El monte Caballo Torraso

Se trata de una de las zonas que más sufrieron el incendio que afectó a la Sierra de las Villas allá por el año 2005, que arrasó 7.000 hectáreas y cuya reforestación ha sido un “gran fracaso”

21 jul 2019 / 13:52 H.

Este monte, desgraciadamente, es uno de los máximos exponentes de la tragedia que supuso el terrible incendio de la Sierra de las Villas, que en 2005 arrasó 7.000 hectáreas y cuya reforestación, en este paraje, ha sido un auténtico fracaso. Impacta y sobrecoge el cruel contraste de las dos vertientes del Torraso. Su cara norte se encuentra en un estado de conservación preocupante, con un sotobosque (monte bajo) creciendo desmesuradamente, un pinar excesivamente denso en muchos puntos, junto a pequeñas manchas de coscojar y encinar. Esta vertiente norte se salvó de la voracidad del incendio y resulta conmovedor llegar a la cumbre y presenciar la desolación de toda la vertiente sur. El valle del Arroyo María se nos presenta como un paraje arrasado, sin árboles ni vegetación, laderas desnudas, taludes descarnados y sin restos alguno de reforestación. Paraje yermo, devastado y solitario que angustia, impacta y encoge el alma.

A pesar de la amargura del fuego, la vida se hace paso y aparecen retoños de vida en los resquicios de las rocas, a la sombra de las cepas quemadas y sobre los cursos de agua que como la sangre, irriga el monte calcinado, renaciendo zonas marchitas. Para comprobar la fuerza de la vida frente a la calamidad del fuego, desde Villanueva del Arzobispo, tomaremos la carretera del Tranco A-6202 y en desviarnos en el puente de los Agustines, en el paraje del Charco de la Pringue y desviarnos a la carretera transversal de las Villas (JH-7155). Es una carretera de montaña, sinuosa, estrecha, con firme irregular, muchas curvas, muy pendiente y por tanto bellísima. Hay que circular con sumo cuidado e ir prevenidos ante la eventualidad de encontrarnos otros vehículos, ganado doméstico o animales silvestres que cruzan la carretera.

Llegaremos al punto kilómetro 44 donde existe una de las más hermosas y mejor conservadas casas forestales de todo el parque natural. Es la C.F. de Carrales de Abajo. Cuenta con dos viviendas, una antaño usada por los guardas forestales y otra para los ingenieros de montes. De construcción robusta en piedra y madera, su conjunto tiene una aspecto señorial con el tejado bien reparado y un precioso arco de piedra, junto a un zócalo del mismo material, al igual que todos los marcos de las ventanas. En su entorno hay plantados varias especies de cupresáceas, destacando varios cedros.

Desde aquí y en sentido norte, parte un sendero con un panel al inicio de la ruta. Iniciamos una fuerte subida con un carril forestal muy deteriorado. En el paraje de Carralillos aparecen restos de antiguas huertas, algunos frutales y una caudalosa fuente con numerosas pilas y tornajos antiguos de madera. En esta época también podemos observar el precioso endemismo del Narcissus longispathus.

Seguimos ascendiendo para ir tomando varios desvíos entre antiguos jorros y caminos forestales y trazas del primitivo sendero, por lo que en esta zona nuestro camino es mas difuso y hay que ir con precaución para evitar despistarnos. Estamos en la cabecera de Arroyo Martín y son varios los barrancos secundarios, vaguadas (hoyos que así las denominan aquí) y torrenteras. Es una zona umbrosa, muy húmeda donde podemos apreciar si tenemos suerte y mucha paciencia alguno de los gallipatos (Pleurodeles walti) que por aquí habitan. Es un hermoso tritón de gran tamaño y vida muy discreta. La caseta de vigilancia contra incendios de la cumbre del Torraso siempre nos servirá como referencia y guía en nuestro caminar. Llegaremos a una pista forestal más reciente amplia y despejada. Aquí, en esta pista, tomaremos a la derecha hasta una zona llana y despejada, en la llamada Cruz del Espino.

Aquí existe un panel descriptivo sobre el ascenso a la cumbre del Caballo Torraso, que corresponde con una derivación de la etapa 7 de GR 247 Bosques del Sur.

Al comienzo es pista forestal, que unos metros mas arriba se reduce a la antigua y zigzagueante senda. Al coronar el Torraso, sus 1726 metros y su entorno despejado nos permitirá apreciar las terribles cicatrices del fuego y también la incomparable belleza del paraje. Por supuesto, contemplaremos ambas vertientes y la acongojante diferencia de las dos caras norte con vegetación y sur cuasi desértica. Desde la cumbre, además de visitar la caseta y saludar a los vigilantes, podemos acercarnos al vértice geodésico que corona la cima.