Ingeniería española en China

Aventurero, dinámico y con ganas de comerse el mundo, Víctor Peinado decidió liarse la manta a la cabeza y cursar sus estudios en Taiwán. Se fue con su pareja, junto a la que se enfrenta a un estilo de vida muy singular

05 mar 2016 / 21:36 H.

Decidió que era el momento de salir de Jaén a finales de 2014, aunque lo hizo con la ayuda de alguien muy importante para él. Víctor Peinado se acogió a uno de los “muy buenos”, como él mismo califica, programas para marchar a estudiar fuera que ofrece la Universidad de Jaén, perspectiva que facilita bastante las opciones. Pero la principal razón que le impulsó a tomar la decisión definitiva fue que sentía que cambiar de continente es que se estaba quedando algo estancado tanto en lo personal como de estudios, sin perder de vista las múltiples opciones profesionales que se abren cuando se sale “ahí fuera”. Tuvo el apoyo de su gente, que por supuesto, fue lo más importante y, así, se marchó a Taiwán. Lo hizo con Verónica, su pareja, que es maquilladora profesional y se fue a vivir con él para trabajar y aprender el idioma. “Eso también facilitó las cosas”. Nacido el 16 de junio allá por el año 1989, este hijo de la capital del Santo Reino, estudia Ingeniería Industrial y reside en Taiwán, una cultura totalmente diferente que, poco a poco, le conquista. Y lo hace en todos los sentidos, porque si algo caracteriza a este jiennens,e es ser un todoterreno. Ha trabajado en prensa escrita y radiofónica, además de colaborar en televisión. También estuvo, durante cuatro años, como administrativo en una empresa local para enseñar a conducir. “De ella he visto salir muchos “conductores XL”.

Centrados en su experiencia internacional, de Taiwan, sin duda, lo que más le costó fue el idioma, y no es de extrañar porque es totalmente diferente al occidental. “Aprender chino es muy complicado y llegar aquí sin saber prácticamente nada se hace muy cuesta arriba”, reconoce Víctor Peinado. En este sentido, el jiennense relata que, en su caso, se complican más las cosas porque vive en el Sur, que es una zona más tradicional, donde no mucha gente habla inglés. Un nuevo contratiempo en una adaptación que tanto su novia como él mismo tuvieron que hacer en un tiempo récord. “Cada vez que intentaba ir a comer a un restaurante o a comprar algo concreto era una odisea, ya que la mayor parte de las cosas están escritas en los caracteres chinos. Pero, al poco tiempo me apunté a un curso que ofrecía mi universidad y ha sido una de mis mejores decisiones, ya que he aprendido relativamente bastante en poco tiempo. O eso me dicen mis amigos de aquí. A nivel de cultura y tal, a pesar de ser muy diferente no me costó tanto, ya que soy una persona muy abierta y los taiwaneses son muy serviciales”, relata, desde el continente asiático, donde ha regresado después de una breve estancia en España.

Por otro lado, lo que más llamó la atención a Víctor Peinado nada más llegar a su nueva tierra de acogida fue la seguridad del país. “Como ejemplo, puedes aparcar tu moto y dejar el casco encima tranquilamente, que cuando vuelvas seguirá allí. Es una cuestión de cultura y educación y una pena que en nuestro país sea utópico”, reconoce. Lo peor, sin duda lo mal que conducen, tal y como ironiza. “También que, a veces, los taiwaneses son un poco cuadriculados”, concluye.

Su experiencia en Taiwán no es la primera internacional que vive. Tuvo la fortuna de poder viajar antes a otros lugares. “Tengo un familiar que procede de India, por lo que he podido visitar ese país en dos ocasiones. También, y a causa de nuestra pasión por el fútbol, mi padre, mi hermano y yo fuimos a Inglaterra a ver un Manchester United-Real Madrid que tuvo su anécdota, ya que por circunstancias llegamos a Manchester sin entrada y Florentino Pérez en persona nos las facilitó”, relata. Por otro lado, ha estado en Londres y vivió con una familia en Madison (Winsconsin, EE UU).

El calor del hogar

Como todos los jiennenses en la diáspora, Javier Peinado echa de menos muchas cosas de España. En lo que a lo personal se refiere, la familia y los amigos. Pero en cuanto a lo material, también añora los bares. “Esto incluye la comida, que su vez incluye a las tapas”, bromea. “En general se acaba echando de menos todo, aunque esto no quiere decir que no se esté a gusto viviendo fuera. Salir a conocer otro país y otra cultura te hace apreciar más lo que tienes en tu tierra, además de abrirte la mente como mínimo un par de cuartas”, relata. Para los que estén pensando en seguir sus pasos, les recomienda que sean valientes. “Si tienen posibilidades y ganas que no duden en hacerlo. Son experiencias inolvidables que no las van a vivir si se quedan metidos en el sofá de su casa con el braserico”, ironiza. También aconseja que lo tengan claro y que sean fuertes ante las dudas.

el gran escollo

En Taiwán la lengua nacional es el chino mandarín, pero muchos hablan minnanhua —dialecto chino hablado en Fujian y otros lugares—, ya que una gran parte de la población proviene de la provincia china de Fujian. Una pequeña parte de jakas y aborígenes, aún conservan sus lenguas nativas. El idioma extranjero más usado es el inglés, obligatorio en la enseñanza Secundaria. El español es un idioma cada vez más popular entre los cursos electivos en la Secundaria y la universidad. Por otro lado, Taipei es un centro importante para el estudio del chino mandarín, con varias escuelas, que cada año, ya sea en verano o como intercambio estudiantil, atraen más y más estudiantes extranjeros que así comprenden mejor la cultura china. A la hora de emigrar, evidentemente, el problema idiomático es el gran escollo que se debe superar.

una cultura totalmente diferente que esconde un sinfín de secretos
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Taiwán está situada al sureste de China continental, y tiene como países vecinos al norte, Japón y las islas Ryukyu, al oeste, China continental, y al sur, Filipinas. Es una isla alargada en dirección norte-sur, con una extensión de unos 36.000 kilómetros y se encuentra a cuatro horas de vuelo de las principales ciudades de Asia, como Tokio, Pekín, Shanghái, Hong Kong y Manila. Debido a un variado trasfondo histórico, la cultura de la isla es muy diversa y rica. En el desarrollo histórico de Taiwán intervinieron pueblos aborígenes no chinos, primitivos colonos chinos fuchieneses y jakas, los holandeses, los españoles, los japoneses y modernamente los chinos continentales. Por eso, se pueden ver la cultura aborigen, la china y la propia taiwanesa, a la vez que existen restos históricos dejados por los holandeses y japoneses. Teatro de marionetas, sombrillas de papel aceitado, figuras humanas comestibles, el arte de hacer nudos o la caligrafía, son solo algunas de las singularidades de una cultura que, a buen seguro, sorprende al visitante.

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El hecho de vivir en Taiwán le ha permitido hacer escapadas para conocer otros países asiáticos. Así, pudo trasladarse hasta Japón y empaparse de su cultura. “Es impresionante, se lo recomiendo a todo el mundo”, confiesa este jiennense, que disfruta de una experiencia que, a buen seguro, marcará su vida.

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Para este hijo de la capital del Santo Reino hay aspectos que son básicos para hacer más fácil la vida en el extranjero. “Es muy importante dejar atrás timidez, prejuicios y todas aquellas cosas que no nos dejen progresar. Hay que ser ‘echao palante’, como diríamos en Jaén”, relata Víctor Peinado, que aplica su doctrina todas los días.

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Víctor Peinado confirma lo que muchos piensan, que aprender chino es muy complicado. Tanto es así que hasta lo más insignificante, como comprar comida, era todo un mundo. Se apuntó a un curso universitario y, poco a poco, ha conseguido aprender tanto que sus amigos le felicitan por su rápida adaptación.

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Reconoce que los españoles están muy bien valorados. “Desde que llegué, me han hecho sentir como en casa, ya que la mayoría adoran a los extranjeros. La gente me ha llegado a parar por la calle para hacerse fotos conmigo. A los jiennenses no nos conocen, aunque yo me encargo de que prueben el aceite”.