Donde comer como en casa

27 dic 2015 / 10:38 H.

Dicen que un buen bar de esos llamados de toda la vida o un restaurante clásico no son nada si no gozan de lo fundamental. Que no es solo un local agradable, o una decoración elegante, e incluso unos precios razonables. Lo más importante es la cocina y el camarero.

Esa combinación de factores es la que se da en el Café-Bar Daoiz, un establecimiento donde “la gente se siente como en su casa”.

Todo comenzó hace diez años. En concreto, el día 17 de enero del año 2006, cuando José Manuel Gómez, con su mujer, Antonia Daoiz, abrieron el negocio propio. “Nosotros habíamos trabajado ya en la hostelería en otros bares. Decidimos entonces lanzarnos a la aventura, ya que mi mujer cocina muy bien, y me hice autónomo”, confiesa José Gómez. Así pues, será dentro de un par de semanas, el día de San Antón, cuando el bar cumpla su décimo aniversario de vida.

El establecimiento tuvo un comienzo muy trabajado. Emprender un negocio tiene la dificultad de darlo a conocer los primeros meses de vida. Además, su ubicación en la calle Doctor Benedicto no favorecía que la gente pudiese encontrarse el bar yendo de paso en un día normal. “Estamos en una callejuela del barrio de Peñamefécit detrás de la Avenida de Barcelona, muy escondidos. No es un lugar por el que puedas pasar a parar y tomarte una cerveza como si vas a cualquier otro”, agrega José Gómez. Pero la cocina y el trato de los camareros permitió al establecimiento prosperar de forma rápida, a pesar de no disponer de localización ventajosa.

Puede decirse que la gente va explícitamente al bar porque lo conoce o porque le han hablado de él. “El boca a boca, el uno se lo ha dicho al otro, el otro que trae a su cuñado, el que se trae a su amigo, al otro que le han hablado de la carta de platos, y hay que decir que cada día va y viene gente nueva y repite”, comenta Gómez. No le hizo falta usar las redes sociales para promocionar su negocio. Y es que el éxito del bar reside en el ambiente acogedor y familiar que se crea desde el principio, cuando el cliente es primerizo, hasta cuando es un asiduo.

El bar abre desde las 13:00 hasta las 17:00 horas, y vuelve a abrir de 20:00 hasta que se cierra que suele ser sobre las 24:00 horas. En ese tiempo, todos los días, a excepción de los domingos por la noche y el lunes que se descansa, el establecimiento se llena. “Yo creo que la gente se siente como en su casa por el trato, la comida y el salón que tenemos, donde caben más de cincuentas personas y todos los días, laborales o festivos, se llena”, confiesa Gómez. Junto a él y su mujer, trabaja la hermana de Daoiz de pinche de cocina, y el hijo del matrimonio, Sergio, como camarero. Es esta situación la que ayuda a que la gente coga cariño y rutina a acudir siempre al Bar Daoiz. Lo que hace que cuando la gente llega, salude con un “qué hay familia”. De la comida, que se sirve en raciones y no en tapas, destaca el marisco, que viene todas las semanas desde Galicia. Además, Antonia Daoiz destaca que las migas es el plato estrella: “Piden mucho las manitas de cerdo, los boquerones al limón, las migas y el arroz, que es una locura los fines de semana y festivos. Las migas hacía años que no se hacían en los bares y creo que eso nos hizo ser famosos”. Destaca de hecho que mucha gente se las lleva para su casa, como este sábado —por ayer—, que le encargaron un “sartenón”. Esta fama de la comida es la que hace que el Café-Bar Daoiz se haya asentado fácilmente entre las preferencias de los jiennenses.