En el paraíso de Colombia

Eduardo Serrano Cano “hizo las Américas” desde Alcalá la Real y, con su esposa, se instaló en Medellín, una ciudad con grandes posibilidades, como deja claro y en la que comparte su día a día con una población acogedora

12 mar 2017 / 11:17 H.

Eduardo Serrano Cano nació el 9 de junio de 1973 en Alcalá la Real, pero, desde el 6 de marzo de 2013, reside en la ciudad colombiana de Medellín. Trabaja en el departamento comercial de una empresa hispanocolombiana de ingeniería, consultoría y desarrollo de energías renovables, que tiene sus sedes principales en Madrid y Medellín, que desarrolla sus proyectos en toda Latinoamérica. Dos fueron los motivos que le impulsaron a emigrar a un país que define como “querido”. Por un lado, conoció en España a la que es su esposa, Paulina Oliveros, licenciada en Marketing y Comercio Internacional, de la que se enamoró cuando esta colombiana estudiaba un máster en Granada. Después, se le presentó la oportunidad de mudarse a esta república caribeña y, sin trabajo en España, no se lo pensó y, junto su pareja, se fue a “hacer las Américas”. “La verdad es que fue una decisión bastante dura de tomar en aquellos momentos, ya que no cambiaba a una ciudad o un lugar cercano, sino que me iba a 10.000 kilómetros de distancia, dejando atrás toda mi vida”, explica. Y es que ese cambio coincidió con unos momentos personales muy duros, ya que a su padre le quedaba poco tiempo de vida. “Tuve que regresar dos meses después al entierro y, realmente, fueron momentos muy, muy duros”, rememora el alcalaíno.

“La verdad es que me costó muy poco adaptarme a Colombia, en cuatro días, sin exagerar, me sentía muy bien. Noté que aquí podía estar mi futuro. Comenzamos a trabajar y no tuve ningún problema de adaptación, sino todo lo contrario, me facilitaron mucho la incorporación a esta nueva vida”, deja claro. No en vano, como asegura, vive en un paraíso, tanto por su gente como por sus paisajes. “En estos años, me han visitado mi madre, Dominga Cano Fuentes, y otros miembros de mi familia y amigos, y todos quedaron enamorados de esta tierra. Se llevaron una imagen totalmente diferente de lo que es Colombia”, asegura.

Con su esposa, de la que se declara profundamente enamorado, trabaja en un “bonito proyecto vital” que tiene su base de operaciones en un acogedor hogar en “El Poblado”, uno de los barrios más acomodados de la ciudad medellinense. El alcalaíno se ve perfectamente integrado en su nueva comunidad, según él, abierta y acogedora, y disfruta, además, de la compañía de muchos españoles afincados en la capital del departamento de Antioquía. “Solemos hacer muchas actividades los fines de semana y organizo en mi residencial el tradicional ‘guiso’ con los españoles. Así nos conocemos y pasamos buenos ratos contándonos nuestras experiencias”, comenta. Momentos de relax con los pies fresquitos en la piscina y una buena paella. “Largas veladas con gin-tonic”, bromea. En cuanto a las diferencias culturales, Eduardo Serrano Cano sostiene que son más las cosas que acercan a colombianos y españoles que las que los separan. El alcalaíno se ve por mucho tiempo en Medellín, aunque, claro está, extraña a su seres queridos y, en especial, se ríe: “Las fiestas de la Cruz y la feria de mi pueblo y el puchero de mi madre”. Ya más en serio, no descarta volver, aunque “a largo plazo”. “Medellín quizá sea la mejor ciudad para vivir en Colombia. Te ofrece todas las ventajas de una gran urbe que avanza a pasos agigantados y que sabe adaptarse a las nuevas necesidades de la población, con una vertebración muy importante de su área, donde viven 2,4 millones de habitantes, gracias a una eficiente red de transporte colectivo, recuperación de barrios y mucha innovación”, reflexiona.

la eterna primavera

Una de las cosas que más le llamó la atención al alcalaíno a su llegada a Medellín fue la poca variación en las temperaturas. “No hay estaciones, siempre estamos, más o menos, entre los 25 y los 30 grados. Por eso llaman a Medellín la ciudad de la eterna primavera”, explica este jiennense por el mundo. La vida cotidiana comienza sobre las seis de la mañana, que es como si fueran las ocho en España. “Amanece a las 5:30 y anochece a las 18:30 durante todo el año”, abunda. En cuanto a la hora del almuerzo, se adelanta con respecto a España, ya que la tradición la fija en torno al mediodía, por lo que la cena, más o menos, es de siete a ocho, como apunta el alcalaíno que, aunque reconoce que, en un primer momento, se le hizo algo complicada la decisión de marcharse a 10.000 kilómetros de casa, cada día se arrepiente menos del radical cambio.

la huella de escobar

Una tarde, mientras el alcalaíno estaba con un grupo de amigos en una de las zonas más exclusivas de Medellín, se incorporaron a la reunión tres personas más. “A uno de ellos, con unos 35 años, lo veía diferente, extraño. Por lo que decía, se notaba que había pasado mucho dolor psicológico, que estaba amargado, y se lo dije”, relata. Ante esta reflexión, el “nuevo” comenzó a darle explicaciones, una narración en la que hablaba, en muchas ocasiones, de que su familia tenía mucho dinero. “Al preguntarse sobre a qué se dedica su padre, me contestó, sin ambigüedad, que era narcotraficante”, asegura. Y es que tenía delante a Nicolás Ochoa, hijo de Fabio Ochoa, extraditado en EE UU, desde que se entregó a la justicia hace más de 20 años, por ser uno de los miembros del Cártel de Medellín, uno de los socios del mítico Pablo Escobar, natural de Medellín.

un jiennense que tiene la gran oportunidad de descubrir “las américas”
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El nuevo trabajo de este alcalaíno residente en Colombia le da la oportunidad de viajar constantemente y conocer gran parte de América, con países como México, Estados Unidos, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y su nuevo país, considerado como uno de los más bellos del mundo, con una gran profundidad.

Eduardo Serrano Cano deja claro que la imagen que se tiene de Colombia, como argumenta, para nada se corresponde con la realidad, lo mismo que ocurre con el resto de países que ha tenido la oportunidad de descubrir durante su estancia en el continente. “Cada uno de ellos tiene gran encanto y una gran similitud a los españoles y, sobre todo, un carisma que se asemeja a los andaluces”, aseguró. “Si tuviese que elegir otro país para vivir, sin duda elegiría Ecuador, principalmente, por su calidez y el desarrollo que tiene”, asegura el jiennense que, en la imagen, aparece en Guayaquil, la ciudad más poblada del país ecuatoriano, que ya conoce perfectamente.

una nueva vida junto a Paulina Oliveros, su esposa colombiana
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Paulina Oliveros y Eduardo Serrano son marido y mujer y juntos disfrutan de una vida plena en Medellín, una de las ciudades punteras de Colombia, de donde ella es natural.

reuniones de trabajo que le hacen viajar por el continente
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En la imagen, Eduardo Serrano Cano mantiene una entrevista con responsables de Agricultura de la región del César, en Colombia.

la imprescindible tradición del “guiso” de los domingos
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En esta imagen, el alcalaíno está a punto de disfrutar de la tradicional paella de los domingos, una costumbre que comparte con otros españoles. Se trata del conocido como el “guiso”.

Innovación en favor de una región con grandes posibilidades
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La empresa de Eduardo Serrano Cano está detrás de un proyecto de Innovación en la Guajira, una de las regiones de Colombia, donde echó a andar el Colegio Agropecuario.