Granaína
y guajira

27 nov 2016 / 11:23 H.

En alguna ocasión he intentado aclarar que los palos flamencos que llevan por nombre un gentilicio eran canciones bailables que existían antes de entrar a formar parte del mundo del flamenco.

También quiero recordar que, en algunas ocasiones, he dejado escrito que en España, sin distinción de región, las canciones folclóricas que más abundaban recibían el nombre de Fandango o el de Jota, y claro está, Granada no podía ser menos que el resto de España, así que desde tiempos inmemoriales se han conocido canciones bailables que se acompañaban con aires abandolaos.

Recordemos que este aire se ha dado primordialmente en las zonas en las que los musulmanes estuvieron más tiempo residiendo, y resistiendo a su expulsión. Las canciones abandolás se han mantenido en nuestro rico folclore en aquellas comarcas en las que los últimos reductos mozárabes se quedaron a vivir después de la reconquista de Granada (Las Alpujarras, Serranía de Ronda, Sacromonte de Granada, Lucena...). Y después de esta introducción, que para más de uno ha sido un simple recordatorio, pasamos a hablar de un nuevo palo flamenco (lo de nuevo lo he escrito con doble intención como veremos más adelante).

He dicho un palo nuevo, haciendo notar que es “nuevo” en esta serie de artículos, pues como vamos recorriendo los palos más populares del flamenco siguiendo el orden alfabético, pues le ha tocado el turno a Las Granaínas.

Con aire abandolao y siendo canciones bailables, Granada contaba “desde siempre” con una serie de fandangos que amenizaban las fiestas familiares, las romerías, y en general la vida cotidiana, pues los fandangos, las jotas y las coplas eran casi los únicos estilos musicales, al menos en Andalucía.

Los fandangos abandolaos bailables se fueron aflamencando, y una muestra de esto son los Fandangos de Frasquito Yerbagüena.

Pues a lo que íbamos, las Granaínas son simplemente Fandangos populares de esta provincia.

Son pocos los palos a los que les podemos seguir su recorrido en su proceso de aflamencamiento, y uno de ellos es este que estamos tratando de divulga, aunque no está todo aclarado al cien por cien, pues autores hay que dicen que fue el genial don Antonio Chacón quien prescindiendo del compás externo y en un intento de demostrar las enormes cualidades de voz y de afinamiento, “inventó” un palo flamenco con el nombre de Granaínas.

Esta “invención” se refiere solamente a la musicalidad y los nuevos adornos vocálicos, reservados únicamente a cantaores que tengan ciertas cualidades especiales.

Formalmente, las Granaínas están formadas por estrofas de cuatro versos y se repite uno de ellos. Esta repetición es una característica de casi todos los fandangos y por tanto las Granaínas no iban a ser una excepción.

“Engarzá en oro y marfil / tú llevas una cruz al cuello, / déjame morir en ella / y crucifícame allí, / en la cruz que llevas al cuello”

Corría el año 1890 cuando ocurrió la “puesta en sociedad” de este nuevo cante. Y digo esto porque don Antonio Chacón era un hombre muy meticuloso en su trabajo, y por tanto es seguro que llevara bastante tiempo trabajando en esta creación antes de presentarla a la afición.

Y cambiando de palo, siguiendo el recorrido del alfabeto, nos corresponde hablar de las Guajiras, cante de los denominados de ida y vuelta. ¿Que a qué llamamos Cante de Ida y Vuelta? Pues una palabritas sobre este título y así nos situaremos mejor.

A mediados o finales del siglo XIX, más o menos cuando la Guerra de Cuba, algunos artistas flamencos se trasladan a Cuba a “hacer las Américas”. Nuestros artistas convivían con el pueblo y conocieron de primera mano su folclore. Hasta aquí nada nuevo, pues es de suponer que diferentes artistas de otras ramas del arte también fueran a “hacer las Américas” y algunos se dejaran influenciar por el arte del trópico, pero en el caso de los flamencos, no solamente se dejaron influenciar, sino que lo asimilaron a su propio estilo y aflamencaron algunas canciones diferentes y así pasaron a formar parte del Flamenco.Los campesinos blanco cubanos eran conocidos como guajiros y estos, como cualquier trabajador del campo, interpretaban canciones que les servían para espantar la soledad de las faenas agrícolas, en algunos casos, o para acompasar el trabajo de un grupo de obreros o bien para celebrar felizmente la finalización de una cosecha.

Pues bien, estas canciones interpretadas por los guajiros son las que artistas como Cayetano Muriel, Pepe el de la Matrona o Pepe Marchena, rápidamente integraron en su repertorios y les dieron gran popularidad en muy poco tiempo, pues fueron muy, pero que muy populares en sus días.

Las letras de las Guajiras son estrofas de diez versos, conocidas como Espinelas aunque Cayetano Muriel popularizara las Guajiras compuestas por dos estrofas de cuatro versos cada una y que creo que más de un lector recordará haberlas oído.

“Mare del cuate yo vengo / toíto lleno de ternura, / mare, ¡qué de pulgas traigo / que me pica la cintura!.// La camisita que traigo / me la quito y la pongo al sol / por ver si estos animalitos / se acaban con la caló.”