El deseo de volver a abrazar

María Francisca Espinosa García, alcaldesa de Benatae

03 may 2020 / 12:49 H.

No paran de cantar los jilgueros y la pareja de petirrojos que se posan en la valla de mi casa para saludarme, como todas las mañanas, mientras los verderones y los verdecillos saltan de rama en rama. También hacen sus acrobacias las golondrinas a la vez que los abejarucos tiñen de colores el cielo de mi Benatae. Estamos a principios de mayo y un breve reguero de tristeza asoma, fugaz, como pinchazo en el estómago.

Hemos pasado dos meses corriendo virtualmente del ordenador al teléfono, del teléfono a la tablet, analizando con ansia la curva de personas contagiadas, el número de personas fallecidas, la cifra de personas curadas o leyendo las opiniones médicas. También hemos atendido al presidente del Gobierno y, sobre todo, la llamada de mis vecinas y de mis vecinos para comprar tela para las mascarillas o desinfectar calles. Hemos compartido whatsapp unas veces para reír y, otras muchas, para llorar; whatsapp donde no han faltado los enfados que se terminan apaciguando con la calma habitual de este tiempo. Y como no podía ser de otra forma, hemos cuidado a nuestras personas mayores como nunca, con las ganas de siempre, para que no se contagiaran: les hemos llevado a casa la compra del supermercado y las medicinas, les he escrito cartas de ánimo y esperanza, los he llamado por teléfono en eternas charlas que sabían a poco.

Desde el Ayuntamiento estamos haciendo todo lo que se puede y un poco más. El coche de servicios, más que nunca, está al lado de las vecinas y vecinos gracias al trabajo de Jose Paqui. Los proyectos se reanudan para seguir adelante gracias a los trabajadores temporales. Los trámites administrativos están garantizados mientras que en una intensa labor con Miguel Ángel y Rocío trabajamos con el presupuesto municipal para cubrir las necesidades de las familias naberas. A esto último, le dedico mucho esfuerzo con Inma para analizar, casa por casa, las personas que no trabajan o que tienen dificultades para llegar a final de mes, para pagar el alquiler, el agua o la luz. En definitiva, un trabajo que tiene un respaldo esencial con las aportaciones del equipo de Gobierno en el que me acompañan José, Marta y Pedro Jesús, y del grupo de la oposición, con Cristina, María y Ramón.

Y, ¿cómo hacemos todo esto sin venirnos abajo? Gracias a las iniciativas de nuestra gente que nos inyectan dosis de optimismo cada tarde desde las ventanas y balcones donde gritamos que resistimos, teñimos la tarde de color esperanza, celebramos los cumpleaños, animamos a quienes enferman y lloramos, también de alegría, con quienes lloran. A mí, además, me acompaña estos días el “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago, me acompaña la alegría que provoca el que te habla cuando no te hablaba. Una mezcla de sentimientos que va desde el deseo de abrazar a todo el mundo a, a veces, querer odiar a algunas personas.

En fin, suspiro por mi familia, por mis amigas y amigos, suspiro por mi pueblo, por la Sierra de Segura. Suspiro y miro el sol que nos bendice mientras espero a la nueva realidad que no sabemos si será mejor o peor, pero será otra realidad.

Para terminar, un deseo: volver ya a la realidad de los abrazos y de los achuchones.