Encina hermosa, el esplendor íbero

Hay una carretera que parte del margen derecho del río San Juan, por el puente de Castillo de Locubín en dirección al Molino de las Torres, junto a la Dehesa del Tobazo, que supone una auténtica y muy recomendable aventura natural

    15 mar 2020 / 11:13 H.

    N o descubro nada si digo que Jaén, no solo tiene rincones paradisíacos, también que es capaz de sorprendernos allá dónde no creeríamos podría ocurrir. Siempre he reivindicado las rutas que se alejan de las grandes arterias, esos senderos y caminos con destino aparente a ninguna parte y, aun así, son capaces de atraparnos por completo, regalarnos una agradable sorpresa, un premio que no esperamos. Se puede afirmar que veredas ya transitadas, conocidas, son capaces de aportarnos más cada vez que nos decidimos a repetir la ruta.

    Coger la carretera que discurre por la margen derecha del río San Juan desde el puente del Castillo de Locubín hasta el Molino de las Torres, junto a la Dehesa del Tobazo, es más que una aventura, es todo un deleite sensorial. Cuesta imaginar la cantidad de rincones maravillosos por los que discurre. Junto a un tapiz, aparentemente caótico pero con un orden establecido por el buen hacer de cientos de pequeños agricultores, de pequeñas huertas, serpentea una vía estrecha de fácil discurrir.

    Hago la travesía, no tanto por la maravilla que suponen esas pequeñas explotaciones agrícolas donde los cerezos ya festejan, llenos de flores, el ocaso del invierno, sino con la intención de llegar al Opidum Íbero de Encina Hermosa. Situado en el cerro de Cabeza Baja, a una altitud de 800 metros, es uno de los vestigios íberos provinciales menos conocido de dicha Cultura, pero de una importancia esencial para entender aquellos tiempos en la zona que hoy es el sur provincial. Conocido desde hace mucho tiempo, rara es la casa dónde los abuelos no hiciesen referencia al lugar, el yacimiento ha estado expuesto al expolio desde hace décadas. Con todo, se pueden vislumbrar vestigios increíbles de todo un poblado íbero. Restos de muros, de lo que pudiese ser una plaza, incluso algún sitio de almacenamiento, se muestran ante los ojos de quien sepa mirar los restos arqueológicos con la curiosidad que merecen. Se llega con relativa facilidad, es ruta muy concurrida por amantes del senderismo y en mayor medida por aquellos que disfrutan de la bicicleta de montaña. Desde la carretera que atraviesa el valle, en el curso derecho del río, sale una deviación, bien señalizada, que nos indica el lugar. Hay que salvar un desnivel pronunciado, casi 500 metros, merece la pena aún teniendo que transitar los últimos dos kilómetros por un carril sin asfaltar. Desde la cima las vistas son espectaculares, se otea la grandeza de La Pandera, de La Sierra de la Martina y todo bajo el regazo de las aristas impresionantes de la Sierra Ahillos. Cual si fuese una postal, ante nuestros ojos, el núcleo urbano de Castillo de Locubín y su anejo, Las Ventas del Carrizal se presentan, deslumbrantes faros blancos entre el verdor intenso del bosque de olivos.

    El enclave no solo ofrece el atractivo de piedras con siglos de historia, permite el paseo entre encinas enormes que asemejan grandes buques navegando entre las barquitas de un mar colmatado de olivos a la falda de la montaña. Urge la puesta en valor, la protección y excavación pertinente del lugar como pieza esencial en el Jaén Íbero pero eso será motivo de otro texto, y en un contexto diferente. Antes de abandonar el lugar, es imprescindible un paseo, navaja en mano, y coger un buen puñado de espárragos, abundantes en la zona, tanto que los lugareños, sabedores de ello, hacen de un buen paseo motivo suficiente para llevar tal exquisitez culinaria a casa. Una de las mil escapadas que nos ofrece la Sierra Sur, excursiones que nos adentran en la historia y en la naturaleza. Paisaje y paisanaje al abrigo de enormes montañas y junto a las venas del río San Juan que inunda con su húmeda sangre de transparente agua todo un vergel.

    Patrimonio y entorno natural
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    En plena Sierra Sur, se encuentra Castillo de Locubín, con un gran número de monumentos y lugares de interés cultural, así como un rico patrimonio natural. A través de ellos se puede conocer un poco mejor la historia de Castillo de Locubín y de la zona. En ellos reside, además, parte del encanto de este pueblo andaluz. Por su parte, el paraje natural con el que cuenta ofrece la posibilidad de desconectar.