Tiempo de ser prácticos y rápidos

Yolanda Reche, alcaldesa de La Carolina

26 abr 2020 / 12:42 H.

Lo que en un principio era una enfermedad en la lejana China, rápidamente se convirtió en una pandemia mundial. El covid-19, en solo unas semanas, tambaleó los cimientos de nuestro sistema y eso me hizo reflexionar sobre el concepto de aldea global. Quedó demostrado que nuestras fronteras son inútiles para acabar con el coronavirus y para garantizar nuestro bienestar. Ese concepto de que cada territorio está separado de otro por unos márgenes infranqueables ya no existe. Debemos mirarnos como especie, como un solo pueblo que trata de salir adelante. Quizá esa sea la primera enseñanza de las muchas que nos ha dejado y nos está dejando esta crisis sanitaria: debemos ir todos a una, olvidándonos de nacionalidades, ideologías o a qué administración pertenecemos. Y es que como administraciones, científicos y sociedad en general nos hemos visto obligados a entablar una batalla contra un enemigo desconocido.

Como cualquier otra persona, viví las primeras noticias con preocupación e incertidumbre, pero lejos de quedarme paralizada, mi vocación de servicio público me hizo reaccionar rápidamente para aportar desde nuestro ámbito de competencias. Los ayuntamientos son la administración más cercana al ciudadano y mi móvil explota a diario. Lo tengo que cargar varias veces al día, pues son muchos los vecinos y vecinas que me escriben preguntándome sus dudas o contándome sus miedos. Ahora más que nunca es cuando tenemos que dar la cara, ser eficaces y estar presentes. En este momento, aunque eso no va con mi estilo, no se puede gobernar desde los despachos. Es hora de ser prácticos y, sobre todo, rápidos en la acción.

En mi pueblo son muchas las medidas que hemos implementado. Todos los días mantengo reuniones con mi equipo de Gobierno en las que la primera cuestión es ¿qué más podemos hacer? Con esa premisa como bandera trabajamos en diferentes ámbitos. El primero de ellos es no dejar a nadie atrás. Para ello, hemos aprobado diferentes propuestas que persiguen aminorar los efectos económicos de esta grave crisis. Debemos ser realistas y sabemos que sus consecuencias van a ser graves. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que tal vez nos lleve a dar el primer paso en esa revolución tan necesaria en favor de una economía más sostenible y con un cambio en el sistema productivo. Llevará tiempo, pero ya estamos en el camino.

Mientras ese momento llega, nosotros trabajamos en el ahora. Hemos suspendido las tasas para vendedores de mercado de abastos y hosteleros y ampliado de plazo para pagar el IBI e impuesto de vehículos de tracción mecánica. De la misma manera, también hemos suspendido los alquileres de los locales y naves comerciales.

Por otro lado, también nos hemos preocupado de ofrecer ocio a diferentes segmentos de la población. En este marco, hemos comenzado una serie de cuentos en igualdad para los más pequeños, también les hemos pedido dibujos a los niños, los jóvenes nos mandan vídeos en los que queda patente su talento para la música y hemos organizados concursos on line, como el de repostería, entre otros.

Tampoco nos hemos olvidado de la población más vulnerable y hemos creado un banco de alimentos propio con 25 familias beneficiarias, aunque los Servicios Municipales siguen cribando para ver si podemos incluir a más. Además, hemos instalado routers, con la colaboración de la empresa Ahí+Blaveo, para que el alumnado menos favorecido pueda hacer sus deberes y, cómo no, hemos implementado un plan de ayuda para hacerles la compra a personas mayores o con movilidad reducida.

Pero, además de alcaldesa, soy madre, hija, esposa, hermana y amiga. Y no me puedo imaginar el dolor que padecen muchas familias al tener que decir adiós sin poder despedirse de los suyos.

En casa he tratado de garantizar la seguridad de los que tengo más cerca. Mis padres se vinieron conmigo para evitarles tener que salir a la calle. Trato de intercalar el teletrabajo con la actividad municipal, por lo que voy al Ayuntamiento todas las semanas. Además, hago de maestra de mis hijos. Vamos, que no paro.

Es complicado, pero estoy convencida de que saldremos adelante. Mi seguridad viene del torrente de solidaridad surgido a raíz del estado de alarma. En La Carolina son muchas las personas que nos han donado materiales para elaborar mascarillas, alimentos e, incluso, su tiempo. Comercios y establecimientos se han sumado a las iniciativas solidarias y no me puedo olvidar del colectivo de agricultores que sale a desinfectar las calles. Me siento orgullosa y agradecida. Estoy convencida de que junt@s lo lograremos, que no solo venceremos al coronavirus, sino que saldremos fortalecidos como sociedad. Cada día que pasa, queda un día menos para llegar al final.

Soy consciente de que ya nada será igual, pero llegará, cada vez más pronto, el tiempo de poder abrazar a nuestras familias, a nuestros a amigos, a disfrutar de nuestras calles y plazas, a recuperar el tiempo perdido. Todo será distinto, pero volveremos a vibrar. Mientras tanto, quiero dejar paso a la esperanza porque el futuro es nuestro, de todos. Al igual que les dije a mis vecinos y vecinas, debemos ser fuertes y valientes. Por eso, hago mía la frase de Mario Benedetti: “Defender la alegría como un derecho, como una trinchera”.