Farruca y garrotín

20 nov 2016 / 11:34 H.

Los cantes de ida y vuelta son solamente aquellos que cruzaron “el Charco”? ¿Solamente se aflamencaron coplas procedentes de América? Estas preguntas y otras similares tenemos que hacernos cuando hablamos de la procedencia de algunos palos flamencos. Para mí esta terminología no se adapta a la realidad, pues aunque es la usualmente reconocida por todos los aficionados, si queremos ser más exactos debemos de tratar como “Cantes de Ida y Vuelta” a todas aquellas coplas que no formaban parte del folclore andaluz y que eran patrimonio cultural de otras regiones españolas.

Lo cierto es que yo también utilizo la terminología de “Ida y Vuelta” para referirme a los cantes con raíces americanas, pero a la hora de hacer aclaraciones precisas sobre la procedencia de algunas coplas, no me parece adecuado no incluir en esta terminología a las canciones tradicionales de otras regiones y que con el paso de los tiempos entraron a formar parte del mundo del Flamenco.

De todos es sabido que los gallegos han sido un pueblo viajero. ¿Recuerdan a los afiladores empujando a sus carrillos en los que transportaban grandes piedras de asperón? ¿No les viene a la memoria el típico sonido de sus “pitos de boca” usados como anuncio de su trabajo?

Este nutrido grupo de gallegos que anualmente se diseminaban por todo el territorio español, y algunos más que se dedicaban a otros menesteres, eran conocidos en Andalucía con el sobrenombre de “farrucos.” Lo que no tengo claro es si ese apodo se lo decían por ser considerados como personas “insolentes y altaneras”, tal y como dice el diccionario, o porque así se les decía a todos los emigrantes gallegos y asturianos. Sea cualquiera de estas explicaciones, la Farruca, procedente del norte de España, se aflamencó y pasó a ser considerada como un palo más del flamenco.

Se dice que su adaptación al flamenco la hizo “El Loli”, cualquiera sabe si es cierto o no, pero lo que sí es seguro que fue Manuel Torres quien le dio el empuje necesario para su popularización en el flamenco.

Si buscan el termino Farruca en el diccionario, espero que no le hagan mucho caso pues en la tercera acepción dice: “Palo flamenco procedente del folclore del norte de España, que se interpreta con aire de soleá.”

Pues bueno, eso no es cierto, ya que este palo se aflamencó al compas de cuatro por cuatro, o compás de compasillo, o sea, al compás de Tangos.

Báilame Malena / echa al aire toas tus penas / tira lejos las caenas / y olvida tu sin razón.// Míra y ve cariño / que te tengo desde niño / yo te quiero / como a nadie en este mundo.”

El siguiente palo de “Ida y vuelta” desde dentro de España procede nuevamente del norte, concretamente de Asturias, aunque tuvo un largo recorrido por Cataluña antes de desembarcar en Andalucía. Estamos hablando del Garrotín.

“Pregúntale a mi sombrero / mi sombrero te dirá / las malas noches que paso / y el mal trato que me das// Ay, garrotín, ay, garrotán / a la vera, vera, vera / de san Juan.”

Creo que esta estrofa y su estribillo son lo suficientemente populares como para identificar este palo. Sus estrofas están formadas por cuatro versos octosílabos con rima en los versos pares y libres los impares. En la interpretación de estas letras se intercala el estribillo que hace alusión al nombre del cante.

El Garrotín flamenco se interpreta también al compás de Tangos (4/4). En los Reinos de Asturias y de León los hombres daban palos a las mieses para separar los granos de la paja, es decir, garrotiaban las gavillas con el fin de separar la paja del grano, y como en todas partes, mientras realizaban esta tarea acompasada se interpretaban las canciones típicas de la zona. Estas coplas folclóricas asturianas no viajaron directamente hasta Andalucía; su viaje se realizó en dos etapas diferentes, pues salieron de Asturias con destino a Cataluña, como siempre ocurre formando parte del bagaje cultural de los campesinos asturianos que, buscando una vida mejor, emigraron buscando trabajo a tierras catalanas.

Con el paso de los años, estas canciones fueron asumidas por los gitanos afincados en estas tierras y de allí, como viaje lógico, descendieron hasta Andalucía, donde encontraron un buen caldo de cultivo que evitó que parte del folclore astur cayera en el olvido. “Conocemos” la procedencia del nombre. “Sabemos” que sus raíces se encuentran en Asturias, pero, como no podía ser por menos, hay “estudiosos” que atribuyen este palo a los gitanos del Sacromonte, mientras que otros “afirman” que estas canciones vieron la luz en los campos de Lérida y Gerona. ¡Vaya usted a saber!

Desde estas líneas, lo único que puedo afirmar que es cierto es lo que he escrito anteriormente sobre sus estrofas, su estribillo y el compás que tienen en su forma flamenca, lo demás...

También es cierto que este cante es silábico, sin melismas y que su aflamencamiento sucedió entre finales del siglo XIX y principio del siglo XX, siendo parte importante en su aflamencamiento y difusión el inolvidable Manuel Torres y la incomparable Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”.