Cien años hechos historia

La familia Flores Albarrán llegó a la provincia jiennense desde Navales en el año 1919. Se cumple el centenario del momento en que se instalaron en Andújar, donde crearon su imperio ganadero

19 ene 2020 / 11:58 H.

Se dice pronto, pero cien años de trabajo, vida y esfuerzo por sacar adelante un sueño no es poco. Pero todo se remonta a un tiempo antes, cuando la familia Flores Albarrán vivía en el pueblo de Navales. Allí los dos hermanos, Pedro Antonio y Francisco estaban dedicados a la agricultura y la ganadería y, además, los dos eran amantes de la tauromaquia y su apetito por el emprendimiento les había hecho viajar a otros lugares y conocer a diferentes personas debido a la trashumancia. Fue al llegar el año 1919 cuando tomaron la decisión de tomar un nuevo camino, buscar una aventura diferente sin saber que era el comienzo de una gran historia. Así, con el objetivo de tener una vida mejor y un futuro próspero para ellos y sus descendientes viajaron hasta la provincia jiennense.

Pedro Antonio era padre de ocho hijos mientras que su hermano Francisco siempre estuvo soltero. Además de querer buscar un porvenir mejor, una serie de problemas de salud que sufría Pedro Antonio por el clima que había en Navales les hizo tomar la decisión de bajar a la provincia, lugar que ya conocían de sobra por sus labores de trashumancia y que era un rincón recomendado por parte de los médicos. Así, la familia se desplazó hasta la provincia y así comenzó una nueva andadura en la que consiguió hacer de la ganadería Flores Albarrán una de las más importantes y antiguas de España.

El origen de la saga familiar proviene de la unión entre Pedro Antonio con Petra Sánchez. Tuvieron ocho hijos y ahora, tras cien años, ya han pasado a la tercera generación, una que trabaja con el mismo esfuerzo e ilusión propia de unos herederos que buscan mantener el buen nombre de la ganadería y del oficio que hasta ahora se ha realizado. “Básicamente la razón para que viniese la familia fue la salud de mi abuelo. El clima de Salamanca no era bueno para él y ya eran propietarios y eran agricultores y surgió la posibilidad de comprar en Andújar y le recomendaron venir aquí porque por las dolencias que tenía el clima que hay es mucho mejor para lo que necesitaba. Además, ellos ya conocían esta zona porque la familia ya bajaba por la trashumancia hasta zonas jiennenses. Los pastos de temporada los llevaban hasta aquí y finalmente tomaron la decisión de bajar definitivamente y no tener que pasar por ese trasiego que tenían con el ganado desde Salamanca hasta Andalucía”, explica Rafael Flores, uno de los nietos de Pedro Antonio Flores y uno de los herederos de la familia Flores Albarrán que recuerda las principales razones para el cambio de vida al que optó la familia durante el año 1919.

Un legado que es muy importante para sus herederos, los cuáles son conscientes de que son muchos años de historia y de grandes momentos no solo en un vínculo más personal, si no como una de las grandes ganaderías que existen, lo que les obliga a trabajar con el mismo incansable esfuerzo y tratando que conseguir que las raíces, la forma de hacer el oficio y las ideas y pensamientos que vienen desde el origen se mantengan como hasta ahora para honrar la memoria de aquellos que hicieron un nombre para esta ganadería.

“Somos conscientes de que somos herederos de una tradición muy larga porque ya de por si hablamos de los cien año en Jaén, pero hay al menos otros doscientos años de los que tengamos noticias sobre el mundo de la ganadería. Hay que tener en cuenta que esta es una de las más antiguas que hay en toda España y es algo especialmente particular por no haber cambiado de mano en todo un siglo, algo que es muy poco frecuente en el mundo de la ganadería en el que hay mucha movilidad en lo que respecta a pasar de una mano a otra. Entonces sabemos que esta es una herencia importante y siempre tratamos de mantenerla y ser fieles al origen”, explica acerca de este legado.

De hecho, no es de extrañar que estos días haya una exposición en Andújar que habla acerca de esta familia que siempre ha recibido el cariño del municipio y sus vecinos puesto que, socialmente, también han sido clave. “Hemos tenido una vinculación muy importante y siempre hemos tenido unos lazos grandes con las cofradías, empresas y del tejido social que forma parte de Andújar”, remata.

Ser parte de una de las ganaderías con mayor historia de España supone también hacer un esfuerzo por estar siempre al día, innovar y aprender lo máximo posible para que la ganadería nunca baje la guardia y esté siempre al tanto y sean conscientes de los cambios que, en muchas ocasiones, se viven en este complicado mundo en el que siempre se debe estar actualizado. “Hay que cuidar al máximo el producto, que en este caso es el toro. Luego también hay que ser fieles a unas formas, unas maneras de trabajar, de criar al toro de lidia y entender que los tiempos cambian, lo que motiva que haya que estar pendientes de los cambios y las innovaciones que hay. Por tanto se debe mantener lo esencial, la forma tradicional, pero a su vez estar al día. En definitiva, procuramos que se cuide el producto y que el toro sea el protagonista pero sin perder la perspectiva de que estamos en un mundo cambiante”, matiza.

Sin embargo, tal y como reflexiona sobre la familia y recuerda, él nunca tuvo oportunidad de conocer a su abuelo, pero que durante estos cien años siempre ha habido tiempo de vivir diferentes altibajos, momentos más agradables y otros más complicados, pero con el esfuerzo, el trabajo duro y una dosis de ilusión siempre han sabido seguir adelante en todo momento.

“Realmente no conocí a mi abuelo, pero mis tíos y mi padre siempre nos han hablado sobre ello y lo cierto es que en cien años siempre ha habido momentos de todo tipo, algunos de mayor auge, otros menores. Va en función de la situación de la fiesta y, a su vez, es un mundo muy cambiente. La actualidad no se parece en nada a lo que fueron los toros en los años 20, los 40 etcétera. Siempre ha habido cambios con momentos muy buenos y otros no tantos. Ahora corremos con la suerte de que la fiesta vuelve a vivir momentos muy buenos. Aunque parezca que el mundo del toro es una cosa muy centrada en las tradiciones no es cierto. El mercado, sobre todo, ha variado mucho, no tanto lo que es el toro. Pero también hay cambios en lo que se refiere a la fiesta, lo que nos obliga a estar al tanto de todas las novedades que suceden en estos momentos”, explica Rafael Flores de los cambios.

Con respecto a los hitos que ha vivido la familia y la ganadería Flores Albarrán, Rafael Flores reflexiona sobre diferentes momentos, algunos más fáciles y otros complicados, pero que forman parte de este histórico centenario. “Aquí el mundo del toro de lidia ha cambiado porque ha habido una exigencia por parte del público. Los gustos son diferentes, las exigencias del tipo de toro. Ha habido ganaderías que se han adaptado mejor o peor a estos cambios. También hay modas con respecto a esto, a veces se buscan toreros más artistas a veces de otra manera. Mi familia ha tenido una relación muy estrecha, casi familiar con la saga de los Bienvenida. Toreros muy de la casa y que tenían predilección con los toros de nuestra familia” añade Rafael Flores. Una muestra de que cien años dan para mucho y vivir apasionantes y grandes historias.

La nueva generación mantiene el esfuerzo
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Tras cien años de trabajo, los herederos de la familia Flores Albarrán son conscientes de que es necesario seguir manteniendo el nombre de lo que una vez fue creado, puesto que supone una de las ganaderias más antiguas e importantes que existen en España. En su empeño por mantener también sus raíces, en 2019 hicieron un viaje de retorno. Por un lado, aquellos familiares de Navales viajaron hasta Jaén para conocer a los herederos de los Flores Albarrán y, a su vez, aquellos que nacieron en tierras jiennenses subieron hasta su origen y sus raíces, un lugar que nunca olvidan tal y como se les inculcó por parte de sus padres que, a su vez procesaron este amor debido a sus abuelos que siempre tuvieron el corazón entre dos rincones, Navales y la provincia jiennense, más concretamente Andújar, el lugar donde decidieron instalarse por completo una vez bajaron hasta Jaén para encontrar una nueva vida tras el paso de tantos años y trabajo.