Una lucha contra el viento

María Virtudes Ojeda García, alcaldesa de Villarrodrigo

26 abr 2020 / 12:42 H.

Si tuviera que poner una letra a estos días de confinamiento, esa sería: “Against the Wind”, Contra el viento, el clásico del cantante estadounidense Bob Seger. Escuchar esta canción me produce a la par un sentimiento de nostalgia y de inspiración. El encierro en nuestras casas, la abrupta ruptura con nuestros quehaceres habituales, nos permite más tiempo para la introspección y el pensamiento. El sanedrín de sabios sobre el covid-19, nos conmina a nosotros —humildes ciudadanos— a dejar atrás nuestra vida pasada y repensar nuestro futuro post-pandemia; ¿Nada volverá a ser como antes?, Tendremos que redefinir nuestras redes sociales, reinventar negocios, estilos... hábitos. Las vidas que no vivimos y las que nos queden por vivir. Como una alegoría existencial, sobre todo aquello que teníamos en nuestro pasado más inmediato, con nuestros avances y nuestros retrocesos, nuestros aciertos y nuestros yerros —en días como éstos—, todos intentamos seguir adelante contra el viento.

Estas reflexiones las hago desde Villarrodrigo, en el empiece de la Sierra de Segura. Sí, ese lugar que desde otros puntos de la provincia “está tan lejos”, como habitualmente me dicen personas que se acercan hasta aquí —a veces de procedencia capitalina— y del cual tengo el honor de ser alcaldesa.

Cada día que acudo al Ayuntamiento, desde que se decretó el estado de alarma, puedo comprobar la ingente normativa específica sobre el coronavirus, aparecida en el BOE, el BOJA, o la propia de las administraciones locales para intentar frenar la pandemia y minimizar sus posibles consecuencias.

Normas especiales para “tiempos recios”, sobre sanidad, desplazamiento de las personas, trabajos, ayudas, actividades permitidas o prohibidas, leyes que nos deben permitir acabar antes con la crisis sanitaria, económica y social que padecemos.

Las entidades locales como servicios esenciales, somos la primera puerta a la que llama la ciudadanía, cuando necesita ayuda, cuando tiene que realizar trámites o cuando quiere información, porque somos administraciones de proximidad. El trato cercano y profesional de los servidores públicos del Ayuntamiento de Villarrodrigo nos ha permitido redoblar esfuerzos para implementar una serie de medidas y actuaciones que permitan a todos nuestros conciudadanos, aliviar sus preocupaciones y sentir que no están solos.

En esa línea, desde la Alcaldía hemos adoptado una serie de decisiones tanto preventivas como de acciones, dentro de nuestro ámbito competencial. Así, la publicación de Bandos municipales a consecuencia del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, para la gestión de la crisis ocasionada por el covid-19, la compra de material por parte del Ayuntamiento para la confección de mascarillas por personas voluntarias, repartiéndolas entre toda la población; la desinfección de las calles de la localidad y de la aldea de Onsares, junto con las dependencias municipales; el reparto domiciliario de alimentos, en colaboración con las tiendas a personas mayores que los soliciten; la instalación de pantallas de metacrilato en los lugares de atención al público y en los comercios; la compra de viseras y buzos para aquellos trabajadores, que debido a sus condiciones laborales necesitan de EPI para su seguridad; la dotación a través de los servicios sociales municipales de una cobertura económica y asistencial para aquellos colectivos más vulnerables, o la adopción de moratorias en el pago de algunas tasas. También hemos contado con el apoyo incondicional de nuestro personal sanitario, de la Guardia Civil y del Ejército, con la Brigada Guzmán el Bueno X de Córdoba, patrullando nuestras calles y plazas.

Un reconocimiento a los hombres y mujeres del municipio, que con su trabajo diario hacen que en nuestro discurrir cotidiano no nos falte lo esencial. A nuestros mayores que llevan semanas sin salir a la calle y que han visto como en otros lugares, la enfermedad se ha cebado especialmente con ellos. A esas personas que me han dicho: “Cuenta conmigo, si hay que echar una mano, para lo que sea”. Estoy conmovida por la entrega y disciplina de mis vecinos y vecinas respetando el confinamiento domiciliario, en un ejercicio de compromiso, y por la quietud de una noche cualquiera del mes de abril.

En nuestro pueblo esta situación de emergencia de salud pública que se vive en todo el país y más allá de nuestras fronteras, se afronta con una particular visión, la de aquellos que se creen en la certeza de que el mal, no llegará por aquí, que vivir en la lontananza, junto con el vaciamiento de nuestra tierra, nos mantendrá a salvo.

Ahora que todos habíamos incorporado a nuestro léxico particular, las palabras confinamiento, cuarentena o pico de la curva, rutinizado esta excepcionalidad, cohesionado nuestros miedos y nuestra responsabilidad, ahora toca cambiar gradualmente hacia el desconfinamiento y la desescalada.

Fue muy gratificante la entrega a los niños de un diploma de buen comportamiento, auténticos “robinsones confinados, en la isla de su casa”. Ver la alegría de sus caras y su madurez, me transmitieron sentimientos de esperanza, ante un panorama general de luctuosa actualidad informativa. Bravo también por sus padres.

Por la Semana Santa que no fue, las romerías que no serán y tantos actos festivos y liturgias que habremos de posponer, por aquellos de nuestros paisanos que se fueron sin un adiós...

Todo forma ya parte de nuestro patrimonio emocional y así esperamos una reapertura paulatina a la normalidad, porque cuando salgamos ahí afuera, todavía quedará primavera.