la banca no nos presta ni un real. Las arcas del Estado están criando arañas. Los Carlistas no la quieren a usted como reina. El pueblo está compuesto por una inmensa mayoría de campesinos pobres y una pequeña minoría de ricos muy ricos y no disponemos de eso que con el paso de los tiempos se vendrá a llamar las clases medias, así que le propongo a su graciosa majestad que hagamos una desamortización”. (Lo dijo así, de forma suave, para no decir a las claras que les iban a quitar las tierras al clero y a los conventos. (En esa época había más de 2.000 conventos y poseían los mayores latifundios). *
Creo que su majestad, que de economía tampoco sabía nada, diría más o menos: “Don Juan —que así se llamaba el ministro—, ¿qué sacamos nosotros de beneficio?”. (Siendo mal pensado, creo que en ese “nosotros” se incluía a ella misma, a él, el ministro, y algo para financiar las Guerras Carlistas). *
El muy sagaz Mendizábal, que por cierto se había cambiado de apellido dado que se apellidaba Méndez y este era de procedencia judía, le respondió: “Con las tierras que desamorticemos, (bonita palabra) haremos una subasta de manera que los pobres puedan adquirir sus parcelitas y se formará eso tan necesario para los gobernantes, ‘a mayoría silenciosa’. También conseguiremos captar adeptos a vuestra causa, que nunca mejor dicho también es la mía, llenaremos las arcas del erario público, y las nuestras, y por último quitaremos poder económico a los ricos y la Iglesia, pues ambos tienen veleidades carlistas.”
Había otras muchas más razones, pero la reina no estaba preparada para asimilar tantos temas de economía, así que se limitó a dar el plácet. Y se fue a hacer sus cosas.
¿Los resultados? Juzguen ustedes mismos: 1o.- Como se hicieron grandísimos lotes de tierras, los pobres no tuvieron opción de pujar, así que pujaron los nobles y los terratenientes y las diferencias económicas que había entre la población se multiplicaron exponencialmente. 2o.- En el terreno político ganaron adeptos, pero en contra se crearon poderosos enemigos entre los católicos y el clero, es decir, entre todos los españoles. Al Papa le sentó muy mal esto de que la Iglesia perdiera sus tierras y, por tanto, excomulgó a aquellos que pujaran. (Hecha la ley, excomunión, hecha la trampa). Algunos terratenientes fueron a la subasta con testaferros, para que sobre ellos no recayera la excomunión. 3o.- La subasta fue un fiasco pues sacaron muy pocos dineros.
(Aclaro que los párrafos que llevan un asterisco los he contado a mi manera, pero los hechos son verdaderos)
¿...Y esto qué tiene que ver con el flamenco? Sabía pregunta, pero para enterarse tendrá que seguir leyendo, no solamente este artículo sino también el siguiente, así que un poco de paciencia.
El campesinado, bajo el mando de los frailes, se moría de hambre. La Iglesia no era muy pródiga pagando salarios, pero al menos permitía a los campesinos vivir en un cortijillo, y de esta manera tenían guarda y servicio permanente, les dejaba tener un corralito con gallinas, conejos y, en algunos casos, hasta un marrano; hacía la vista gorda y lo pobres campesinos cultivaban una parcelita junto a la casucha que habitaban... O sea, que mal que peor comían de vez en cuando. El problema (cualquier mala situación siempre es factible de empeorar) es que una vez que las tierras pasaron a manos de la nobleza, los males se agravaron. Los conejos que criéis son del señorito, la papas que sembréis son del amo, los huevos que pongan las gallinas son para la señora... Y ese campesino que ya no podía más emigró a la ciudad.
Y en su miseria cantaban, a veces para olvidar las penas, a veces para olvidar que no había comida para su familia. Así fueron, según yo, los principios del flamenco y que, como he dicho anteriormente, lo seguiré contando la próxima semana, pasito a pasito, sin saltarme ningún detalle de esta triste historia. ¿Comprenden por qué las Tonás Ciudadanas cantan a la tristeza, el dolor y la desesperación? ¿Por qué no hay Martinete, Debla o Carcelera que cante a la riqueza o la alegría?