El duelo en los niños

Pequeños y adolescentes son más conscientes de la pérdida y la muerte de lo que los mayores intuyen, y el cambio en sus conductas suele ser indicativo

23 abr 2016 / 20:57 H.

Todo proceso de duelo, ya sea adulto o infantil, es una reacción natural, normal y esperable ante una pérdida, entendiendo ésta de un modo más general, pues no solo se refiere a la muerte de un ser querido, sino también a toda experiencia que la persona viva y considere una pérdida. Por ejemplo, la de un trabajo, de amistades o de una etapa de la vida. Haciendo referencia a la muerte de una persona significativa, esta reacción esperable de duelo se caracteriza por ser dinámica, pues la persona experimenta cambios emocionales en el tiempo y pasa por diferentes etapas. Todo duelo, adulto o infantil, es íntimo y cada persona necesita su tiempo particular para reprocesarlo. En el caso de los niños, una forma de elaborar la pérdida es a través de los juegos, por lo que no debemos de privarles de ellos.

Los niños y adolescentes sufren el impacto de la pérdida y elaboran su proceso de duelo, por ello es erróneo considerar que “al ser muy pequeño no se da cuenta de lo que sucede” o “es preferible no hablar de la muerte de su padre delante de él porque así no sufre”. En realidad, tanto niños como adolescentes suelen ser más conscientes de la pérdida y de la muerte de lo que los adultos intuyen, y el cambio en sus conductas suele ser indicativo de esto. Parece que la buena intención de protegerles del dolor y de la experiencia de pérdida diciéndoles por ejemplo “papá se fue de viaje” o “la abuela se ha ido a dormir plácidamente”, les puede generar sensación de abandono o incluso problemas y miedos para irse a dormir, pues se sabe que en edades tempranas los niños se quedan con la interpretación literal de las explicaciones de los adultos. Es imprescindible que formen parte de los procesos familiares y que no se les excluya con la buena intención de protegerles, pues necesitan conocer la naturaleza de lo sucedido, otorgarle un significado y expresar sus emociones y posibles dudas que tengan, que se podrán contestar en función de su nivel evolutivo. Una buena ayuda para que acepten la realidad de la pérdida y experimenten apoyo social, a pesar de las creencias de nuestra sociedad y cultura, es participar en los rituales familiares, entre ellos los funerales, siempre y cuando un adulto cercano al pequeño le explique qué es y lo que se encontrará allí, para que de esta forma esté bien preparado a la situación y siempre tenga en cuenta el deseo y la decisión del menor de asistir o no al ritual.

Una de las mayores preocupaciones de los adultos en general, es cómo dar la noticia trágica de una muerte a un niño o adolescente. En principio, es preferible que una persona emocionalmente próxima al menor, padre o familiar cercano, dé la noticia. Si no es posible, es importante incorporar alguna figura significativa (un abuelo o un tío) para que pueda prestarle las atenciones necesarias mientras los padres se recuperan emocionalmente de la pérdida. En estos casos hay que informarle que si su padre no está con él es porque no puede es ese momento, para que no se sienta abandonado. Hay que dar la noticia lo antes posible y siempre en un lugar tranquilo y lo más conocido para el niño; utilizar un tono de voz cálido, estableciendo un contacto físico apropiado y darle la noticia de la forma más sensible y clara posible, evitando eufemismos y demasiados detalles o explicaciones abstractas. No hay que sentir vergüenza por llorar o compartir nuestros sentimientos más íntimos con los niños, pues ayuda a ambos para la elaboración del duelo, el recordar a la persona fallecida. Lo importante es no abandonar al menor ni convertir la muerte en un tema tabú entre adultos y niños; al contrario, lo ideal es fomentar el clima para que ellos compartan con nosotros su teorías, explicaciones o ideas relacionadas sobre el tema.